Su Majestad, en su infierno
La semana pasada, Carlos III pudo ver el retrato que había encargado al pintor Jonathan Yeo. En este cuadro todo en el rey de Inglaterra es rojo, menos su rostro: parece que este emergiera de una niebla de color damasco, rosado y fucsia. Es, a su manera, bello, pero ha provocado memes, parodias y burlas en todo el Commonwealth. “Parece Carlos en el infierno”, dijo un crítico de arte.
Es admirable el afán de los artistas ingleses por darles alguna significación a sus reyes, que las más de las veces suelen ser sujetos anodinos. Una serie televisiva (The Crown) los muestra como dioses griegos, trágicos y contradictorios. Hay novelas policiales en las que la reina Isabel resuelve crímenes. En este caso, Carlos es protagonista de un retrato que será recordado por su incandescencia.
Podría ser la metáfora de un rey que pugna por salir y convencernos de su existencia. O la profecía de una monarquía que no muere pero se diluye: algún día cerraremos los ojos, los abriremos y ella ya no estará aquí.ß
Algo más...
Laura Freeman, crítica de arte de The Times, lo calificó como el retrato más rosa de un monarca de sangre azul. Elogió el rostro y dijo que por este retrato el pintor merecía el título de caballero; pero después de recibir su premio debería ser llevado a la Torre de Londres para una “ejecución espeluznante.” ß