De no creer: serás lo que debas ser o serás un Fernández
Como una plaga, un virus o un castigo que viene del más allá, se extiende entre nosotros la maldición de los Fernández. Cristina inauguró la saga, Alberto está siendo un dignísimo representante de todas las desgracias asociadas al apellido, y ahora Aníbal revalida pergaminos y exige ser considerado el peor del linaje. En los gobiernos kirchneristas siempre tiene que haber dos, tres o más Fernández, cosa de asegurar el poder destructor de la fórmula. Carlos Fernández, aquel ministro de Economía que pasó sin pena ni gloria; la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti, caída en desgracia por el sopapo que recibió en las PASO, y Ofelita, la legisladora porteña, provienen de la rama Fernández Delta, una cepa de baja letalidad. Los Fernández Meijide y los Fernández Díaz no pueden reclamar ningún derecho nobiliario: son portadores sanos.
En cambio, las pretensiones de Aníbal están más que justificadas. De aquel Bigotes que hace años le pidió a Nik un dibujo de Gaturro para regalarle a su hijo Facundo a este que le sugiere al humorista que mande a sus hijas al colegio con custodia, ha pasado mucho tráfico de amistad con gente que engrosa expedientes, mucha asimilación de códigos que las películas les atribuyen a los mafiosos. Un amigo que es habitué del poder me hacía notar que todos los gobiernos tienen personeros que, en los márgenes, se ponen un parche en el ojo y asumen las misiones menos académicas; por ejemplo, constituir una fuerza de tareas con barrabravas. “La política, acá y en la China, necesita de esos tipos, impresentables, pero imprescindibles”. Lo novedoso, me decía, es que alguien así llegue a ser ministro de Justicia, ministro del Interior, ministro de Seguridad, jefe de Gabinete, candidato a gobernador de la principal provincia del país. Mi amigo no entiende nada: no es raro si sos un Fernández.
Este Aníbal integra la colección primavera-verano del kirchnerismo vintage. Cuando se ve en problemas, Cristina vuelve a las fuentes: Alberto, Massa, Manzur, Filmus, Moreno Feletti, Julián Domínguez, Débora Giorgi, barones del conurbano, congelamiento de precios, restricción de importaciones y exportaciones, aquelarre de subsidios y cepos, jueces militantes, producción en serie de enemigos, Macri en el origen de todos los males. El problema es que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Kicillof atendía en la Ciudad de los Niños y ahora está poniéndose al día con sus aportes previsionales. Scioli sigue esperando una llamada que lo rescate de Brasilia, pero apenas lo consultan por la disponibilidad de plazas en Río este verano. Hasta Máximo padece una prematura decrepitud y no puede evitar que Berni lo agarre del cuello; sí, Berni, que con tres asesinatos en 12 horas no hay moto que le alcance para llegar a montar sus shows de fusiles y micrófonos. De aquellos tigres a estos gatitos. De granjas disciplinadas a revueltas. Hay que agradecer que mantengan el buen humor: de Menchi Sábat a Nik.
En otras circunstancias se podría considerar extraño que, frente a una coyuntura como la actual, ni siquiera junten fuerzas para festejar, mañana, el Día de la Lealtad. Se había previsto un acto multitudinario, con el descubrimiento de una placa para honrar la memoria de Herminio Iglesias, pero surgieron imprevistos y hubo que suspenderlo. El mayor imprevisto: es el Día de la Madre; además, la CGT se había cortado sola con su celebración de pasado mañana, porque la lealtad peronista bien entendida empieza por diferenciarse del gobierno peronista. Otro inconveniente es que el 17 de Octubre oficial, no el de la casta de obreros, iba a tener un solo orador, Alberto; al enterarse, Cristina los animó a buscar suicidios electorales más ingeniosos.
Resuelto este embrollo, Manzur amaneció anteayer a las 4 de la mañana, despertó a una criada para que le hiciera las valijas y partió a Nueva York y Washington; es el único funcionario que logra despegarse de las penurias de la hora y mirar el futuro: su candidatura presidencial en 2023. Como que esta convocatoria del 14 de noviembre, que venía a salvar, no le resulta tan excitante. Adherirá a la magna efeméride de mañana cantando la marchita en la capital del capital.
La justificación del viaje que presentó en el Instituto Patria para que le devolvieran el pasaporte es que quería vigilar de cerca a Guzmán y a Pesce, el presidente del Banco Central; Guzmán no se sabe si fue a Estados Unidos a negociar con el Fondo o a buscar trabajo, y Pesce se moría de ganas de ver un dólar.
Nada retrata mejor la deriva póstuma del kirchnerismo que la asistencia de medio gobierno a la inauguración, el lunes, de una planta de chacinados en La Cocha, Tucumán. Alberto, Manzur, Aníbal, Vitobello, Moroni y otras celebridades estuvieron ahí para ver la salida del primer salame; primero y último, porque al tinglado le falta un año de construcción.
Entonces: Alberto en La Cocha, Cristina en El Calafate, Massa en el consultorio de una tarotista y Máximo sumergido en las honduras de su desazón.
Me pregunto quién va a salir a las calles a repartir bicicletas.