Spinetta, un artista distinto
Esta es la nota más dolorosa que me tocó escribir. Se me hace difícil ordenar todo lo que se me cruza por la cabeza
Esta es la nota más dolorosa que me tocó escribir.
Se me hace difícil ordenar todo lo que se me cruza por la cabeza y hacer de ese manojo de sensaciones algo que cumpla con las normas básicas del periodismo. Dudo poder lograrlo. Me tiemblan las manos y se me hacen inseguras todas las palabras, todas las frases.
Pero voy a tratar de explicar esta tristeza, la tristeza de tantos que en este momento derraman una lágrima por la muerte de Luis Alberto Spinetta, el Flaco, el artista distinto que hizo más bellos tantos de nuestros días.
Porque Spinetta no era apenas un músico de rock. No, no. Cuando éramos chicos, la sociedad estaba dividida en dos: los que escuchaban a Luis y los que no. Era así de tajante nuestro universo, pero tal vez explique algo de la fidelidad que cosechó en más de 40 años de carrera. Una carrera que revolucionó la manera de hacer una canción, la manera de escucharla, la manera de vivirla.
Hay muchos grandes artistas, excelentes músicos, buenos compositores, autores exquisitos. Spinetta fue único. Y esa es la pequeña gran diferencia. Si alguien hizo posible el encuentro entre la música y la poesía, ése es Spinetta.
Basta con recordar tramos de su camino: Almendra y su primer disco, un compendio de canciones que darían casi todas las claves de lo que luego se llamaría Rock Argentino.
Pescado Rabioso, rock áspero y poesía surrealista que alcanza la cumbre en el insuperable Artaud (que es, en realidad un disco solista) y la tapa más original de la historia. Invisible y su Durazno sangrando y El jardín de los presentes, dos perfecciones.
Y no se trata sólo de enumeración sino de nombrar obras que cuentan también el desarrollo de nuestra música popular. Sigue Jade al entrar los 80, con Alma de diamante, Los niños que escriben en el cielo, Bajo Belgrano, una etapa influenciada por el jazz rock, pero donde también se permitió acentuar su camino solista con otra joya, Kamikaze, otro de sus discos inevitables, y van...
La enumeración no es caprichosa. También marcó nuestro camino, porque Spinetta fue un faro que hoy se refugia en sus álbumes. De hecho, hasta nos hizo leer a Spinoza.
Privé, Tester de violencia, Pelusón of milk, Spinetta y los Socios del Desierto, Para los árboles, Un mañana, hasta llegar a un momento cumbre para historia del rock, Spinetta y las bandas eternas, el recital del 4 de diciembre de 2009 en Vélez, de más de cinco horas de duración, donde no sólo reunió a todas sus bandas sino que rindió su homenaje personal al rock argentino. Fue el último gran gesto del Flaco.
Su obra es inagotable. Es una suerte que haya hablado nuestro idioma. Que haya escrito en español. Tuvimos ese privilegio. Acabo de leer un mensaje de Roy Quiroga, baterista de Ratones Paranoicos: "Gracias por haber elegido pasar de visita por este planeta", dice. De alguna manera, es la sensación que tuvimos siempre, que Spinetta era de otro planeta.
Gracias, Flaco.