¿Se viene una “marea rosa” en la región?
Las posibles victorias de los candidatos de izquierda en Brasil y Colombia este año podrían convertir a América Latina en una región gobernada casi en su totalidad por gobiernos de centroizquierda o de izquierda radical. Muchos ya están hablando de una nueva “marea rosa” en la región. Pero hay varias razones para ser escéptico de que pueda surgir un poderoso bloque regional de izquierda. A diferencia de lo que sucedió durante la última ola de gobiernos de izquierda a fines de la década de 2000 y principios de la de 2010, cuando Venezuela financiaba a dirigentes de izquierda en toda la región, esta vez Venezuela está en bancarrota, y sus principales aliados también.
Ciertamente, si la izquierda gana en Brasil y en Colombia, como sugieren algunas encuestas, los 7 países más grandes de la región y más del 85% de la población de América Latina vivirían en países dirigidos por gobiernos de centroizquierda o de izquierda. En Brasil, una encuesta reciente de Datafolha en torno a la primera ronda electoral del 22 de octubre muestra que el expresidente izquierdista Luiz Inacio Lula da Silva tiene un 44% del voto, mientras el actual presidente, el derechista Jair Bolsonaro, tiene un 26%. El escándalo de corrupción de la constructora Odebrecht que afectó al gobierno de Lula parece haber pasado a un segundo plano.
Hasta el momento, ningún candidato de centro ha surgido como una alternativa seria a ambos en Brasil. Pero hay versiones de que el exfiscal y exministro de Justicia Sergio Moro y el gobernador de San Pablo, Joao Doria, podrían postularse como candidatos de centro o centroderecha. “Todavía es temprano para saber si Moro o Doria ganarán tracción, pero creo que en teoría podrían desplazar a Bolsonaro y llegar a la segunda vuelta”, me dijo Sergio Fausto, el director de la Fundación Fernando Henrique Cardoso de Brasil.
En Colombia, el exalcalde izquierdista de Bogotá Gustavo Petro lidera las encuestas para la primera vuelta electoral del 27 de mayo. Una encuesta reciente de la firma Yanhaas le dio a Petro un 25% del voto, seguido por el 18% que votó en blanco. En el resto de la región, el presidente electo de izquierda Gabriel Boric y la presidenta electa de Honduras, Xiomara Castro, también de izquierda, asumirán próximamente el mando. México, la Argentina, Bolivia y Perú están gobernados por presidentes populistas de izquierda elegidos democráticamente, mientras que Venezuela, Nicaragua y Cuba son dictaduras de izquierda. Hay tres razones principales por las que es poco probable que veamos el resurgimiento de un poderoso bloque ideológico entre estos países. Primero, después de dos décadas de chavismo, Venezuela se ha convertido en uno de los países más pobres de América Latina y no tiene ni el dinero ni el prestigio para liderar un bloque regional.
En segundo lugar, habría serias diferencias políticas entre los gobiernos de izquierda de la región. Venezuela y Nicaragua eran vistas como democracias híbridas a principios de la década de 2000, pero desde entonces se han convertido en dictaduras patéticas. Es muy probable que algunos de los nuevos líderes de centroizquierda intenten mantenerse alejados de estos regímenes. Boric, que alguna vez apoyó al régimen de Venezuela, tuiteó ya en 2019: “El gobierno de Nicolás Maduro está violando gravemente los derechos humanos. Desde la izquierda, debemos condenarlo sin empates ni matices”. Y recientemente, tuiteó: “Nicaragua necesita democracia”. Boric podría erigirse como líder de una nueva izquierda democrática en la región.
En tercer lugar, la marea ideológica puede girar hacia el centro o la derecha en las elecciones de 2023 en la Argentina y en las elecciones de 2024 en México. En ambos países, a los partidos de oposición de centroderecha les fue bien en las elecciones intermedias de 2021. Resumiendo, sí, América Latina puede girar más a la izquierda este año. Pero sus líderes no tendrían mucho en común, y algunos de ellos podrían no durar más allá de las próximas elecciones. Es posible que veamos una “marea rosada”, pero todo indica que será débil y poco profunda.
@oppenheimera