"Sirvo más para las revoluciones que para la democracia"
En una entrevista exclusiva con La Nación, a pocos días de su llegada a la Argentina, Lech Walesa, el hombre que perforó la cortina de hierro hasta desencadenar la caída de la Unión Soviética, dice que el sistema comunista está absolutamente terminado. Hoy, sostiene el ex presidente de Polonia, el principalproblema es la pérdida de los valores y el incumplimiento de la ley.
V ARSOVIA.- Lech Walesa forma parte de un reducido grupo de personalidades que los libros de historia del siglo XX no pueden darse el lujo de omitir. Su mérito no es sólo haber sido el primero en abrir un hueco en la Cortina de Hierro, sino haber logrado tirarla abajo sin derramar litros de sangre. Un caso inédito en el pasado de martirio de su pueblo.
Como Margaret Thatcher, Ronald Reagan, Mikhail Gorbachov y otros ilustres "ex" de la década de los 80, Walesa recoge en casa reconocimiento por su papel en la caída del comunismo, pero es flanco de duras críticas por su manejo de la política doméstica.
También como los líderes retirados de las superpotencias, dedica ahora su tiempo a recorrer el mundo contando sus hazañas y busca ejercer, aunque lo niegue, cierta influencia en los asuntos de Estado de su país.
Aquí terminan, sin embargo, los paralelos con la Dama de Hierro, con el antiguo actor de Hollywood y con el último jefe soviético. El electricista de Gdansk les gana en juventud (53 años), pero estálejos de hacer gala de la elegancia o del lenguaje políticamente correcto que a sus pares les surge casi naturalmente. Podrá vestirse de traje azul marino y llevar en la muñeca un reloj de oro, pero sus gestos y modales son los mismos que cuando se calzaba el overall de los astilleros y de su solapa aún pende la muy polaca imagen de la Virgen Negra.
Su discurso espontáneo, que surge, como en muchos de nuestros sindicalistas, comiéndose las eses, es una desventaja seria en Polonia. Este es un país donde quien escribe pudo encontrar en una biblioteca de barrio no sólo libros de Antonio di Benedetto, Hector Bianciotti, José Bianco, Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Silvina Bullrich, Julio Cortázar, Ricardo Güiraldes, Eduardo Mallea, Manuel Puig, Ernesto Sabato y Marta Traba, sino, más importante, personas que los han leído.
El polaco es un pueblo sofisticado que se muere por entrar en el primer mundo de la Unión Europea. El estilo paisano de Walesa no es algo que quieren ver en la presidencia. Esta es una realidad que el premio Nobel de 1983 parece haber asumido. O, al menos, esa es la impresión que se esforzó en dar durante su entrevista con La Nación.
El encuentro tuvo lugar en el instituto que lleva su nombre, ubicado en la avenida Ujazdowskie, a escasos metros de la embajada de los Estados Unidos y de la sede del Consejo de Ministros. El edificio es un ejemplo de la complicada situación política por la que pasa Polonia. Durante el período comunista fue incautado por el Estado a una familia rica; en la presidencia de Walesa pasó a manos de Solidaridad, que la dio a una de sus facciones, la Alianza Electoral Solidaridad. Ahora, el presidente Alexander Kwasniewski quiere devolverlo a sus originales dueños, creando así el extraño fenómeno de un gobierno de ex comunistas que defiende el principio de propiedad privada.
A escasos minutos de regresar de Turquía, Walesa aceptó charlar sobre éste y otros temas sentado en un sillón de su despacho, adornado sólo por un gigantesco retrato de Juan Pablo II.
Su saludo fue abrupto: "Bueno, a ver, dígame pronto cuál es el primer problema, porque quiero irme a mi casa". Pero el diálogo no tardó en tornarse cálido, especialmente al hablar de su próximo viaje a la Argentina. Walesa llegaráel jueves invitado por la Fundación Libertad, de Rosario. VisitaráBuenos Aires, Rosario y Mendoza, se encontrará con el presidente Menem y recibirá títulos de doctor honoris causa en la Universidad Nacional de Cuyo y en la Universidad del Salvador.
-Este es un año histórico para su país, no sólo por las elecciones sino porque Polonia encabeza la lista de candidatos de Europa Central y del Este a ingresar en la NATO. Usted dijo al principio de su presidencia que si no podía tener en forma permanente a un general norteamericano en su suelo, se conformaba con tener a la General Motors. Ahora la General Motors no sólo adquirió la planta de una automotriz estatal en Varsovia; también estáinvirtiendo 350 millones de dólares en un planta en Silesia. ¿No es esto suficiente? ¿Por qué Polonia quiere ingresar en la NATO?
-Hay dos concepciones de la NATO. Una es la concepción militar y la otra, la pacífica. En esa militar, realmente, ¿para qué ingresar en la NATO? Usted tiene razón. Nadie va a empezar la guerra atómica por Polonia. Yo quiero entrar en la NATO en la concepción pacífica. Es muy fácil: aumentar un bloque y así no habrá suficiente material para construir otro bloque. Si construyo un bloque más grande no habrá espacio para otro más chiquito. Y así tenemos la paz.
-¿Cómo va a hacer para que los rusos lo acepten sin enojos?
-Si se enojan, es su problema. ¡Que se enojen!
-Pero se habla de la posibilidad de una nueva guerra fría, en la que una alianza ruso-china reemplazará al antiguo bloque soviético.
-El sistema comunista se terminó. Si todavía alguien quiere inventar algo, él mismo va a tener que rendir las cuentas. ¿Qué va a pasar si Rusia logra mejorar su economía? A los rusos les va a gustar poder viajar a Washington, París, Londres, Nueva York... Hay momentos que vale la pena aprovechar para salir del camino de la confrontación. Mañana eso va a ser muy difícil o imposible.
-Cuando Yeltsin dijo en la cumbre de Helsinki que sería un error grave el ingreso de los países del Este en la NATO, ¿hacía una amenaza sin sentido?
-Mire, yo hablé de todos estos temas con Yeltsin y siempre obtuve su visto bueno, por escrito y en forma pública. Así que desconozco estos nuevos elementos y esta nueva concepción de Yeltsin. Yo creo que Yeltsin, y en general Rusia, nunca conoció la democracia, siempre se desarrolló con la visión de un enemigo y de una ideología. Por eso me parece que están buscando un enemigo para desarrollarse. Sólo desde ese punto de vista los rusos siguen tan impertinentes y duros. Perdieron la ideología, no han logrado encontrar una nueva y, sin experiencia democrática, buscan una amenaza como incentivo para emprender una acción. Pero yo creo que todo esto es por el momento sólo propaganda.
-Usted quiere que se tome una decisión lo antes posible. ¿Teme que si Yeltsin abandona el poder el sueño de Polonia nunca se concrete?
-No. En Moscú, nadie que sepa calcular tomará tamaño riesgo. Por ambición se pueden decir muchas cosas, pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Ni Polonia ni la NATO quieren invadir a Rusia y los rusos lo saben. Además, Rusia tampoco estáen condiciones de invadir a nadie. Así que estamos en el mejor momento para tomar este paso histórico. Por eso yo quiero que lo concretemos cuanto antes.
-Permítame que le recuerde otra frase suya. En 1988, en el que debió ser uno de sus primeros viajes al exterior, usted dijo que Occidente tenía muchas computadoras, mucha riqueza y libertad, pero que le faltaba sentido de fe y de dirección. ¿Sigue opinando lo mismo?
-Estoy todavía más convencido. Hemos rechazado los valores y hoy en día el mundo se ha transformado en un lugar peligroso desde ese punto de vista. Cuando existía el comunismo, éste ponía cierta forma de disciplina a Occidente. Ahora ha desaparecido y, con él, los valores que mantenían al mundo libre.¿Qué nos sostiene? La ley sin espíritu es lo que nos lleva al absurdo. El principal problema de hoy es la falta de aplicación de la ley. Las normas son perfectas, pero no se cumplen. La gente ve cómo se hacen infracciones y no se sancionan. Y hablo tanto a nivel personal como internacional. Esto lleva a los malhechores a pensar: "Bueno, si nadie me va a agarrar puedo darme el lujo de perfeccionarme en el delito". Y con esto no llamo a que se coloque un policía por persona y a los tanques en las calles. El desarrollo de la civilización en esa forma es trágico. Por lo tanto, hay que regresar a los valores. No puede ser que los jóvenes consideren a la política como algo sucio. Muchos partidos políticos son grupos de gangsters y no partidos. ¿Qué mundo estamos construyendo? Hay que incentivar a la juventud para que busquen nuevas forma de gobernar y de vivir políticamente con pureza.
-¿Pero esto no es justamente lo que está ocurriendo en su propio país?
-No, yo hablo de mis observaciones del mundo. El año pasado estuve en veinte países, me encontré con presidentes y grandes economistas, con estudiantes, con trabajadores. Es la observación de mis salidas al extranjero. Yo no hablo ni de la Argentina ni de Polonia, sino del mundo en general.
-¿Cómo ve a Polonia?
-Polonia está en una etapa de transformación, de grandes reformas. No es por eso un buen ejemplo. Hay que buscar ejemplos en países más estables, más ordenados.
-¿Cuáles?
-Ah, no, no me haga dar nombres... ¿A qué me quiere incitar? No puedo...
-De acuerdo, entonces hablemos de su presidencia. ¿Qué es lo que considera que anduvo bien y qué salió mal?
-Logré muchas cosas y otras tantas me quedaron en el tintero. Hay que recordar que yo tuve dos tareas: demoler al comunismo y empezar a construir un nuevo sistema. El resto no es importante porque, si hay democracia, marcha solo. Después de 50 años de esperar la revolución es muy normal que la sociedad polaca pase por un período de reorganización. Hay que tomarse tiempo para conocerse mejor, para crear un programa, para establecer una visión del mundo que sea genuinamente polaca. En eso no pude adelantar mucho. Una cosa es ganar en la revolución, como yo lo hice, y otra es ganar durante la democracia. Hay que tener otros medios y llevar el juego en otra forma. Por eso mi derrota confirmó que la revolución había terminado y que el período democrático ha comenzado.
En la democracia gana el que está mejor organizado, el que tiene mejores estructuras y más dinero. En la revolución gana el que demuestra ser el jefe, no los partidos políticos. Es por eso que yo gané en ese período y no pude hacerlo después. De haber ganado, eso habría significado que la revolución continuaba y, en cierta forma, que yo había fracasado en mis esfuerzos. El mundo y los polacos deberán estar contentos de esto. Para que la democracia perdure es necesario que lleguen nuevas figuras, tanto en la política como en la economía. No voy a negar que a mí no me gusta el gobierno actual, pero una cosa es mi opinión y mi carrera personal, y otra el desarrollo de una nación.
-Usted tiene una edad en la cual muchos políticos todavían soñarían con la presidencia. ¿No piensa darle algo más a la política polaca?
-Ahora estoy dando mucho más que durante la presidencia. Le dije cuántos países visité el año pasado, y éste año voy a ir a otros tantos. ¿O usted cree que voy para ver a las chicas lindas? (se ríe).
-Entonces usted como político profesional no se ve.
-En un sistema presidencial, sí. Yo lo propuse en Polonia, pero el pueblo no eligió ese sistema y es por eso que ya no quiero saber nada con la política. Ser político y presidente es muy bonito cuando se sale por la televisión, pero no en la realidad. Es por eso que yo estoy buscando una vida mejor. Eso sí, sigo siendo patriota y estoy dispuesto a servir a mi país, de ser necesario. Pero no me meto donde no me gusta .
-Desde que dejó la presidencia ha tenido varios problemas. Primero con la pensión, más baja que el salario de los guardaespaldas que le pone el Estado como ex presidente; después, la demanda de pago de impuestos atrasados. ¿Se siente perseguido por el gobierno? -Todo esto es parte de una lucha que yo entiendo, pero que es sucia. Yo siempre luché limpio. En el futuro se sabrá que yo actué en forma correcta y esto es lo que a mí me importa. ¡Que piensen lo que les dé la gana! El tiempo me va a dar la razón.
-¿Va a volver a trabajar en los astilleros de Gdansk, especialmente ahora que están en peligro de ser cerrados?
-Yo sigo en contacto con Gdansk, pero no ya como electricista. Tengo muchos amigos allí y sigo de cerca lo que pasa. Pero, mire, estoy jubilado como político, gano 500 dólares por mes, vivo como me da la gana, hago un poco de trabajos extras...
-Y viaja a la Argentina.
-Exacto. ¿Qué más puedo pedir? Estoy satisfecho.
-¿Qué espera de su viaje a la Argentina?
-Voy a hablar de lo que acabo de decirle a usted. Voy a incentivar a los políticos para que aprovechen esas condiciones favorables generales para poner a la paz en bloque, es decir, fortalecer la paz, pensar en forma continental. Está bien que existan los Estados, pero hay que pensar en América como en una entidad global. Hay que pensar de Europa también de esa forma. Y la relación entre los dos tiene que ser pareja. También quiero incentivar a la juventud para que busque soluciones políticas fuera de la concepción actual de mal manejo de la administración. Para el siglo XXI hay que proponer algo distinto. De no hacerlo, mañana habrá elecciones y pasado mañana van a cambiar los resultados de las elecciones en la calle. Hay muy poca gente que se ve representada por los resultados electorales y eso es peligroso. De esto hay mucho para decir.
-Bueno, ¿por qué no habla un poco de esto?
-¡Eh! Entonces, ¿para qué voy a la Argentina si le termino diciendo todo a usted...?
-Podría adelantar algo.
-No, véngase usted a la Argentina conmigo y le cuento.
-¿Dirá en la Argentina cómo se puede cortar el círculo vicioso de las promesas electorales que no se cumplen, lo cual genera la apatía del electorado y lleva a los políticos a mentir para seducirnos?
-Yo voy a provocarlos. Los que me van a dar la receta son ustedes mismos, sin darse cuenta. Así me llevo yo fácil los laureles... (se ríe). Cuando ustedes construyan los Estados Unidos de toda América, yo me convertiré en su presidente. ¿Qué le parece? Antes crearé los Estados Unidos de Europa, y también me convertiré en su presidente. Pero mientras tanto, ¿me va a invitar alguna vez a tomar un café en su casa cuando vaya por donde usted vive? Yo tengo trabajo para 150 años. Pero me gusta hablar y, mucho más, tomar café. Y soy de darme los gustos.
(La Nación agradece la interpretación de Maciej Krukowski, de la Fundación Argentina de Varsovia.)
Perfil
- Lech Walesa nació el 29 de septiembre de 1943 en una villa rural llamada Popowo, no muy lejos de Lipno, donde asistió a una escuela vocacional que lo preparó para tomar un puesto como electricista en los astilleros Lenin, de Gdansk.
- En 1976, una drástica suba en los precios de los alimentos desató una serie de huelgas en todo el país. Walesa surgió como líder de las manifestaciones en los astilleros, lo que le costó su puesto de trabajo.
- Junto con otros sindicalistas creó Solidaridad como una federación de trabajadores libres del control del gobierno. En diciembre de 1981 el gobierno impone la ley marcial. En octubre de 1982 declara a Solidaridad ilegal y arresta por un mes a sus líderes, incluido Walesa. En 1983 recibe el Premio Nobel de la Paz, que recoge su esposa ante la imposibilidad de abandonar el país.
- En 1988, otra ola de huelgas y la presión de la Iglesia Católica, encabezada ahora por el polaco Karol Woityla, fuerza a la administración comunista a negociar con Solidaridad. Se llega a un acuerdo por el cual los trabajadores volvían a sus labores y el gobierno se comprometía a llamar a elecciones libres, Solidaridad era legalizada y podía presentar candidatos, aunque sólo para una minoría del Parlamento.
- Las elecciones tuvieron lugar en junio de 1989, pero el resultado fue tan abrumadoramente favorable a Solidaridad que el Parlamento debió aceptar a uno de sus líderes como primer ministro. En octubre de 1990, el presidente comunista Jaruzelski renuncia y las elecciones de diciembre colocan a Walesa, en una segunda vuelta, como el primer jefe de Estado de la Polonia libre.
- Como jefe de Estado, Walesa logra que el plazo de tres años para la partida de las tropas soviéticas se transforme en seis meses, al impedir que Moscú utilice su suelo para el retiro de efectivos provenientes de Checoslovaquia y Hungría. Polonia ingresa en el Consejo de Europa y se postula para la Unión Europea y la NATO.
- Su insistencia en la necesidad de acelerar las reformas económicas imponiendo el libre mercado lleva el desempleo, que era del 1% en 1990, al 16%, en 1993. Su fracasado intento de aumentar los poderes del presidente lo tiñen de una imagen de autoritarismo y su íntima relación con la Iglesia le quita el apoyo de los liberales. En 1993, una coalición de partidos de izquierda gana el gobierno, haciendo prácticamente imposible su presidencia.
- En noviembre de 1995, Walesa sale segundo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales frente al ex comunista Alexander Kwasniewski y obtiene el mismo número de votos en el ballottage. La Corte Suprema declara su derrota.
- En septiembre pasado, la Justicia incauta sus propiedades. Las autoridades impositivas no aceptan su argumento de que lo recibido por contribuir en un film sobre su vida (realizado por la Warner Brothers en 1989) fue un "regalo" y no royalties. Le piden un millón de dólares en impuestos atrasados y le impiden construir una segunda villa veraniega en Gdansk.
- Sobre su supuesta enemistad con la actual cabeza de Solidaridad, Marian Krzaklewski, Walesa dijo hace poco: "Mi trabajo no es hacer que la gente me caiga bien. A mí, por ejemplo, me gusta mi mujer, pero hasta ella no me cae bien todo el tiempo" .