Segundo round de una pelea complicada para el Gobierno
El Presidente perdió centralidad por el avance impetuoso de Manzur en tanto que los intendentes esmerilan a Kicillof
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Como un boxeador que está fuera de forma, pero que en menos de dos meses debe defender su título de campeón mundial, el Gobierno fofo y procrastinador hasta las PASO apela ahora a todo tipo de anabólicos, corre por la cinta y le pega a la bolsa intentando recuperar el tiempo perdido. Busca mostrarse más ágil para alcanzar una victoria que se le presenta extremadamente esquiva.
Las nueve semanas que corren entre las primarias y las elecciones del 14 de noviembre bien podrían metafóricamente analizarse como una pelea de box a nueve rounds, de la que ya se consumieron dos.
En el primero –la semana que sobrevino a la inesperada y brutal derrota en las urnas– el oficialismo quedó casi al borde del nocaut, con los audios “filtrados” y sin anestesia de Fernanda Vallejos, más la carta “descarnada” de Cristina Kirchner. Cuando la campana marcó el final de esa primera rueda, el Gobierno volvió grogui a su rincón y el árbitro inició la cuenta.
En la semana que acaba de quedar atrás se libró el segundo round. El Gobierno se puso de pie trabajosamente, fue hasta el centro del ring y siguió recibiendo duro: tomó el mando ejecutivo Juan Manzur, un exponente del peronismo más rancio, machista y feudal; Aníbal Fernández reapareció para generar ruido mediático y oficiar de pararrayos de malas noticias, y el Presidente perdió centralidad; tampoco zafó el exniño mimado Axel Kicillof, humillado por tener que comparecer presencialmente en El Calafate a recibir instrucciones de la jefa máxima y resignarse a la intervención de su gabinete por intendentes a los que ignoraba o aborrecía, para darle mejor anclaje territorial a su gestión.
En paralelo, empezaron a conocerse medidas económicas de emergencia para congraciarse con el electorado que suponían cautivo y que, en cambio, metió su bronca en las urnas. Huelen a naftalina los alivios precarios que ponen en marcha para revertir esa disconformidad.
Si ya era nauseabunda la naturalizada y repetida expresión oficialista de “poner plata en el bolsillo”, porque suena a burdo soborno y a monedas que la inflación diluye en poco tiempo, directamente resultó vomitivo lo de “la platita” (que el candidato Daniel Gollán asegura que le dijo una señora y que él avaló sonriendo al afirmar que “eso es lo que valora la gente”). El ministro Jorge Ferraresi regaló en su feudo de Avellaneada bicicletas en una imagen casi calcada de Juan y Eva Perón (ya que también lo hizo con su mujer, que es candidata a concejala del Frente de Todos). Aquello de los padres del justicialismo fue hace ¡setenta años! Ni siquiera en las mañas clientelares y demagógicas se han renovado.
“No podemos amarretear”, advirtió otro ministro bonaerense, el camporista Andrés Larroque, en la línea de Gollán. Incrementos en el salario mínimo y en una batería de planes sociales, generosa emisión monetaria y presupuesto 2022 del (por ahora) “sobreviviente” Martín Guzmán bajo la severa lupa del cristinismo. Campana y fin del segundo round.
En tanto, Juntos por el Cambio se dedicó en la semana que pasó a hacer demostraciones de unidad y de ensamblado entre las distintas listas que compitieron en los principales distritos, un valioso diferencial que el oficialismo no podrá exhibir en el próximo cuarto oscuro ya que la vocación por el “dedazo” impuso mayoría de listas únicas que se repetirán sin cambios en las elecciones de noviembre.
La conformación más horizontal que se va dando en JXC, en comparación con la férrea verticalidad del FDT (tras el disciplinamiento tajante que impuso Cristina Kirchner antes de volver a su silencio sureño), implica desafíos para adelante, especialmente ante el surgimiento de controversias que puedan cruzarse en algún momento, más allá del satélite suelto, imprevisible y sin control que le encanta encarnar a Elisa Carrió, pero que suele ser muy eficaz para hacer sonar su alarma instintiva con anticipación cuando algo está mal.
En sus antípodas, el fundador del espacio, Mauricio Macri, busca con perfil bajo cohesionar a la tropa. Pondrá distancia geográfica nuevamente con otro largo viaje, que incluye Estados Unidos y Qatar.
En ausencia de un comando unificado en la comunicación cambiemita, a los perfiles de por sí ya altos de la presidenta de Pro, Patricia Bullrich, y de María Eugenia Vidal, se suman los nuevos, versados en economía, de Martín Tetaz y, especialmente, Ricardo López Murphy, que no se amilana, incluso, al aceptar invitaciones de vidrieras más hostiles, como la de C5N, y salir bastante airoso (en el debate y en el rating). López Murphy fue la estrella con la que todos querían hablar el lunes último en la preinauguración de la muestra de Rafael Barradas en el Malba y en la posterior recepción en la embajada de Uruguay. Su misión será parar el avance electoral de Javier Milei.