Salto al vacío
Hay una imagen más o menos famosa (todo lo famosa que puede ser una imagen relacionada con el arte contemporáneo) en la que el artista francés Yves Klein salta de la terraza de una casa hacia la vereda, casi con pretensión de suicida. Pero, aunque murió muy joven, no lo era. Se trataba de un montaje fotográfico que funcionaba como una alegoría. "Salto al vacío" es el nombre de esa especie de performance existencial. El chico de la foto que saltó hace apenas un segundo, o acaso menos, de esa plataforma en Utting, en el sur de Alemania, está literalmente en el aire, colgado del vacío o más bien pegado al cielo, como una figurita pegada en un álbum. Lo espera, muchos metros más abajo, el agua del lago Ammersee. Pasa de un azul (el celeste azulado del cielo interferido por nubes) a otro azul, tan intenso en invierno, cuando se congela, como ahora, en el verano boreal. El vacío se colma. Después de todo, el azul ultramarino era el color preferido del artista Klein.