Sin agua no hay vida posible
Todo recurso natural de “agua”, es moneda y pasaporte vital universal, cuyo anverso es un derecho humano fundamental, y su reverso, usos y consumos racionales, responsables y solidarios. La ultra mercantilización y cierta monopolización actual resultan definitivamente inadmisibles como, eventualmente, sujetas a criminalización.
El agua, en tanto recurso natural determinante, elemento de la nutrición e hidratación fundamental para la vida, de propiedad o cualidad esencialmente constitutiva, explica y predice la evolución humana, la adaptación al medio, el desarrollo, la reproducción y multiplicación de personas, animales, plantas y demás. La disponibilidad suficiente de agua para el consumo, cuida, facilita y sostiene toda vida, tanto humana como celular y microbiana de la tierra, vegetal de los cultivos, animal de las aves, los peces y el ganado. Ergo, su indisponibilidad imposibilita y trunca todo.
Según Naciones Unidas, el Día Mundial del Agua se celebra cada año el 22 de marzo. Su principal objetivo es crear conciencia en la humanidad sobre la importancia superior de cuidar el llamado oro líquido u oro azul del siglo XXI para la vida humana y las demás especies. Ese día recordamos a este recurso hoy tan escaso, como un medio de llamar la atención y tratar así de asegurar en todo lo posible una gestión más razonable, desmercantilizada y sustentable.
Esto último contrasta nefastamente con la naturalización de graves abusos que se hacen del agua mediante desaprensivos usos y consumos personales, especulativas prácticas lucrativas, ineficientes y corruptas prestaciones públicas, etc. Simplemente, y a modo de ejemplo cotidiano, basta mirar el derroche que realizan los encargados de edificios por las mañanas en la limpieza de las veredas.
Entonces, ante la crisis hídrica global provocada por la estupidez, la avaricia y la locura humana, parece apropiado reimpulsar e incentivar una profunda educación ambiental, acentuando todo lo concerniente a una reconversión cultural y corresponsabilidad social en favor del consumo responsable.
Ante un creciente estrés hídrico con escenarios inéditos de escasez, agotamiento y desabastecimiento, es hora de comenzar a tratar de revertirlos, asumiendo mancomunada y cooperativamente nuestro deber ético, humano y de solidaridad intergeneracional, en todo lo concerniente al mejor y más racional aprovechamiento de agua potable o potabilizable aún disponible.
De tal manera, la visualización del agua potable como derecho humano e insumo esencial para la vida, a la vez que escaso y en riesgo por crecientes índices de desperdicio y contaminación, hacen que este recurso natural ya merezca un aprovechamiento más cooperativo y menos especulativo e ineficiente; sin perjuicio de una declaración de emergencia hídrica global, total o parcial, por parte de Naciones Unidas.
Educar, prevenir, diseñar y lograr políticas de Estado bajo dichas premisas, asegurarnos un aprovechamiento más racional del agua, incentivar la conservación y recuperación posible de cada fuente hídrica, pensando no solo en nosotros sino en las generaciones venideras, ya son claros imperativos que no admiten ninguna dilación; mucho menos especulación, ineficiencias y lucro con este recurso exiguo.
Cuando temerariamente y a su modo, el recurso natural del “agua” ya cotiza en Wall Street, simultáneamente falta en las zonas más vulnerables del planeta (alrededor de tres mil millones de personas no acceden al agua potable), esta efeméride mundial no debe reducirse a lo alegórico sino erguirse como una oportunidad para avanzar y encontrar, mancomunadamente, un programa hídrico cooperativo, globalmente satisfactorio.
Finalmente, la mejor celebración será que toda persona humana, a la mayor brevedad posible, pueda obtener agua potable suficiente mediante prestaciones y servicios esenciales, de calidad, efectivos para satisfacer sus necesidades en plazos adecuados. Y que tales prestaciones y servicios puedan brindarse mediante métodos y tecnologías modernos, centrados en la satisfacción personal, ayudando en lo posible -de manera equitativa- a quienes más los necesiten.
Experto CoNEAU en cooperativismo