“Sin energía nuclear, sería imposible evitar el calentamiento global”
Entrevista con Rafael M. Grossi. El diplomático argentino, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, habla sobre las calientes negociaciones con Irán para reflotar el acuerdo de no proliferación
- 11 minutos de lectura'
Turbulentas. Así están las aguas del Índico durante el transcurso de esta nota.Las armadas rusa e iraní despliegan su poderío desafiando a Estados Unidos, y Teherán anuncia –y luego desmiente– que reducirá su colaboración con los inspectores del Organismo Internacional de Energia Atómica (OIEA), la agencia de la ONU encargada de garantizar el cumplimiento del acuerdo que limita la producción nuclear iraní con fines bélicos, firmado en 2015 por Irán y los cinco Estados miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la OTAN, más Alemania (Grupo 5 +1).
Rafael Mariano Grossi está sereno al otro lado de la pantalla. Es el director general de la OIEA, está “en la cumbre de la gobernanza global” (como él mismo define) y es probablemente el diplomático argentino más importante. Lo suyo es dialogar con esos actores para garantizar la paz y el desarme. Acaba de decirle al gobierno de Hasan Rohani que viajará a Teherán una vez más (hoy, sábado) para hallar soluciones que garanticen el cumplimiento de las reglas y eviten escaladas ulteriores.
Nació en Almagro. Fue embajador argentino en Austria, donde vive. Hace pocos días cumplió 60 años. Su carrera diplomática es vasta, y está orgulloso de ser “un producto del Instituto del Servicio Exterior de la Nación” que se especializó en temas de energía nuclear, también en el país. Es el primer latinoamericano en ocupar ese cargo en la OIEA, y su sexto director general.
Equipos de detección de Covid-19, investigaciones sobre enfermedades zoonóticas o tratamientos fitosanitarios que emplean irradiación para mejorar cosechas son puntos a añadir en la conversación si se quiere llegar al fondo de los alcances y mitos vinculados con una tecnología que, según él, puede resultar clave contra el cambio climático.
¿Cuánto incide concretamente el tema nuclear en la estabilidad de Medio Oriente?
Se trata de una zona que ha generado las situaciones de no proliferación más críticas de los últimos años, a excepción de Corea del Norte, que cruzó la línea roja, porque hoy posee un arsenal nuclear y el OIEA regresará a Pyongyang cuando haya un acuerdo político, aunque la tarea será mucho más difícil. Con respecto a la situación en Irán, puede tener un efecto dominó porque hay otros países en la región que, de acceder Irán al arma nuclear, también podrían hacerlo. Oriente Medio es siempre una luz de alarma en el tablero de la política mundial y, obviamente, de la política nuclear.
Su imagen está muy asociada con las negociaciones y logros de la era Obama. ¿Qué actitud supone que va a tener Biden ante las presiones de Irán por la vuelta Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) de 2015?
Biden anunció su deseo de regresar a un acuerdo, lo contrario de la posición de la administración norteamericana anterior. El tema sensible está hoy en la letra pequeña: ¿cómo lo hacemos? La OIEA no tiene participación en el acuerdo, pero sí la misión de verificar que se cumpla. Por lo tanto, estamos cerca de las partes porque necesitamos que cada cosa que se haga sea verificable.
Si Irán limita el accionar de los inspectores de la OIEA, ¿qué pasaría?
En el caso del JCPOA, habida cuenta de la gravedad y la crisis política que lo generó, el sistema de inspección es más intrusivo que en los países que no tienen problemas de proliferación. El punto delicado es que ahora Irán no solo enriquece más uranio, sino que limita la entrada de los inspectores; por lo tanto, no permite saber lo que están haciendo.
¿Washington podría calmar las aguas si se volviera al estatus original del acuerdo?
La administración nueva ha dicho que quiere volver, aunque con “peros”. Irán quiere una vuelta lineal, mientras que Estados Unidos quiere revisar cosas que no están muy claras en cuanto a las actividades iraníes en la región. Estamos en un momento de duda, porque el acuerdo establecía un modus vivendi con Irán basado en un típico modelo de quid pro quo, consistente en que Iran reducía de una manera muy marcada sus actividades nucleares vinculadas con fines bélicos (enriquecimiento de uranio, producción de agua pesada), y como contraprestación tenía el levantamiento de las docenas de sanciones que pesaban sobre ese país (europeas, de EE.UU., bilaterales).
Hasta que Trump salió uniteralmente del acuerdo…
Trump candidato no escondió su oposición al enfoque que suponía este acuerdo. En esto corporizaba la visión de muchos que consideran que el acuerdo congelaba y reducía capacidad pero que no la eliminaba, con lo cual teníamos lo que se denomina “latencia” por parte de Irán. Hubo un año de flotación en el que EE.UU. continuó en el acuerdo, hasta que en 2018 se retiró. Irán invocó disposiciones del acuerdo por las cuales si una parte se retira la otra puede tomar medidas retaliativas, y ahí comenzó a enriquecer más uranio.
Técnicamente, ¿qué es enriquecer uranio?
El uranio se encuentra en la naturaleza en una conformación isotópica que no es la indicada para una reacción en cadena que permita generar una explosión. El hombre ha encontrado maneras de aumentar la proporción de un isotopo de uranio mediante un procedimiento mecánico. Por ejemplo, para un reactor nuclear (generador de electricidad) lo suficiente es enriquecer 3.5 o 4%. Para un arma nuclear, un 90. Pero a partir del 20 %, lo que separa ese 20 del 90 toma poco tiempo.
¿Por qué hay tanto temor en la comunidad internacional?
Porque Irán anunció que va a volver a enriquecer al 20%. El JCPOA le estableció bajar el número de centrífugas, que son las que permiten el enriquecimiento.
¿Cómo definiría a un buen negociador?
Una buena negociacion, decía un antiguo profesor mío, es aquella de la cual todos se levantan igualmente insatisfechos. El buen negociador tiene un imperativo y un condicionamiento: el primero es tener claro que una negociación nunca es de suma cero y el segundo, conocer las características del interlocutor. Es importante tener en cuenta si se está negociando con un país en vías de desarrollo, o un país que ha tenido una historia de colonialismo o de luchas de liberación nacional. Eso hay que integrarlo en la negociación, sobre todo en los temas que me tocan a mí, porque en ellos se resume muchas veces la soberanía y el orgullo nacional.
¿Qué asuntos nucleares hay en agenda en áreas no vinculadas con lo bélico?
La tecnología nuclear es vastísima. La medicina nuclear y la radioterapia, por ejemplo, nos ocupan bastante. La OIEA asiste a los países en esto, que es indispensable para tratar el cáncer. Dos tercios de los países de Africa que no tienen ninguna unidad de radioterapia. Ni una. Los ayudamos a dotarse de tecnología de medicina nuclear, a emplearla, al buen uso (radioprotección); asistimos además en la producción de radioisótopos y otras tecnologías diagnósticas y terapéuticas. En seguridad alimentaria, promovemos la utilización de radiación en la preservación de las cosechas, en la erradicación de la mosca de la fruta y en otros asuntos de gran importancia económica.
¿Y la energía? ¿Cuántos reactores hay en el mundo?
En la Argentina hay tres reactores nucleares desde hace 60 años que le dan apróximadamente el 10 % de su electricidad; en el mundo, la energía nuclear aporta el 15 % del total que se produce. No es dominante pero es importante porque está presente en las grandes economías. En Estados Unidos, con 100 reactores, aporta el 20 % de la energía eléctrica. Hay 30 países que tienen energía nuclear y 440 reactores en el mundo. Es una energía en aumento.
¿Cuán “limpia” es la energía nuclear que inquieta a algunos ambientalistas?
Estamos en el medio de una crisis, la del cambio climático. Por los acuerdos de París, los países tenemos la obligación de reducir la temperatura para llegar a 1,5 o idealmente 2 grados centígrados al nivel previo a la industrialización. Eso, sin energía nuclear, es imposible. Genera prácticamente cero gases de efecto invernadero.
Lo dice el director de la OIEA…
No lo digo yo. El Panel Internacional de Cambio Climático, que no es precisamente un panel de lobistas nucleares, ha dicho que para que esto se logre en 2050 no podemos quitar de la ecuación a la energía nuclear, que es una energía limpia. Por lo tanto, existe una paradoja: muchos ambientalistas consideran que aporta una solución al cambio climático. De hecho, vamos a estar presentes en la próxima cumbre de cambio climático de Glasgow, a la que hemos sido invitados.
A diez años del desastre de Fukushima, ¿cuánto hemos avanzado en seguridad?
Se han hecho esfuerzos en el nivel global para establecer los parámetros más altos de seguridad. Pero tenemos que entender que tanto en Fukushima como en Chernobyl hubo negligencia o falta de cumplimiento de las normas. En Fukushima, cuando el terremoto ocurrió, la central se detuvo automáticamente y se pusieron a funcionar los sistemas de enfriamiento del reactor. La compañía privada que tiene la central, y que hoy sigue pagando compensaciones, no estaba respetando las medidas anti tsumani recomendadas por la OIEA y por otros organismos, y los motores diesel que estaban ubicados en el predio alrededor de la central fueron arrastrados por la ola como juguetes.
El problema no son las centrales sino el incumplimiento de las normas.
Sí. Algo similar a Chernobyl. Para los que vieron la serie de HBO, que no está muy alejada de la realidad, lo que hubo fue impericia de un operador que tenía que hacer un ejercicio de seguridad y que en cambio forzó la máquina, por lo que el reactor salió fuera de control. En general las fallas se dan por factores humanos. En Fukushima hubo más de 20 mil muertos por el tsunami, pero ninguno por el accidente nuclear.
¿Cómo observa la evolución nuclear argentina?
Como diplomático argentino fui formado por el sector nuclear. Con el regreso de la democracia ingresé a la carrera diplomática, trabajé en la Dirección de Asuntos Nucleares y aprendimos del sector nuclear argentino. La ciencia y la tecnología nuclear han logrado navegar las aguas procelosas de la política argentina con bastante continuidad. Contamos con centros nucleares y además tenemos un fenómeno único que es Invap. Una empresa que surge del riñón del Estado, y que con un grupo dirigido en un comienzo por el gran Conrado Varotto llega hoy, entre otras cosas, a exportar al mundo reactores de investigación.
Su candidatura a la OIEA fue presentada durante el gobierno de Macri, y ahora tiene buen vínculo con Fernández. ¿Sorteó la grieta?
Creo que existen dos temas en los que la mayoría de los argentinos pensamos parecido: la cuestión de las Malvinas y la energía nuclear. Tenemos la intuición de que la energía nuclear ha sido un logro de nuestra ciencia que nos ha proyectado en el mundo, haciendo reactores y ganando licitaciones internacionales, compitiendo con Europa. El catastrofismo nacional se ve desmentido por lo que hemos hecho históricamente en el campo de la energía nuclear. El hecho de que un argentino esté a cargo de la OIEA es que hizo sentido en la comunidad internacional elegir a una persona proveniente de un país intermedio con tecnología, con ciencia, con un perfil de cooperación y no proliferación, un país que podría haber hecho un arma nuclear y no la hizo.
Usted ha hecho una gran carrera diplomática. Aquí hemos tenido unos debates sobre la meritocracia y quería preguntarle qué le sugiere esa palabra.
He visto esos debates. Yo creo que hay que reemplazar meritocracia por rigor, metodología y esfuerzo.
¿Siempre piensa en la Argentina, o un poco más cuando juega Estudiantes de La Plata?
Creo que en lo local está lo universal. No somos tan diferentes del resto: los valores fundamentales son los mismos en todas partes. Tengo un colega turco, otro loco del fútbol e hincha del Galatasaray, a quien introduje un poco en lo argentino y que siempre me pregunta cómo anda Estudiantes, mi equipo. Además, cada vez que voy a negociar algo me reciben con la frase It takes two to tango (Se necesitan dos para el tango). Es imposible no pensar en la Argentina. Claro que como diplomático tengo una mirada más desapasionada de la república, a la que veo con profundo amor y, quizá, sin tanta ansiedad.