Sistemas
Los sistemas democráticos tienen características diferentes y básicamente se dividen en sistemas presidencialistas y sistemas parlamentarios. Así en los primeros la figura del Presidente es el símbolo máximo del poder y en los segundos se destaca el rol del primer ministro tanto el Presidente como el primer ministro tienen controles que vienen de los otros dos poderes de todo sistema democrático o sea el judicial y el legislativo que teóricamente deben ser absolutamente independientes.
Los países que ostentan el sistema presidencialista dependen de las decisiones de esa figura máxima que encarna el poder ejecutivo con facultades que incluyen el derecho a imponer leyes por decreto de necesidad y urgencia y de vetar o anular leyes promulgadas por los parlamentos.
Esto tiene el peligro del abuso de autoridad por parte de personas que, cuantos más votos lograron y/o mas carisma y elocuencia discursiva ostenten, pueden cometer abusos escudados en el "ustedes me votaron", lo que no tienen claro estos dueños del poder es que la mayoría obtenida en las urnas ha sido lograda por promesas electorales que no incluían implícitamente lo que se sanciona "de prepo" y "porque lo digo yo". El poder ciega con sus luces victoriosas a los que lo ejercen abusivamente y se generan errores que enquistan en el gobierno y por lo tanto en el país situaciones que pueden perjudicar a vastos sectores de la sociedad. Determinando la riqueza desmedida de unos frente a la extrema pobreza de otros.
Los sistemas parlamentarios tienen como peligro las eternas crisis políticas que sumen al país en largos períodos de vacío de poder e indefiniciones que pueden producir, y de hecho producen, desorientación en todos los niveles sociales.
Ha habido y sigue habiendo virtudes y defectos en las dos maneras de canalizar las voluntades populares que resultan de las urnas electorales pero los ejemplos negativos abundan y se reflejan en crisis que retrasan los adelantos y mejoras que los políticos prometen en sus campañas y que los pueblos anhelan sumergidos en los problemas del diario vivir o sea: Precios y salarios, canastas de alimentos y posibilidades concretas en la salud pública y la educación y siempre en el justo reclamo de seguridad en medio del caos de la violencia de todo tipo que en mayor o menor medida afecta a todas las sociedades de este atribulado mundo.
Italia con sus eternos cambios de timón, España sin poder formar gobierno, Estados unidos debatiéndose entre los excesos xenofóbicos de Trump y la cautela de Hillary Clinton, Venezuela con sus enfrentamientos violentos, Argentina entre el populismo y el ajuste en perpetua inflación a veces o en dibujos de "uno a uno" más engañosos que ciertos, China con su dicotomía entre capitalismo para algunas cosas y comunismo para otras, México con su lucha semi-perdida contra el narcotráfico, el oriente con sus bombardeos, terrorismos fundamentalistas de una inusitada violencia sangrienta extendiéndose por todo el orbe mediante captaciones de jóvenes por medio del Internet y las redes sociales, forman una cadena de situaciones dramáticas que ninguno de los sistemas tradicionales pueden manejar con real eficiencia nos muestran un mundo en perpetuo peligro. Nosotros desde el llano lo único que podemos hacer es no dejarnos vencer por el caos y reforzar nuestros valores que no dependan de ningún otro sistema que sea nuestra supervivencia.