El éxito de Stephen King tras un año prolífico y su pelea con Trump
En 2017, el maestro del terror no solo siguió publicando al ritmo acostumbrado sus propios libros: también se lo adaptó al cine y la TV, y tuvo tiempo de pelearse con Trump
La vigencia de Stephen King es comparable a la de otros septuagenarios célebres como sir Paul McCartney o sir Mick Jagger, con la crucial diferencia de que, tratándose de un escritor plebeyo con 70 años recién cumplidos, su obra tiene más presencia en Netflix y Hulu que la de muchas estrellas del rock.
En el terreno estrictamente literario, la tinta sigue mientras tanto su marcha. El año pasado, King publicó apenas su noveno y su décimo libro en lo que va de la década, alcanzando la vigésima segunda publicación con su nombre nada más que durante el siglo XXI.Y aunque se trató de novelas escritas en colaboración con su hijo Owen y con su amigo Richard Chizmar, King ya anunció para 2018 la aparición de otra novela escrita a solas. Claro que, considerado nada más que desde la perspectiva del idioma castellano y como parte de un universo narrativo en expansión desde hace cuatro décadas, el que acaba de terminar sí parece haber sido "el año de Stephen King". ¿Pero por qué?
El recorrido fue largo y no solo se limitó al papel. Además de la publicación de antologías medulares como El bazar de los malos sueños, donde King salpica la curiosidad por sus primeros cuentos (y poemas) con diversas notas autobiográficas, y la llegada de las dos últimas partes de la trilogía protagonizada por el detective Bill Hodges -Quien pierde paga y Fin de guardia, nudo y desenlace de la inaugural Mr. Mercedes-, los seguidores más atentos también pudieron encontrar en 2017 ensayos íntegramente dedicados a su vida y obra.
Entre ellos se cuentan Alabanza y crítica, de Federico Sironi, y Todo sobre Stephen King, de Ariel Bosi. Elaborados a conciencia por leales lectores argentinos, estos libros también son la señal inequívoca de que tras unas 59 novelas, 10 libros de cuentos, 5 ensayos y al menos una docena de antologías, prólogos y artículos dispersos -un conjunto que lo instala en una línea de escritores estadounidenses tan profusos como John Updike-, las palabras de King no solo siguen habilitando enormes negocios editoriales, sino que además saben cómo interceptar y narrar nuestros miedos más vivos.
Donde mejor se define esa vigencia, opina el escritor Luciano Lamberti, es en la capacidad para trabajar con temas, conflictos e imágenes atávicas. "La infancia y sus poderes sensoriales, la capacidad de creer, la capacidad de reponerse de las tragedias, la lucha en el corazón de cada hombre entre el bien y el mal. En cierta medida es un escritor religioso, como todo autor de lo sobrenatural", dice el cuentista de La casa de los eucaliptus, para quien lo mejor de King es lo que escribió en los años ochenta y noventa, y cuyas adaptaciones al cine, en especial las últimas, "no le hacen honor para nada".
Respecto al cine, si es ahí donde King alcanza la mayor popularidad aún entre quienes nunca lo leyeron -fenómeno comprobado desde la época de adaptaciones clásicas como Carrie o El resplandor-, el año pasado también ofreció el estreno de una adaptación de la primera parte de La torre oscura, una saga de novelas en las que King trabaja con idas y vueltas desde 1982. Sin embargo, ¿no sería poco inteligente ignorar el modo en que uno de los best sellers más famosos de los últimos tiempos encontró en espacios como Twitter, por ejemplo, otra zona en la cual narrar sus ansiedades? Y tratándose de una nación dirigida por uno de los más famosos tuiteros del planeta, Donald Trump, la naturaleza de esas ansiedades resulta innegablemente política.
A la vista de 328 millones de usuarios y protagonizado por el mismo hombre que suele defender la necesidad de mantenerse fuera de la vista del público, el pico más intenso de esta inédita "narrativa digital" fue durante el último agosto, cuando Trump "bloqueó" a King luego de soportar meses de críticas y comentarios corrosivos diarios. Por supuesto, la respuesta del autor de Misery tras el hartazgo en la Casa Blanca fue inmediata: "Por la presente le impido a él ver It o Mr. Mercedes. No habrá payasos para vos, Donald. Andá a flotar". "Go float yourself", escribió en alusión a la conocida frase del payaso Pennywise; por otro lado, fue King el que, hace pocos días, "bloqueó" en Twitter al vicepresidente de Estados Unidos Michael Pence, al que comparaba con "la aparición de un mal resfriado".
Desde ya, esa sincronía entre la confrontación y la publicidad no pudo haber sido mejor. Con adaptaciones para el cine y la TV de novelas y cuentos tan distintos como La niebla, Mr. Mercedes, 1922 y El juego de Gerald, apenas un preámbulo para la serie Castle Rock, que intentará combinar este año todo el universo literario de Stephen King, la "pelea" entre uno de los escritores y uno de los presidentes más conocidos del mundo coincidió con el estreno de la mayor apuesta de "la marca King" para 2017: la nueva adaptación de It a la pantalla grande. En el balance, la historia de los chicos que enfrentan una encarnación siniestra de sus pesadillas tuvo un excelente resultado. Dirigida por el argentino Andy Muschietti, influenciada por la nostalgia de los años 80 de la serie Stranger Things-que reubicó la infancia de los protagonistas en la ciudad de Derry en una época más rentable que los años 50- y con 698 millones de dólares de taquilla global, It fue la sexta película más vista del año pasado.
"King se mantiene vigente porque siempre trató de estar un paso adelante y no tiene miedo de arriesgarse. Renovó el género de terror cuando publicó sus primeros libros y ha tratado de ir mejorando obra a obra. Y si bien ya cuenta con muchas adaptaciones, que en el mismo año se adapten dos de sus obras más memorables atrajo una nueva camada de lectores que no lo conocían", opina Ariel Bosi, autor de Todo sobre Stephen King. También subraya el hecho de que también la novela It, editada por primera vez en 1986 -con una extensión de más de mil páginas y un final que en nada se parece a la película- estuvo otra vez entre los libros más vendidos. ¿Pero qué más ofrece King a la hora de narrar el presente?
"Alguna vez, en una entrevista, King dijo que creía que su obra tendría un destino similar a la de Somerset Maugham: un autor muy leído en su momento y olvidado después de su muerte", dice el escritor Sebastián Robles, para quien King puede leerse desde tres dimensiones. "Por un lado, está el trabajo sobre diversos elementos del terror. King toma algunos tópicos del género y los reescribe en clave de white trash norteamericano, como hace con el cuento ?La pata del mono' en Cementerio de animales. Por otro lado, de manera más elaborada, también es un narrador diestro para aspectos claves del realismo, como la construcción de personajes y la exploración de su psicología".
A grandes rasgos, opina el autor de Las redes invisibles, la obra novelística de King puede dividirse así en historias de iniciación (It o Carrie) e historias de caída y redención (La redención de Shawshank, e incluso la autobiografía Mientras escribo). "Y luego hay una tercera dimensión sobre los conflictos propios de la escritura. Muchos de sus personajes son escritores o artistas (en Misery, La historia de Lisey, Duma Key) y este sesgo metaficcional lo vuelve atractivo para un público que tiene poco que ver con el consumidor voraz de best sellers. "Después de Bob Dylan, no me extrañaría que su nombre empiece a sonar entre los candidatos para el Nobel", dice Robles, para quien "las mejores películas inspiradas en sus libros suelen basarse en malas lecturas, como El resplandor, que parece la historia de un loco encerrado en un hotel".
Mientras tanto, adaptado a los cambios históricos y tecnológicos más importantes de las últimas décadas, dotado con un radar sensible al modo en que lo siniestro se filtra en nuestras vidas a pesar de que las redes sociales y su narcisismo intenten resguardarnos de cualquier trauma, y reconocido desde 2003 con la Medalla a la Contribución Distinguida a las Letras Americanas, un premio recibido por gigantes como Philip Roth o Don DeLillo, el sello del "rey del terror" en la cultura popular occidental parece intacto.