Reseña. Catedrales, de Claudia Piñeiro
Con espíritu lúdico, el género policial suele dar al enigma la forma de juegos como el rompecabezas o el ajedrez. Claudia Piñeiro (Burzaco, 1960) sigue esa tradición en Catedrales, su nueva novela, solo que la articula como una carrera de postas. Las seis voces que narran la historia se pasan el testimonio hacia una meta: esclarecer el crimen de la menor de tres hermanas, Ana, una chica que a los diecisiete años aparece incinerada y descuartizada en un terreno baldío.
Sería engañoso reducir de todas maneras el relato a un policial. Si bien Piñeiro es reconocida por novelas dentro del género (Las viudas de los jueves; Betibú), es en el cruce entre intimidad y enigma donde nacen sus libros. Catedrales tiene como punto de partida a Lía, la hermana de la víctima, que vive en Santiago de Compostela y cortó todo contacto con su familia, a excepción de las cartas que continúa enviándose con el padre. El relato sigue en la voz de cinco narradores sucesivos: su sobrino adolescente, la mayor de las hermanas, su esposo, una amiga de Ana que perdió la capacidad de generar memoria cuando se cayó sobre ella la estatua de una iglesia y, finalmente, el médico forense que intervino en la autopsia. Todos ellos hablan treinta años después de la aparición del cuerpo. La investigación está cerrada, y jamás aparecieron los culpables. Esa distancia temporal entre el supuesto crimen y la narración aleja la historia de la clásica pesquisa policial. La trama intenta descifrar el efecto de la tragedia más que descubrir qué sucedió.
"No creo en Dios desde hace treinta años", dice Lía. La frase contiene el núcleo que va a alimentar el conflicto: qué se esconde detrás de los discursos religiosos. En ese sentido, los personajes muestran una posición distinta frente a la fe: fanatismo, obediencia, desconfianza, necesidad, puro ateísmo. Pronto el vínculo entre ellos expone los conflictos que esconden, y de alguna manera pone en cuestión la institución familiar.
Eso no significa que Catedrales sea puramente reflexiva: por el contrario, la trama se tensa en el suspenso de lo que se silencia. Basta llegar a la mitad del relato para que el lector sepa qué sucedió, o eso parece. Las tres voces que restan y la carta del padre que cierra la historia se adentran en un lugar más oscuro: una serie de secretos tan inquietantes como el crimen. Piñeiro, siempre hábil, parece dar con un género singular, el policial familiar, en el que todo queda en casa.
CATEDRALES
Claudia Piñeiro
Alfaguara
336 páginas$ 899