Se insiste con el fracaso de la vacunación militante
Los principales conceptos de Willy Kohan en Somos Nosotros, por LN+
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Cada vez está más claro que el Gobierno, Cristina Kirchner y sus principales aliados se juegan su futuro político a lograr una vacunación masiva en el Conurbano y la provincia de Buenos Aires, la única fórmula para aspirar a un triunfo en las elecciones de septiembre y noviembre próximos.
Lograr frenar el ritmo dramático de contagios y fallecimientos significa no solamente detener la tragedia humanitaria. Implica la posibilidad de evitar cuarentenas extremas que sigan derrumbando a la economía y el humor general de los argentinos.
La vacunación militante a la que viene apostando el Gobierno y a la que ahora dobla la apuesta y se juega su futuro no ha dado resultados. La Argentina está en los primeros puestos de fallecimientos, contagios y desastre socio económico por las cuarentenas.
Ignorar y militar en contra de los avances de la ciencia y de las vacunas más efectivas que producen los laboratorios de EE.UU. es un error imperdonable. Y apostar solamente a los acuerdos con Rusia y con China que ya se ha visto que no pueden abastecer lo suficiente termina dejando al país sin vacunas.
Del contrato firmado con AstraZeneca, que supuestamente iba a salvar al país en febrero con millones de dosis, nada se logró significativamente a la fecha.
Richmond aclaró que recién en julio o agosto tendría disponibles las primeras dosis de la Sputnik criolla, siempre y cuando Moscú entregue los insumos básicos en tiempo y forma.
Aún en el caso de que llegaran las millones de dosis imprescindibles para lograr la vacunación masiva que el país necesita, la vacunación militante concentrada en el Estado Nacional también ha demostrado que termina en un desastre.
Se pone en peligro el éxito del plan de vacunación si otra vez se opta por el modelo estatista, donde no participa el sector privado y es el Estado el que tiene el monopolio en la compra, distribución y aplicación de vacunas.
Se sigue impidiendo que ingresen vacunas a través de sector privado. No se permite que vacunen las farmacias. Tampoco se autoriza a los sanatorios, vacunatorios privados y a todo el sistema privado de salud.
Se confirmó lo que anticipamos semana a semana en esta columna. Existió y existe una decisión política en el oficialismo orientada a impedir, trabar y tratar de prescindir en la Argentina de las vacunas fabricadas por laboratorios de EE.UU.
Pfizer declaró en el Congreso que ofreció por escrito al un contrato al país por unas 13 millones de vacunas que el Gobierno prácticamente ignoró, mientras siguen sin ni siquiera aprobarse en la Argentina las vacunas de Janssen y Moderna.
La decisión oficial es, como siempre, doblar la apuesta. Se anunció que no habrá modificación a las leyes para permitir el ingreso de la vacuna de Pfizer. La Argentina podría perder parte de las donaciones que anunció el presidente Joe Biden para América Latina.
El ritmo de contagios y fallecimientos no cede. No está claro que se puedan evitar las cuarentenas extremas. En el Gobierno prefieren cierre de actividades los fines de semana. Seguirá la pelea política por abrir o cerrar las escuelas.
El Gobierno buscará hablar más de vacunas y esperanza y menos de enfermedad y muerte. Se profundiza el control estatal del plan de vacunación desde la provincia de Buenos Aires.
En el conurbano y grandes ciudades de la provincia, los intendentes de la oposición siguen al margen del programa en sus distritos. Crece la presencia de La Cámpora y agrupaciones políticas en la organización y distribución de vacunas.
Si la vacunación militante abre dudas en su eficacia, no menor es lo incierto de la recuperación económica que ya muestra dificultades por la segunda ola de la pandemia.
La emisión de pesos y de deuda para financiar aumentos nominales de ingresos no alcanza para apuntalar la recuperación. Acelera la inflación que destruye los ingresos y profundiza la desconfianza que aleja inversiones o jugarse los ahorros en el país.
El Gobierno se pasó de rosca con los aumentos de impuestos. Subió la carga para empresas, personas, riqueza y estalló Cristina y Sergio Massa para frenar el guadañazo contra los monotributistas, a quienes les reclamaban un retroactivo sobre lo que ya vienen pagando desde enero. La AFIP debió retroceder.
La economía privada no da más. Hubo récord de pedidos de asistencia para pagar sueldos vía Repros. Cayó más de 30% el patentamiento de autos en mayo, lo mismo que el consumo con tarjetas de crédito. La construcción siguió estancada y se frenó hace meses el boom de obras privadas del año pasado.
El Gobierno amenaza con más estatizaciones mientras se mantiene el cepo y los cupos cada vez mayores para exportar e importar. La inflación combinada con el confinamiento por la pandemia afectó claramente el rebote de la economía.
Los mercados miran el presente con preocupación, pero el futuro con mayor optimismo. Sube todo: bonos, acciones y también la brecha cambiaria, aunque a menor ritmo. En mayo acciones y bonos treparon entre 20% y 40% en dólares. La racha se mantiene en junio
Optimistas creen que el final de la pandemia está finalmente más cerca, y apuestan a un resultado de regular a malo para el Gobierno en las elecciones. Suponen que se fortalecerían límites a la radicalización K, e impediría mayores ataques a los derechos de propiedad en el futuro.
Los inmuebles siguen sin novedad, con precios a la baja. Salvo el boom de espacios verdes, que se mantiene en clubes de campo y barrios cerrados de todo el país.
El Gobierno necesita vacunar y reactivar. Por el camino de la vacunación militante, ignorando los avances de la ciencia, militando tontamente contra EE.UU. con el viejazo de los 70s, estatizando las vacunas y ejerciendo un rígido monopolio estatal para enfrentar el problema ya se demostró que no se logra. Haciendo lo mismo, difícil que se obtengan otros resultados.