Se “hablan encima”
“Es prematuro. Las elecciones en Tucumán son el año que viene”. (De Juan Manzur.)
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Son un montón, pero podrían ser muchos más. Ya estamos ahí, casi duplicando los diez mandamientos o las maravillas del mundo y, si nos dan un tiempito, triplicamos con creces el número de pecados capitales. ¿Los tipos de dólar? No. A esos dejamos de contarlos el día en que Massa hizo estallar el ábaco. ¿Los impuestos? ¡Menos! Contando los nacionales, provinciales, municipales, zonales, barriales, barriobajeros y zaguaneros, hoy superamos los 160. ¿La comitiva de Scaloni para Qatar? Frío, frío. Se trata de los precandidatos a presidente. Faltan diez meses para las PASO y un año para las generales y ya tenemos en gatera unos 19 postulantes. Casi una veintena de almas preocupadas por aclarar que no es momento de hablar de candidaturas, pero que ven el flash de un fotógrafo, se suben las medias y empiezan a “hablarse encima”.
Aunque sin muchos argumentos, se proponen como tabla salvadora entre el iceberg y el Titanic. Hay que tener agallas, especialmente si se es oficialista. ¿Cómo explicarles a los votantes que mientras todos se están mandando a mudar del gobierno de Alberto haya tanta gente del palo interesada en apagar el incendio vaciando un bidón de nafta? ¿Cómo justificar que quiera hacer bis el jefe al que se le escapan más subordinados que presos de comisaría sin puertas?
Uno podría entender la necesidad de algunos postulantes de seguir aferrándose al poder para no terminar encerrados por los jueces, pero hay otros que ya se quemaron fiero con leche y, sin embargo, siguen acariciando vacas.
Menos mal que dentro de poco empieza el Mundial y por un mes se para el país si tenemos suerte y a Messi no se le encarna la uña del pie. En el fútbol, como en política, buscamos que sea una sola persona la que nos salve.
Piénselo de esta forma, querido lector: un mes, 30 días en los que, le guste o no el fútbol, la dirigencia política se va a calmar, va a prometer menos porque nadie le va a dar bolilla. Un mes sin piquetes, sin atolladero de tránsito y sin turnos en las clínicas. Bueno, eso ya le ocurre ahora, pero lo bueno es que no se va a hacer tanta mala sangre peleándose con nadie porque tampoco le van a atender el teléfono.
Un mes sin anuncios oficiales (descuente que si hacen trampas no las van a comunicar). Un nuevo encierro, aunque sin resentimientos. El runner podrá salir a correr por calles desiertas, los padres podrán mandar a los chicos a la escuela a ver los partidos aprovechando que los sindicalistas no van a parar y los abuelos podrán tomar sol en la plaza sin que se los lleve la policía.
Y a rezar por que la Argentina llegue lejos. Con Sampaoli se nos acortó el recreo.