Socios económicos estratégicos
Por V. Manuel Rocha Para La Nación
DENTRO de unos días, el presidente Fernando de la Rúa dejará el país para un muy esperado encuentro con el presidente Clinton en Washington. Como encargado de negocios de la embajada de los Estados Unidos de América en la Argentina, tengo el agrado de informar que esta visita se llevará a cabo en un clima de relaciones sumamente cordiales entre nuestros países. A pesar del reciente cambio de gobierno en la Argentina, los lazos entre nuestros dos países han continuado intensificándose y madurando, demostrando que nuestras relaciones son una función no de una parte o persona, sino de principios y valores compartidos.
Intereses comunes
La amplia cooperación y coordinación que el gobierno argentino ha mantenido con los Estados Unidos en estos últimos años es el resultado de intereses y perspectivas del mundo comunes. El ministro de Relaciones Exteriores, Adalberto Rodríguez Giavarini, ha dicho que el fuerte y sostenido compromiso de la Argentina de fortalecer la democracia y el respeto por los derechos humanos, en el país y en el exterior, proviene de las más básicas convicciones de la República. Esos principios no cambiaron el 10 de diciembre: más aún, fueron reforzados. Estos mismos ideales son la base de la política de los Estados Unidos, por lo tanto es natural que hayamos continuado trabajando junto con la Argentina y otros socios de similar mentalidad en el Cono Sur para promover estos ideales en nuestro hemisferio.
Pienso que la mayoría de los argentinos comprenden la agenda política de su país, que es común con la de Estados Unidos, la cual ha ayudado a cambiar la imagen internacional de la Argentina y a posicionarla como una respetada representante en el escenario mundial. Sin embargo, he notado que un número de influyentes voces han afirmado recientemente que los intereses económicos de nuestras dos naciones se oponen dramáticamente, particularmente en los temas clave de comercio y cielos abiertos. Estoy en desacuerdo con esta aseveración.
Apertura de mercados
Los Estados Unidos y la Argentina han tenido durante años algunas importantes diferencias en temas de comercio. La disputa más ardua que debimos enfrentar _protección de patentes farmacéuticas_ se encuentra ahora en camino de resolución a través de los mecanismos de la Organización Mundial del Comercio.
Patentes aparte, los Estados Unidos y la Argentina comparten los mismos intereses y principios comunes tanto en temas de comercio como de democracia. Ambos países son extensos, eficientes productores agrícolas, que se han visto frustrados por los subsidios a las exportaciones y otras barreras comerciales impuestas a estos productos en Europa y Asia. Aunque es cierto que Estados Unidos también mantiene subsidios agrícolas (en niveles más bajos), estamos ejerciendo una fuerte presión junto con la Argentina y otros miembros del Grupo Cairns para poner fin a estas políticas en el nivel global por medio de una nueva ronda de negociaiones de la OMC. Desde extremos opuestos del hemisferio estamos también aunando esfuerzos para abrir mercados en las Américas a través del proceso de Zona de Libre Comercio de las Américas (FTAA), que la Argentina ha estado presidiendo hábilmente desde el pasado mes de diciembre.
El nivel promedio tarifario en los Estados Unidos para todos los productos importados es del 2 por ciento, lo que la hace una de las economías más abiertas del mundo. Estados Unidos cerró 1999 con un déficit comercial global anual de 331.000 millones de dólares (una cifra ligeramente más alta que el producto bruto interno de la Argentina), el déficit comercial más alto en la historia del mundo. Los Estados Unidos han mantenido un superávit comercial con la Argentina durante los últimos años, pero la mayoría de esas importaciones desde los Estados Unidos han ido a actualizar la tecnología en las fábricas argentinas y a reconstruir la infraestructura argentina en las áreas de energía y telecomunicaciones. Esa tecnología ha venido junto con inversiones estadounidenses por más de 16.000 millones de dólares en muchos de esos mismos sectores. Estas corrientes de inversión y tecnología aumentarán en los próximos años y ayudarán a la Argentina a salir de la recesión y competir exitosamente en la economía global.
Cielos abiertos
Es desafortunado que mucha gente haya visto el acuerdo de cielos abiertos firmado entre la Argentina y los Estados Unidos el año pasado como un golpe mortal para Aerolíneas Argentinas. En realidad, el acuerdo representa una oportunidad de cooperación estratégica y mutuamente beneficiosa entre nuestros dos países y sus aerolíneas.
El acuerdo eliminará gradualmente los límites arbitrarios impuestos a los vuelos de pasajeros y carga entre los Estados Unidos y la Argentina. En los próximos años, este proceso abrirá el camino a un aumento en la llegada a la Argentina de turistas procedentes de los Estados Unidos, lo cual ofrecerá enormes beneficios económicos no sólo a Buenos Aires, sino también a áreas como la Patagonia y el Noroeste argentino, que desesperadamente necesitan un impulso económico. El tremendo potencial turístico de estos maravillosos lugares recién ha comenzado a ser explotado, y yo personalmente puedo atestiguar que son una especial atracción para los norteamericanos.
Servicios aéreos adicionales con los Estados Unidos bajarán significativamente las altas tarifas para los pasajeros y los costos de las cargas aéreas: dos importantes ventajas para la competitividad internacional de la Argentina. Los reguladores argentinos mantendrán el poder de asegurar una vigorosa pero justa competencia entre las aerolíneas, así como las adecuadas normas de seguridad, tal como lo han estado haciendo durante años las autoridades estadounidenses en la industria aeronáutica.
Algunos miembros del Congreso argentino han expresado recientemente su oposición a los cielos abiertos sobre la base de que el acuerdo abriría la competencia en las rutas de vuelos de cabotaje a las aerolíneas norteamericanas. El hecho es, sin embargo, que con el acuerdo las rutas de cabotaje de cada país son reservadas para sus propias aerolíneas. Además de preservar las rutas de cabotaje argentinas para las compañías argentinas, el acuerdo generará seguramente un aumento en los arribos internacionales al país que volcará a cientos de miles de pasajeros adicionales a la red de cabotaje, pasajeros que serán transportados por compañías aéreas argentinas.
El acuerdo también facilitará la formación de alianzas estratégicas entre cualquiera de las varias compañías aéreas argentinas (LAPA, Dinar, Southern Winds y otras) y socios norteamericanos que pueden ayudarlas a competir globalmente, como lo está haciendo ahora LanChile.
Los problemas recientes de Aerolíneas Argentinas, incluso aquellos con American Airlines, no deben cegarnos para otras posibilidades. El desarrollo de sólidas compañías aéreas argentinas podría ofrecer puestos de trabajo a muchos de los muy competentes empleados que ahora están amenazados por la frágil situación de Aerolíneas Argentinas. Un sector turístico en expansión podría ayudar a crear miles de otros nuevos puestos de trabajo. El éxito o el fracaso de Aerolíneas Argentinas no depende esencialmente de lo que ocurre con nuestro acuerdo de cielos abiertos, y la Argentina como país tiene mucho que ganar con el acuerdo como para mantenerlo retenido por los problemas de una sola empresa aérea.
Avanzando juntos
Tengo confianza en que durante la próxima visita del presidente De la Rúa a Washington nuestros dos gobiernos encontrarán la forma de construir nuestra estratégica sociedad económica y ayudar a la Argentina a volver a la senda del crecimiento continuo. Tengo conocimiento de que trataremos la bien concebida estrategia del Presidente de mejorar la infraestructura de la Argentina mediante la creación de esquemas e incentivos para la inversión privada.
Nuestros gobiernos también tratarán estrategias comunes para la apertura de mercados en todo el mundo para nuestras exportaciones, y se mantendrán conversaciones sobre algunas preocupaciones del gobierno argentino respecto al acceso de productos argentinos al mercado estadounidense.
Estaremos planificando nuestra futura agenda en el contexto de una sociedad económica estratégica que nos ha brindado a ambas partes abundantes beneficios. Soy extremadamente optimista con respecto al futuro de la Argentina y sobre las perspectivas para mejorar aún más nuestras relaciones bilaterales. Me siento un afortunado por haber sido, durante los últimos tres años, partícipe de la consolidación de esta relación. © La Nación
El autor, encargado de negocios de la embajada de los Estados Unido desde 1997, ha sido designado embajador de su país en Bolivia.