Salarios y productividad en la Argentina
En la mayoría de los países los salarios en moneda constante aumentan en la medida en que mejora la productividad, pero eso no ocurre en la Argentina. La productividad de la mano de obra es la relación existente entre el valor de la producción y la mano de obra empleada para obtenerla. Los factores que determinan el crecimiento de la productividad son muchos, pero básicamente se requiere equilibrio macroeconómico.
La mayor eficiencia se atribuye generalmente, en primer lugar, a un aumento del capital físico. Pero en los últimos años otros factores fueron cobrando mayor importancia, desplazando al capital físico como la principal fuente de desarrollo. Hoy se atribuye importancia creciente al nivel de la educación y la extensión de la enseñanza a sectores más amplios de la población, al estado de los conocimientos, a nuevas técnicas, a la I & D y la investigación aplicada, las economías de escala, la especialización y la mejor organización empresaria, al gerenciamiento y la formación de los cuadros directivos. Estos factores hacen que la producción de las empresas aumente aun cuando la cantidad de obreros sea la misma.
Es difícil ponderar estadísticamente la incidencia de cada uno de estos factores en la mejora de la productividad, pero lo relevante es poder determinar si la productividad aumenta y en qué medida. En general se admite que a estos efectos el índice más utilizado es el que surge de relacionar el volumen físico de la producción con la cantidad de personas ocupadas. Dadas su importancia dentro del PBI y su mayor homogeneidad, vale concentrarse en la industria manufacturera para saber cómo evolucionó la productividad en la Argentina.
Hecha esta salvedad, es muy útil para saber qué pasó en los últimos años en el país una interesante estadística que publica el Indec desde 2016, que permite relacionar el PBI con el personal ocupado y la remuneración pagada en cada uno de los distintos sectores de la economía.
Según esta información, el PBI de la industria subió 19,4% entre 2016 y 2022, a pesar de las caídas de 2017 y 2020, esta última por la pandemia del Covid. En el mismo período, el número de asalariados ocupados en la industria subió solo 10,2%. Como consecuencia, la productividad de la mano de obra aumentó 8,4%. Pero la remuneración del trabajo asalariado por puesto de trabajo en valores constantes cayó 26,8%. Y, más drástico, la remuneración comparada con la productividad fue cayendo todos los años y se redujo 32,5% entre 2016 y 2022.
El aumento de la productividad en la industria en los últimos años tuvo un efecto negativo sobre la distribución del ingreso. La misma fuente registra una baja en la participación de la remuneración del trabajo asalariado de la industria dentro del PBI industrial del 46,5% al 31,4% entre 2016 y 2022.
La causa de esta paradoja es la enorme inflación que ha corroído el poder de compra de los salarios. Medida por los precios al consumidor, la inflación promedió el 50% anual en los últimos 7 años. Para que esta tendencia negativa se revierta, es necesario lograr una estabilidad en los precios que permita el aumento de los salarios reales. Un plan de estabilización debe incluir una fuerte reducción del gasto público para que sea financiable, la eliminación del déficit fiscal y la consiguiente emisión monetaria descontrolada. También requiere como condición que las empresas estén sujetas a una mayor competencia a través de la eliminación gradual del cierre de la economía que desde hace décadas sufre el país, impidiendo su crecimiento. Esta debería ser una verdadera “política de Estado” de largo plazo.