Rusia, la guerra y el caso Meta
Luego de iniciada la invasión de la Federación de Rusia a la República de Ucrania, el gobierno de Putin también entró en estado de guerra con las redes sociales más rentables del planeta. Facebook (ahora Meta), que habría sido utilizada por Rusia como vehículo para desinformar, mediante la dispersión de noticias falsas, en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de 2016, ha sido bloqueada por el Kremlin para prevenir el ingreso de información proveniente del exterior, desafectando uno de los medios de comunicación utilizado por los ciudadanos de su país para informarse y convocar marchas de repudio contra la guerra: los tiempos y los intereses cambian, vertiginosamente.
La contienda del gobierno ruso contra Mark Zuckerberg comenzó cuando, luego de la ocupación del territorio ucraniano, Facebook prohibió a los medios estatales rusos hacer publicidad en su plataforma, esto es, publicar anuncios y monetizar contenido, lo que fue calificado por el gobierno como un acto de “censura”.
Todas estas circunstancias derivaron en una conclusión inevitable, esto es, la prohibición de Meta y de su socia Instagram en territorio ruso, lo que en la jerga se denomina “desenchufar el cable”.
Como réplica contundente, Meta anunció, contrariando sus propias políticas comunitarias y haciendo una excepción a estas, que no bloqueará mensajes de odio publicados en la red social contra el presidente ruso y/o el Ejército Rojo, como, por ejemplo, el que reza “muerte a los invasores rusos”.
Para que quede claro: por política interna, Facebook modera, bloquea y elimina cualquier mensaje (contenido escrito, gráfico o visual) que incita al odio, pero luego de su despido del territorio ruso hará una excepción respecto de aquellos mensajes de odio que involucren al Ejército ruso o al presidente Putin, que no serán bloqueados en algunos países, como Armenia, Hungría y Polonia, entre otros.
En respuesta a esta última estocada, distintos fiscales rusos han requerido a la Justicia local que se designe a Meta como una “organización extremista”.
Twitter también fue objeto de acusaciones por parte del regulador de telecomunicaciones ruso, que ordenó el bloqueo definitivo de la red social del pajarito.
A todas estas idas y venidas se sumó la denominada ley sobre “desinformación”, que fue aprobada con “efecto exprés”, que castiga con fuertes penas de multa y prisión de hasta 15 años a todos aquellos que emitan una opinión que sea considerada “falsa” por el gobierno y desacredite a las Fuerzas Armadas.
Silenciar la expresión, en cualquiera de sus formas, incluso en redes sociales, importa un acto de censura que contradice los estándares de libertad de prensa y de ideas consagrados por la mayoría de las legislaciones del mundo, incluso en nuestro país, que reconoce la libertad de prensa como un derecho fundamental en los artículos 14 y 32 de la Constitución nacional, en tratados internacionales de rango constitucional y en la ley 26.032, que expresamente aclara que la difusión de ideas a través de internet está comprendida en la garantía constitucional que ampara la libertad de expresión.
No llama la atención que se silencie a la prensa o a las redes sociales en un escenario de guerra; la maniobra, tristemente, es de manual.
Lo que hace ruido es que una red social como Meta, que de acuerdo con su política comunitaria modera y elimina cualquier contenido que incita al odio, ahora, en un contexto de contienda bélica, decida no moderar la publicación de mensajes de odio contra el presidente ruso y su Ejército.
Esta conducta contradictoria se ha verificado en otros casos, por ejemplo, cuando se sucedieron los hechos de violencia en el Capitolio de los Estados Unidos (enero de 2021) y Facebook decidió bloquear y silenciar el perfil del expresidente de los Estados Unidos Donald Trump, con el argumento de que este incitaba a la violencia.
Este tipo de acciones ambivalentes deriva en una pérdida de confianza y crisis de reputación corporativa para Meta porque revela que, en definitiva, la red social elimina aquellos contenidos que quiere moderar y permite publicar aquellos que prefiere no moderar, por el motivo que sea y según dónde caliente el sol.ß
Abogado y consultor en Derecho Digital, Privacidad y Datos Personales. Profesor Facultad de Derecho UBA y Austral