Russell Brand, el ex actor de standup que convulsiona la formalidad de la política británica
En medio de la crisis de los partidos tradicionales, es furor en las redes sociales y gana adeptos con un furibundo discurso antisistema
De un lado, Jeremy Paxman, temidísimo entrevistador, arrogante, experto en lo suyo. Del otro, Russell Brand, actor, presentador, experto en nada y en todo, opinólogo por excelencia y recientemente invitado a editar una de las revistas políticas más respetadas del Reino Unido.
Nadie pensó que la entrevista sería más que eso: diez minutos en el programa político de bandera de la BBC, en una semana de esas en las que no suceden demasiadas cosas. Pero la charla resultó una revelación, y el lanzamiento oficial, el año pasado, de la figura menos esperada de la escena política local.
"Vos no votás? y si no te podés molestar en votar, ¿por qué deberíamos escuchar lo que tenés para decir?", disparó el periodista.
"No voto porque estoy cansado de las mentiras, traiciones y engaños de la clase política, algo que ha estado sucediendo por generaciones y que ha llegado a un punto en el que tenemos una subclase de gente que ha sido privada de sus derechos, que no está siendo representada por este sistema político. Votar es ser parte de ese sistema y es algo que no quiero hacer", respondió Russell.
"Pero ¿cuál es tu propuesta?"
"Propongo un sistema socialista igualitario, basado en la redistribución de la riqueza, altos impuestos para las corporaciones y más responsabilidad por parte de las compañías energéticas que explotan el medio ambiente. Se debería bajar el concepto de lucro. Cameron dice que lucro no es una palabra sucia, pero yo digo que sí lo es porque donde hay lucro hay déficit y el sistema actual no resuelve esos problemas."
El intercambio fue un furor inmediato en las redes sociales, con más de 10 millones de visitas en los primeros días.
De repente, un presentador de televisión hasta entonces conocido por su participación en un programa que analizaba el comportamiento de los participantes de Gran Hermano y sus monólogos de standup, se mostraba como la nueva cara de la izquierda británica. Y en un país que se prepara para elecciones generales en 2015 con una población joven cada vez más desilusionada con los partidos tradicionales, eso no es poca cosa.
El "chico malo"
Hay pocas personas que pueden darse el lujo de llamarse comediantes, millonarios y revolucionarios al mismo tiempo: Brand apoya el socialismo, los colectivos y alguna vez se lo escuchó decir que es antimonárquico. Se ha rumoreado (aunque no se confirmó) que quiere candidatearse para la alcaldía de Londres en las elecciones de 2016, cargo que ahora ocupa el conservador Boris Johnson Russell.
Nacido en 1975, comenzó a tomar notoriedad en la escena del standup local gracias a su estilo particular y lista interminable de anécdotas basadas en sus experiencias con el alcohol, las drogas y una familia disfuncional. Pero no fue hasta 2004 cuando saltó a la fama -y abultó su cuenta bancaria- como el exótico conductor de un programa que analizaba, con humor y sarcasmo, la versión británica de Gran Hermano.
Que los famosos adopten una plataforma política o un tema sobre el que hacer (y hacerse) propaganda no es nuevo. Pero Brand llevó su discurso a un lugar donde ninguna otra celebrity había llegado. Mientras la mayoría propone hacer conciertos para acabar con el hambre o correr una maratón para alcanzar la paz mundial, él da discursos contra las corporaciones internacionales frente a cientos de personas, participa en las protestas de Occupy Wall Street y marcha junto al colectivo de hackers Anonymous.
La ex estrella de standup usa su fama para hablar de los temas de los que nadie se anima: las políticas punitivas contra los drogadictos (él mismo está en recuperación), el ataque de Israel a Gaza, las protestas contra el G-20. Dice que la única forma de acabar con la creciente marginalidad social es a través del control del poder de las corporaciones apoyadas por gobiernos corruptos. Y que el camino para hacerlo es dejar de votar.
Los que lo aman -cientos de miles que siguen fervientemente sus programas en YouTube, su cuenta de Twitter y sus apariciones televisivas- dicen que encuentran en él una propuesta política fresca. Que es alguien con quien la gente, en especial los jóvenes, se identifica. Un político que no hace política. Un famoso que se anima a criticar el mismo sistema que le da de comer. Los que lo odian aseguran que no es más que un "nene rico" que encontró en la política un nuevo tema con el que obsesionarse. Afirman que va a las manifestaciones en autos de lujo, que no sabe de lo que habla, que sólo cita de memoria datos y cifras que encuentra en Internet y que su conocimiento es tan superficial como nulo.
¿Como Beppe Grillo?
En las raras pausas que hace en sus discursos interminables, Brand se ríe de sus críticos, a quienes tilda de "representantes de las corporaciones mediáticas". Afirma que ellos no pueden aceptar que alguien con dinero esté intentando hacer algo para ayudar a quienes lo están pasando mal.
Admite que el mismo sistema al que critica lo ayudó a tener una casa, un auto y fama, pero dice que eso no está bien. Y en un país que crecientemente sufre las consecuencias de una crisis que no da respiro, todo aquello resuena. En el marco de la crisis de la democracia representativa en Europa (y con un discurso antivoto en una de las democracias más antiguas del mundo), está tocando un nervio local, especialmente entre jóvenes desencantados con los políticos tradicionales. En su canal de YouTube discute política con pensadores como Naomi Klein y Noam Chomsky, y en su nuevo libro Revolución (en cuya tapa aparece representado casi como un mesías) analiza los males que mantienen la brecha social en su país. Entre otras cosas, propone que se cancelen las deudas individuales (las cuales incluyen hipotecas y deudas de tarjetas de crédito por las que más de nueve millones de personas están al borde de la pobreza).
Aunque su perfil es menos claramente político que el del italiano Beppe Grillo, algunos observadores de la realidad del Reino Unido dicen que se está perfilando hacia ese lugar. Aunque este país no esté acostumbrado a la política escandalosa, ésa de los personajes monumentales que gritan ante cualquier cámara que les pongan enfrente.
Lo cierto es que, mientras los principales partidos luchan contra la temida baja de popularidad y el surgimiento de sectores ultranacionalistas, todavía no es claro cuál será el futuro de Brand en la política. Y aunque su propuesta pueda sonar inocente e imposible, la buena noticia es que los británicos parecen estar listos para volver a hacer del debate político una cuestión cotidiana.
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