Seis artistas en busca de Federico Klemm
En un año de aniversarios para la fundación creada por el excéntrico artista y mecenas, una muestra temporaria combina tributo, creatividad y desparpajo
En la Argentina se pueden leer biografías de Yiya Murano, de María Eugenia Vidal, de Jorge Capitanich, de Ricardo Bochini, pero no hay ningún libro dedicado a la vida, la figura y la obra artística de Federico Klemm. Quizás él previó esta injusticia y la reparó por mano propia: creó la Fundación Jorge Federico Klemm de Arte Contemporáneo en 1992, las salas de exposición en 1995 y un año después el premio, del que en 2016 se cumplen veinte años. Varios artistas consagrados, entre ellos Nushi Muntaabski, Max Gómez Canle y Elba Bairon, ganaron el premio a las artes visuales de la Fundación Klemm.
¿Qué se puede decir sobre una colección privada abierta al público de manera gratuita, que posee obras de Andy Warhol, René Magritte, Joaquín Torres García y Mildred Burton, íntima amiga y coperformer del artista nacido en 1942 en Checoslovaquia? “Este año nos pidieron muchas obras de la colección para muestras colectivas en el CCK, en el Recoleta y en el Mamba”, cuenta Valeria Fiterman, una de las responsables de la galería situada frente a Plaza San Martín.
La colección Klemm es una caja de sorpresas, de maravillas expuestas y no expuestas también: la trastienda es magnífica. “Nos visitan muchos sub-30”, dice Fernando Ezpeleta. ¿Por qué la valorización del trabajo de Klemm como artista, coleccionista y agente de la vida cultural llega de la mano de los jóvenes? “Ellos son más desprejuiciados y no cargan con el lastre que asociaba a Klemm con la década menemista.”
Claudio Marcelo Iglesias, en su ensayo Rubias teñidas, publicado este año, escribió: “A su obra entera parece tocarle esa situación que describió tantas veces en sus pinturas y en sus fotocollages: un destino trágico o una novela familiar (historias míticas como la de Príapo) quedan inmortalizados sobre la superficie rocosa y solitaria de un planeta bajo el manto de las estrellas. La obra de Klemm prosigue su camino en estas condiciones, como material cósmico que cumple su trayectoria en silencio”.
¿Crees que soy sexy?
Como atractivo se suma en ese espacio la muestra temporaria Dórico, jónico, corintio. La historia del arte después del derrumbe de la norma, curada por Jimena Ferreiro, que reúne trabajos de seis artistas y de Klemm.
“Entre el éxtasis clásico y la desnudez hiperbólica contemporánea, la obra de Klemm explora un régimen de los cuerpos en permanente desborde dionisíaco, que exacerba al extremo el canon grecolatino en clave homoerótica –dice Ferreiro–. Esta condición desbordante y sexy fue el punto de partida para convocar a Laura Códega, Mauro Guzmán, Ad Minoliti, Malena Pizani y Nancy Rojas a sumarse a este proyecto.”
¿Qué pulsiones recorren las obras y las convierten en vectores de la muestra? “La suntuosidad barroca, sensual y artificiosa que articula la narración dramática, y el exceso que toma la forma de visualidad trash, a través de la cual jalonan temporalidades, usos y apropiaciones de la imagen performateando el género y proyectándolo hacia prácticas queer”, apunta Ferreiro.
En el video de Guzmán (1977), el artista rosarino posa entre frutas de todos los colores, a las que saborea pintarrajeado como un clown. Los bodegones y las naturalezas muertas resucitan con la vitalidad cómica de Guzmán, que además presenta series fotográficas de contenido erótico matizado por las formas.
“Como en un juego de cajas chinas, esta exposición presenta escenas dentro de escenas, en una estructura que traviste los roles y transforma la presencia de Klemm en una trama que teje correspondencias y afinidades entre los demás artistas”, agrega Ferreiro, cuyo montaje de sala evoca los sets televisivos de El banquete telemático, los increíbles programas de Klemm, muchos de ellos disponibles en YouTube.
Las columnas, desde el título de la exposición, sostienen la muestra. En la entrada, una instalación de Laura Códega (Buenos Aires, 1977) prenuncia lo que vendrá después del derrumbe: la experimentación, el desparpajo y también el duelo.
El video de Códega, L’Arte e la Vanitá, cuenta con acentos de tragedia el romance delirante entre Arte y Vanidad (dos damas griegas). Con máscaras de pan diseñadas y cocidas al horno por la artista, los actores dicen sus parlamentos fúnebres y jocosos. En el elenco colaboran otros artistas amigos de Códega, entre ellos Matías Ercole, Gabriel Chaile, Federico Lanzi y Guadalupe Chirotarrab.
Malena Pizani (Caracas, 1975) presenta Escena desnuda para actores ausentes, un retablo decorado con objetos de cultura (un libro ilustrado, piezas de arte mínimas) e instrumentos de tortura, y una serie de fotos con quirúrgicas intervenciones digitales.
En las dos obras de Ad Minoliti (Buenos Aires, 1980) se sigue la deriva del imaginario de Klemm: dórico, corintio, jónico y por qué no también protodórico. Las telas impresas de Minoliti conviven con un trío de GIFs diseñados junto con la videoartista mexicana Gaby Cepeda (1985). Frente a las obras de los artistas convocados por Ferreiro, un enorme trabajo de 1994 de Klemm domina la escena con una visión bíblica filtrada por una pornografía kitsch: Sansón y Dalila.
Un texto de Nancy Rojas (1978) fue interpretado por la artista y curadora rosarina en la inauguración de la muestra: el contenido se asemeja a un manifiesto por un arte del riesgo, la diversidad y la crítica.
Pocas muestras más estimulantes se pueden ver en Buenos Aires hasta principios de octubre.