Signo de los tiempos. En las redes todo el año es Navidad
En las redes sociales también se expresan emociones positivas, como felicidad, sorpresa y esperanza
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Ustedes, millennials, no habían nacido, pero hubo una época en que los saludos navideños eran autógrafos y debían enviarse con varias semanas de anticipación con una tecnología llamada estampilla desde el lugar donde ahora se despachan paquetes de Mercado Libre. Registros históricos confirman que el correo existía antes de que fuera electrónico y repartiera indiscriminadamente imágenes animadas de renos y copos de nieve que envía la tía desde Villa Luzuriaga. Costumbre que también es historia.
El espíritu navideño hoy circula en microvideos con acuse de recibo en likes que devuelven seres que no conocemos, con más gentileza que la cuñada que no se digna a contestar el WhatsApp familiar. TikTok explota a Mariah Carey hasta la ignominia de esa versión de “All I Want for Christmas is You” hecha con sonido de botellas descorchando.
Este año, el milagro de las redes convirtió Tierra Santa en el hit “Jerusalema” y su coreografía apta para todo público. La Navidad está viva desde octubre en los tutoriales de pan dulce de masa madre y adornos para el arbolito con tubos del rollo de cocina y cordones de zapatillas. Gracias a ellos exploramos las potencialidades de los frascos de vidrio reciclados en velas de soja o macetas con suculentas para obsequiar a esa gente que queremos poco.
Las redes son el espacio de la cordialidad fácil, el saludo compulsivo que democratiza aquel gesto pánfilo del transeúnte que miraba a la cámara de TV y sacudía su mano para mandar “un saludo para todos los que me conocen”. Ahora no pasa un día sin que encendamos la cámara del teléfono para improvisar un saludo dirigido especialmente a quienes ni nos conocen, ese coro anónimo con el que compartimos la nada cotidiana que tan bien se lleva en las redes sociales.
Durante 2021 la gente le preguntó a Google por partidos de fútbol, recetas exóticas que veía cocinar en la televisión, palabras de influencers como “nashe” y “uwu” y personas que tuvieron los mismos problemas que cualquiera (velorio o separación). En el año récord de víctimas del coronavirus nadie preguntó por el mal que se supone culpable de todos los problemas. Consultó, en cambio, por las soluciones: una de las diez preguntas principales incluía la vacuna, y tres tenían que ver con las elecciones.
Entre los porqués más consultados estaba “Por qué no anda WhatsApp”, confirmando la prioridad que tiene en nuestras vidas la conversación digital.
Puede ser un buen propósito para el próximo año entrenar nuestro algoritmo para que se mude a la burbuja virtuosa de las redes llenas de emojis con corazones, y ponga distancia de las cuentas que gritan su indignación en letras mayúsculas.
Contrariando el prejuicio de quien supone a Twitter un territorio hostil, la medición en tiempo real que hace Emojitracker confirma que predominan los íconos del amor y la alegría. Si en lugar de mirar las disputas políticas, se observa la conversación en red en su conjunto, se constatará que la cordialidad navideña es cosa de todo el año.
Una investigación que desarrollamos con mi equipo para analizar las emociones que se expresan en las redes sociales aporta datos para ver esa tendencia en la campaña digital de una empresa. En julio el Grupo Arcor preguntó en sus redes cuál era la mirada al futuro y recibió más de nueve mil mensajes de usuarios. En línea con los estudios de neurociencia, la investigación detectó que las emociones preponderantes fueron felicidad, sorpresa y esperanza. El miedo aparecía en menor proporción, y eran marginales la tristeza y la ira. Pero aun esas emociones se expresaban cordialmente, con mensajes que incluían manitos alzadas, globos terráqueos, arcoíris y caritas sonrientes. La segunda semana de julio, cuando la Argentina registraba veinte mil contagios al día y superaba esa barrera ilusoria de las cien mil muertes, la gente compartía mensajes con esperanza en el futuro en las redes.
Puede ser un buen propósito para el próximo año entrenar nuestro algoritmo para que se mude a la burbuja virtuosa de las redes llenas de emojis con corazones, y ponga distancia de las cuentas que gritan su indignación en letras mayúsculas. Urge emigrar del círculo tóxico de quienes solo ven odio en las redes sociales y diagnostican para todo el mundo lo que sucede en un minúsculo contexto. Si algo tienen las burbujas de cordialidad es que siempre están abiertas, llenas de videos de gente riéndose de sí misma, mascotas haciendo gracias casi humanas y bebés haciendo monerías; de mujeres mofándose de sus neurosis y hombres maquillándose como reinas del carnaval; de jóvenes con mochila al hombro y de no tan jóvenes contando la vida desde la cocina. Para el nuevo año nos deseo la esperanza de ser parte de alguna red de afecto.
Analista de medios