Sabiduría, coraje y templanza
La ceremonia interreligiosa de la asunción del presidente Javier Milei incluyó un momento de particular intensidad cuando el rabino Simón Axel Wahnish pidió al nuevo primer mandatario que repitiera las palabras de lo que le había pedido a Dios. Se escuchó, casi a modo de susurro: “Sabiduría, coraje y templanza”. También el papa Francisco, en un llamado telefónico de felicitación tras el resultado del balotaje, le dijo a Milei que tendría que enfrentar la nueva etapa con “sabiduría y coraje”. En ese momento, Milei le contestó: “Coraje no me falta y a la sabiduría la estoy trabajando”. Según los trascendidos, el Papa fue más allá y le recomendó: “Pedila”.
Toda persona que asume un rol de autoridad debería pedir sabiduría, coraje y templanza para el correcto ejercicio del liderazgo. Se trata de virtudes generales que ayudan a dilucidar la mejor decisión práctica para cada caso a la luz del bien integral de las personas, a tener la capacidad de acometer situaciones difíciles y al autodominio para no desbarrancar en la montaña rusa emocional que implica liderar.
La sabiduría puede entenderse como una virtud intelectual que nos permite juzgar las cosas desde una perspectiva más amplia y profunda, velando por el bien integral de la persona y la sociedad. Por ejemplo, actualmente se plantea la necesidad de reducir dramáticamente el déficit fiscal. Esto es una deducción general, pero sobre qué cuentas se hará el ajuste (esto es, sobre quienes recaerá el peso del recorte) y a qué velocidad se desarrollará es un tema prudencial, donde el ejercicio de la sabiduría será esencial. La sabiduría se ancla en la humildad y la curiosidad. La persona que crece en sabiduría es aquella que sabe que cada situación tiene algo de único y que siempre hay lugar para el aprendizaje.
El coraje lo asimilamos a la virtud cardinal de la fortaleza y refiere a la capacidad de acometer situaciones difíciles. El coraje no implica no sentir miedo (eso sería temeridad), sino que permite superarlo. Corajudo es quien, aun siendo consciente del problema en que se mete y sintiendo temor, lo hace por un bien mayor. No hay ejercicio de liderazgo sin coraje. Y no hay liderazgo sin riesgos. Quien ejerce liderazgo sabe que camina por una cuerda floja, haciendo equilibrio entre lo que las personas necesitan y lo que están dispuestas a sacrificar. Todos queremos estar mejor, pero no queremos pasar por el dolor que requiere la transformación.
Finalmente, Milei habló de templanza, virtud cardinal que refiere a la gestión de las emociones. A medida que pasen los meses, los efectos de las reformas se hagan sentir en la población y la resistencia se incremente, la templanza será esencial para que la cólera no emerja y se termine rompiendo el diálogo social. La templanza apoyará al coraje, ya que fuerte no es quien grita más y golpea la mesa, sino quien se sostiene con argumentos y en actitud de diálogo, aún en medio de profundas agresiones y descalificaciones. Sí, el liderazgo es un proceso emocional. Sostenerse en eje requiere un profundo autoconocimiento, saber qué temas nos toman emocionalmente y nos descarrilan del propósito. Si no nos conocemos, corremos con una gran desventaja porque otros sí saben de nosotros y usan esa información. Tienen la herramienta perfecta para que nosotros mismos nos anulemos.
¿Para qué sirve la virtud? Salomón la quería para gobernar a su pueblo, pero tal vez es más apropiado traer a Moisés, que debió guiar a su pueblo 40 años por el desierto. La tierra prometida suele estar detrás de muchos esfuerzos. Llegar a buen puerto cuando el terreno es áspero y las condiciones muy adversas demandará la máxima virtud de un gobernante.
Sabiduría, templanza y coraje, tres virtudes esenciales para el ejercicio del liderazgo, que incrementan su importancia cuanto más grande es el desafío y que se mejoran con la práctica. Todos pedimos a Dios que las conceda a nuestro entrante Presidente, pero también a todas las personas elegidas para ejercer autoridad en estos tiempos altamente desafiantes que estamos comenzando.
Profesores de IAE Business School