Se le escapó la tortuga
"No me reconozco diciendo lo que dije".
(De Eduardo Duhalde, tras haber pronosticado un golpe de Estado.)
Uno de los mayores problemas del peronismo en el Gobierno y de muchos peronistas que se quedaron fuera del Gobierno no es la economía. Tampoco lo son la oposición ni los poderes concentrados que conspiran contra el gobierno del pueblo y alimentan la voracidad del capitalismo salvaje. El problema de fondo es que les falta un buen publicista, un David Rato que emboque el dardo en el centro de la diana con apenas dos iniciales RA(Raúl Alfonsín), en celeste y blanco, casualmente como República Argentina. Un golazo en medio del arco de la dictadura saliente.
Y no es que falte creatividad en el mercado publicitario. Podrían contratar a varios expertos haciendo una vaquita, antes de seguir metiendo la pata y que la fecha de elecciones se les venga encima. O antes de que los militares tomen el poder, como vaticinó Eduardo Duhalde.
¿¡Cómo!? ¿Se arrepintió?
"Lo que yo dije no tendría que haberlo dicho. Es una respuesta vinculada con una pérdida momentánea, la mente se te desengancha de la realidad. Vamos a decirlo en castellano: se te escapa la tortuga", aclaró el expresidente cuando le marcaron la altura de las llamas del incendio político que provocó no solo con esa frase, sino con las detalladas fundamentaciones de esa segura asonada militar pronosticada durante el programa de televisión en el que hasta el quelonio le desertó espantado.
Si algo queda claro es que Duhalde no esCristina. Ella nunca se arrepintió de haber dicho que los Estados Unidos querían "voltear" a su gobierno y que si algo le pasaba miráramos "hacia el norte"; que había un plan del agro y del sector financiero para quebrar la institucionalidad; que la muerte de Nisman acaso haya sido el último golpe de una estrategia destinada a desestabilizarla; que los que daban cuenta de la inseguridad en el país (no de la sensación de inseguridad) era para horadar su loable gestión y que los cuestionamientos globales al memorándum con Irán por el atentado contra la AMIA eran promovidos por un grupo de acreedores norteamericanos de bonos argentinos, en litigio con nuestro país desde 2001.
No se arrepintió ni se arrepiente, por ejemplo, de volver sobre la Justicia porque no es justa con ella; de apagar los micrófonos a opositores en el Congreso ni de ¡válganos Dios! haber elegido a Alberto. En el zoo de Cristina los quelonios no se escapan, se le subordinan.