Solo se trata de sobrevivir
La excepcionalidad argentina suele funcionar como excusa tanto como explicación. Sobre todo, para la recurrencia en el fracaso. Aunque también opera como salvaguarda para sentirse a salvo de problemas de otros. Las respuestas oficiales ante las primeras noticias de la expansión del Covid-19 fuera de China son un gran ejemplo. “A nosotros no nos va a pasar”, nos consolaron y nos autoconsolamos.
Ahora, cuando aún no llegó la pospandemia, las cosas deberían verse distinto. Pero aprender es difícil. Las turbulencias políticas regionales, con la emergencia de fuerzas antisistema o la caída en la participación electoral, son problemas de otros. Postergar y negar. La confianza en el flamante bicoalicionismo argentino se ha vuelto cuestión de fe. Lo explica bien el filósofo surcoreano Byung-Chul Han en su último libro, La sociedad paliativa. Allí sostiene que “la política paliativa no tiene el valor de enfrentarse al dolor. De esta manera, todo es una mera continuación de lo mismo”. ¿Las próximas elecciones le darán la razón? Parafraseando al numen presidencial Litto Nebbia, “solo se trata de sobrevivir”. Hasta que alguien entiende que vivir es otra cosa. Y, a veces, no somos tan excepcionales. Aunque cueste creerlo y duela admitirlo.