Secretos que guardan los caleidoscopios
En su autobiografía titulada Si le grain ne meurt(Si la semilla no muere), el escritor francés André Gide (1869-1951) -autor también de Los monederos falsos y Los sótanos del Vaticano, libros de una actualidad sorprendente- contaba cómo descubrió los secretos del caleidoscopio. Alrededor de los seis años, se deslumbró creando mundos pasajeros (¿y virtuales?) con un caleidoscopio, dándole vueltas incansablemente. Hasta que un día quiso saber qué era lo que provocaba tanta magia y lo despanzurró, es decir, lo abrió y volcó todo el contenido en la palma de la mano. Un vidrio partido, una pluma de gorrión de París (no de faisán), una piedra del camino, probablemente una cuenta de collar... y no mucho más. La desilusión -cuenta Gide, y cómo lo cuenta- fue infinita, pero descubrió para él el secreto del arte, pura representación, casi siempre ficción.
Nuestro idioma, ¿no se parece a veces a un caleidoscopio al que le quitamos el misterio? También los hablantes van recogiendo por el camino palabras convencidos de que estaban desde siempre en su lengua, pero luego descubren que no, que venían de otro lado. Por ejemplo, escribe la lectora Claudia López: "Consulto por la palabra «femicidio» que desde hace unas semanas aparece frecuentemente en la nacion. No la encontré ni en el DRAE ni en el DPD. Su uso, ¿es correcto?"
Ponemos nombre a las cosas y a las situaciones cuando ellas se nos imponen. El "asesinato de mujeres por el hecho de serlo, como una forma extrema de violencia machista", como muy bien define Fundéu en su artículo dedicado al tema, se llama en español feminicidio, o por lo menos esta debería ser la forma adecuada para referirse a ese asesinato.
Pero resulta esclarecedor, en todo sentido, seguir la explicación de Fundéu: "Se trata de una palabra bien formada y no es necesario destacarla con cursivasni comillas. Las leyes de varios países y las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos definen feminicidio como el ?homicidio de mujer por razones de género'. Este sustantivo se puede emplear no solo para hacer referencia al asesinato individual de una mujer, sino también para referirse al homicidio sistemático de mujeres, en especial en contextos donde no existe un fuerte reproche social o cultural de estos hechos. Por ejemplo, hay culturas donde el feminicidio consiste en dar muerte a las niñas cuando nacen".
Finalmente, recomienda Fundéu: "Se recomienda evitar la forma femicidio, calco del inglés femicide" [como se verá la Fundación del Español Urgente ha decidido reforzar algunos conceptos recurriendo a la tipografía en negrita]. Ahí empieza todo y ahí también está la explicación para la pregunta de la lectora de Línea directa Claudia López. Como en el caso de precuela (del inglés prequel), también ahora el hablante ha optado por un neologismo derivado de una palabra en otro idioma. Precuela ya está incorporada en la 23» edición del Diccionario académico en soporte papel; quizá no pase tanto tiempo para que femicidio le gane su lugar a feminicidio, tan correctamente formada. Y si eso ocurre, ¿cuál de las dos será incorporada al futuro diccionario universal del español?
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