Rumbo a Fráncfort, con una ausencia
Tan sólo faltan cuatro días para que abra sus puertas la Feria Internacional del Libro, en Fráncfort, Alemania, y el reputado pensador peripatético Trífido Peribáñez todavía no fue convocado. Como se sabe, la Argentina asiste como invitada de honor a esta verdadera asamblea cumbre de escritores y editores, que a la vez funciona como supermercado de suculentos negocios del ramo y como verdadera plataforma de lanzamiento de una miríada de nuevos best sellers . Pero, según parece, Peribáñez ha caído en desgracia y no estará allí.
Conviene hacer memoria: tan grato reconocimiento a la cultura nacional motivó a la Casa Rosada para crear una comisión bastante ad-hoc , encargada de decidir qué selecto ramillete de intelectuales representaría al país.
Esa lista incluye a notorios baluartes de nuestra literatura -Griselda Gambaro, Osvaldo Bayer, Claudia Piñeiro, Juan Gelman, Luisa Valenzuela, Elvio Gandolfo, Juan Sasturain y Mempo Giardinelli, entre muchísimos otros-, a la vez que desnuda un feo desaire: el nombre de Trífido Peribáñez brilla por su ausencia.
Resulta ociosa toda referencia a la notable obra desarrollada por este coloso de la literatura, desde sus lejanos comienzos como vate rantifuso ( Efluvios del Riachuelo fue su primer aporte a la lírica del verso ditirámbico) hasta los profundos estudios político-sociológicos que hoy pergeña y que profundizan el abismo que lo separa de Juan José Sebreli. Si bien la prosa peribañezca suele ser considerada un poco abstrusa, levemente macarrónica, sus libros jamás cayeron en la indiferencia, sino que a menudo merecieron viva repulsa. El propio Sebreli admitió lo siguiente: "Algunos de sus libros están siempre en mi mesita de luz. En serio, me resultan eficaces para combatir el insomnio".
Sin ir más lejos, su reciente ensayo No me la imagino a Cristina en batón y chancletas configura un agudo posicionamiento conceptual, acaso tan temerario como el que expuso en Cobos ata cabos , un bodoque de casi mil páginas que explora las variables metafísicas contenidas en aquella sentencia que Julio César Cleto Cobos supo resumir en dos sencillas palabras: "No positivo".
Según Peribáñez, tales palabras son mucho más conmovedoras que las del "Ser o no ser", esa lúgubre cavilación que Shakespeare puso en boca del príncipe Hamlet y que parece anticipar la duda existencial que dio origen al kirchnerismo disidente y que Daniel Scioli guarda para su coleto.
Aunque apesadumbrado por no viajar a Fráncfort, Peribáñez persiste en su tarea intelectual: actualmente está abocado al análisis de los sabios apotegmas de Diego Armando Maradona, para luego compararlos con los de Empédocles.
© LA NACION