Rosh Hashaná: Vivir el presente con una mirada hacia el futuro
El rabino Eliahu Hamra, del Superior Rabinato de la República Argentina, difundió una reflexión en las vísperas del Año Nuevo Judío.
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Dirigiéndose a toda la comunidad y a la sociedad en su conjunto, el rabino Eliahu Hamra, del Superior Rabinato de la República Argentina, difundió una reflexión, en las vísperas del Año Nuevo Judío.
En su mensaje, el rabino se refirió al especial significado de Rosh Hashaná y a la importancia de orar y de tener esperanzas. “En este día, debemos acercarnos a uno de los cientos de lugares de oración repartidos por nuestra querida tierra, y rezar las plegarias especiales de este día sagrado, con una visión clara del presente y la comprensión de que el presente es otro paso en la construcción de un futuro mejor”, destacó.
Mensaje del rabino de AMIA, ante la llegada del año 5785
Durante el año del calendario judío que está por finalizar, hemos vivido y sido testigos de acontecimientos difíciles y de extrema complejidad. La realidad, que nos ha estremecido, nos plantea la pregunta acerca de cuál debe ser nuestra perspectiva y qué podemos hacer para que el año 5785 sea mejor. Para el pueblo judío, el futuro no es solo una esperanza o una expectativa de cambio. El futuro es el propósito hacia el cual camina todo el mundo, y hacia donde está dirigida toda nuestra labor espiritual. Por lo tanto, todo nuestro trabajo en el presente es una conexión con el propósito y el plan futuro de Di-s.
Uno de los períodos más difíciles que atravesó nuestro pueblo fue la esclavitud en Egipto. Encontramos que los sabios han comparado a Israel, en Egipto, con un “feto en el vientre de su madre”. Esta comparación resulta sorprendente, ya que un feto en el vientre materno está en el lugar óptimo para su crecimiento: allí se nutre adecuadamente y está protegido del mundo exterior. Sin embargo, Egipto fue un lugar de esclavitud y sufrimiento terrible para el pueblo de Israel. Entonces, ¿cuál es la similitud entre el pueblo de Israel en Egipto y un feto en el vientre de su madre?
El “feto en el vientre de su madre” es una situación de preparación hacia el futuro; no tiene un significado en el presente. En la esclavitud de Egipto, no había presente; toda la posibilidad de vida en Egipto pasaba por la fe y la preparación en un futuro mejor, en que las cosas cambiarían para bien. En este sentido, Egipto es como la madre que enseña al pueblo de Israel a vivir el presente con el futuro en mente.
Esa es la esencia del pueblo de Israel: la fe en el futuro y en el propósito de toda la creación, una esencia que quedó demostrada también a partir del 7 de octubre pasado, tras los salvajes ataques de Hamas. Podemos decir que nosotros somos también como ese feto dentro del vientre de la madre, que estamos de cara a futuro para seguir proyectando y seguir construyendo, a pesar de todo.
Ahora debemos reflexionar: ¿cómo esta fe puede manifestarse hoy en nosotros?
Tener fe en el Creador no significa simplemente creer que los eventos difíciles suceden bajo un cálculo divino. Esta creencia de que todo es parte de un cálculo superior no tiene significado práctico para nosotros, ya que ese cálculo pertenece solo a Di-s, no a nosotros. En cambio, nuestra fe se basa en que todo lo que ocurre es un acontecimiento que sirve como preparación para el futuro, y que representa una etapa más en el gran plan divino para el mundo. Su propósito es guiarnos, orientarnos hacia nuestro rol en el mundo, y exigirnos algo en pos de la culminación de este plan.
Muchas personas pueden testificar que los hechos negativos que les sucedieron en la vida fueron parte de un proceso dirigido que los hizo más sabios y les dejó grandes enseñanzas. Esta es, sin duda, una afirmación sabia y valiosa. Pero la perspectiva de una persona con fe es más amplia y profunda. La visión de una persona creyente es que, si Di-s me ha llevado a la situación en la que estoy, es porque probablemente hay un propósito para mí en el gran plan del Creador en el mundo, y Él está exigiendo mi participación en este proyecto.
La diferencia entre una persona que dice: “La vida y las dificultades me han enseñado y me han hecho más sabio” y una persona que, al enfrentarse a una dificultad, dice para sí mismo: “El Creador del mundo quiere algo de mí”, es abismal. Esta es la distinción entre una persona creyente y una persona que no lo es. Por eso, duele ver a una persona desconectada del futuro, incapaz de ver que somos parte del gran plan de Di-s. No hay situación más grave que la de una persona que no tiene un futuro tangible hacia el cual caminar.
El pueblo de Israel es un pueblo que vive en el futuro, no solo por la fe en que todo mejorará, sino también por el impulso hacia el cambio constante. El presente nunca nos satisface completamente; siempre aspiramos a cumplir nuestro papel en el mundo y a transformarnos continuamente para llevar al mundo hacia su propósito final.
A veces caemos en el error de pensar que el Todopoderoso se manifiesta en los éxitos que nos ocurren en situaciones en las que fuimos pasivos y no hicimos nada, y atribuimos esos eventos a la “providencia divina”. Sin embargo, cuando logramos éxitos como resultado de acciones activas y esfuerzos para generar cambios, nos cuesta más ver la mano de Di-s en esos logros. La verdad es que, cuanto más actuamos para cambiar el futuro, para no conformarnos con lo que tenemos, esas acciones provienen de una verdadera fe. Esta fe nos dice que hay un futuro y un propósito para el mundo, y que, a través de nuestras acciones y esfuerzos, podemos tocar ese propósito futuro y participar en llevar al mundo hacia él.
Cuando llegamos a la víspera de Rosh Hashaná, cargando con todas las experiencias del año pasado, tanto en el plano personal como en la vida colectiva, debemos internalizar esta comprensión. Tenemos que entender que Di-s está presente en nosotros, exigiéndonos constantemente que cada uno de nosotros cumpla con su papel en el mundo. Y cuando vivimos el presente de manera más consciente, iluminado por el futuro, nos acercamos más al Creador.
En el día de Rosh Hashaná se define la forma del año entero, tanto para el mundo como para cada persona. En este día se determina cómo sucederán y se revelarán las cosas, y qué tipo de trato tendremos durante todo el año.
Dado que en Rosh Hashaná se determina nuestro futuro, es importante reconocer que nuestro esfuerzo mediante acciones concretas para moldear el próximo año reside principalmente en nuestro rezo ante el Creador en este día tan especial. Esta es la fuerza y la esencia de la oración: establecer el curso del mundo y atraer la influencia divina hacia nuestra realidad. A través del rezo, podemos provocar diferentes respuestas divinas hacia nosotros.
Ya que el enfoque central de Rosh Hashaná es definir la forma del año que viene, el acto más importante del día es la plegaria, que nos conecta con Di-s. En este día, debemos acercarnos a uno de los cientos de lugares de oración repartidos por nuestra querida tierra, y rezar las plegarias especiales de este día sagrado, con una visión clara del presente y la comprensión de que el presente es otro paso en la construcción de un futuro mejor”.