San Martín, una visita a Bruselas
Los primeros días de julio de 1824, encontramos al Libertador viviendo muy cómodamente en su residencia de New Road Park Place, en Londres. Merceditas ya instalada en el Hampstead College, donde era pupila y salía los fines de semana. Se reunía a diario con otros compatriotas para analizar en detalle la situación en América, siendo su preocupación Perú. Gestionó con Juan García del Río y John Parish Robertson, agente comercial del Perú, la adquisición de dos barcos de guerra para enviarlos como refuerzo.
En el plano personal, luego de dos meses de su arribo, observó que el costo de vida de Londres era muy elevado. Por eso estudia las posibilidades de instalarse en otra ciudad de Europa. San Martín había viajado con ahorros propios y pagos de pensiones atrasadas, que sumaron unos 21.000 pesos argentinos, que al cambio de la época eran unas 11.000 libras esterlinas. Era y es una suma de dinero importante que él entendía le permitiría vivir inicialmente un par de años, sumando luego sus pensiones de América.
Entre las ciudades que analizó estaba París, donde residía su hermano Justo Rufino, en la calle Taitbout Nro. 30 bis. Esto le permitiría reducir los costos ya que podrían compartir gastos. París le agradaba, hablaba bien francés, pero tenía claro que no le sería fácil obtener la visa de residente, por ser un general que, por sus ideas de libertad, no era bien visto por los Borbones.
Otra ciudad que le recomendaron fue Bruselas, del Reino de los Países Bajos. Era cosmopolita, estaba muy bien ubicada y su costo de vida era significativamente menor. Es por eso que el General decide hacer una visita para conocerla personalmente. Le pide a su amigo Antonio Álvarez Condarco, padrino de Merceditas, que lo acompañe, quien con gusto acepta. Se embarcan los primeros días de julio, en el buque Talbot, para cruzar a Ostende, puerto importante de la otra orilla. Allí hacen noche, y siguen en diligencia a Bruselas. Se instalaron en el hotel Flandes, próximo a la Grand Place, en pleno centro de la ciudad. Tomó contacto con un comerciante, de apellido Gentile, conocido de Juan García del Río, quien amablemente lo acompañó a recorrer la ciudad. Este francés luego será de gran ayuda.
Bruselas, comparada con Londres, era mucho mas pequeña, pero increíblemente más económica. Una ciudad milenaria, de elevada cultura, excelente nivel de educación, alta calidad de vida, buen trato y gran seguridad. Tenía escuelas de arte, ateneos, diferentes clubes de lectura, teatros, grandes monumentos y buenos colegios para Merceditas. Rodeada de hermosos bosques, donde San Martín tendría la posibilidad de pasear a caballo y practicar equitación, que tanto disfrutaba. La historia reciente hablaba de Waterloo, a solo 20 km de Bruselas, la batalla más importante del siglo XIX. Habían pasado solo nueve años de ese histórico suceso. El Libertador fue un gran admirador de Napoleón como estratega y militar. Regresó a Londres antes del 17 de julio, con una clara idea de Bruselas. Retomó sus actividades cuidando con detalle sus gastos.
Su hermano presentará una nota, el 11 de diciembre de 1824, con el número de expediente 12.032, al Ministerio de Relaciones Exteriores, donde solicitaba la visa y escribía: “El señor San Martín, José, mi hermano, después de haberse retirado hace dos años de los negocios públicos de la América meridional, vino a Europa con la intención de visitarla como amigo de las letras y artes. Francia, y París sobre todo, llama fuertemente su atención al respecto, y mi intención es solicitar de Vuestra Excelencia el pasaporte necesario para que pueda venir a esta capital. El estará muy feliz de poder disfrutar un tiempo, en refugio de vuestras leyes, la dulzura de una vida privada” .
Esta solicitud no tuvo respuesta, por lo que, a fin de 1824, San Martín se instalará en Bruselas donde vivirá 6 años, en una ciudad más económica que lo recibió con gran afecto. El Padre de la Patria nos deja una nueva lección: vivir con temperancia. Se lo inculcó a su hija y posteriormente a sus nietas. Hoy, los argentinos, ¿sabemos vivir con austeridad y dignidad? Él lo decía en una clara frase: “Uno debe saber vivir con el dinero que tiene”.
General (R.)