Rosas, Perón, Menem, los Kirchner: esa vieja manía de querer perpetuarse en el poder
Cuando a fines de 2007 Néstor Kirchner anunció que su esposa, la entonces senadora Cristina Fernández, sería la candidata presidencial de su partido para el período 2008-2011, él no violó la letra, pero sí el espíritu del artículo de la Constitución que norma la rotación de personas en el más alto cargo ejecutivo del gobierno de la Nación. El fallecimiento de Kirchner en octubre de 2010 no frenó la ambición familiar de "ir por todo" y desde fines del año pasado no pasa día sin que la ahora vicepresidenta maniobre en la misma dirección.
Contrariamente a los EE.UU., donde durante – al menos hasta ahora y con una única excepción – rigió un régimen político por el cual ningún presidente gobernó más de ocho años, en nuestra historia tenemos cuatro casos en los que se forzó, si no la letra, al menos el espíritu de las reglas de rotación en el poder. Y no fueron gobernantes que se hicieron del poder mediante golpes, ninguno de los cuales se eternizó. Se trata de Rosas, Perón, Menem y el matrimonio Kirchner, todos ellos llegados al poder mediante elecciones.
Los cuatro lograron alterar (insisto, no siempre en la letra, pero sí en el espíritu) las reglas de la sucesión. Entre 1835 y 1852 Rosas se hizo reelegir en cinco oportunidades. En 1949 Perón impulsó un cambio de Constitución que le permitió gobernar algo más de nueve años. Menem, también mediando una reforma constitucional, gobernó algo más de diez años (1989-1999). Y el matrimonio Kirchner, quebrando el espíritu de la ley, mantuvo su hegemonía durante más de doce años (2003-2015).
Si algo comparten estos intentos es que el forzamiento del espíritu de las instituciones tuvo lugar al calor de períodos de gran bonanza económica, bonanzas que habrían "anestesiado" la resistencia de la sociedad frente al atropello institucional y – también – la crítica a evidencias de corrupción. Las reelecciones de Perón en 1951 y de Menem 3n 1995 no tuvieron lugar en momentos económicos ideales, pero las reformas constitucionales que las permitieron sí se llevaron a cabo en períodos de auge (1948/49 y 1993/94). Las manipulaciones de la Corte Suprema por parte de Perón (1947), Menem (1991/92) y Kirchner (2003/4) revelan hasta donde llegaron en sus intentos de manipular las instituciones en momentos de economía en alza.
Así como en los EE.UU. la depresión y la guerra fueron las condiciones necesarias para que Franklin Roosevelt fuera reelegido en tres oportunidades, en nuestro caso la condición que habría facilitado las hegemonías de Rosas, Perón, Menem y los Kirchner habrían sido los respectivos ciclos de bonanza económica. Ninguno de ellos parecía tener intenciones de abandonar el poder cuando este se les fue de las manos. Rosas y Perón fueron derribados por insurrecciones armadas o militares motivadas más por hartazgo que por crisis económicas, en tanto que los reinados de diez y doce años de Menem y de los Kirchner terminaron en derrotas electorales por hartazgo y ya en medio de situaciones económicas más débiles.
Conclusiones de esta brevísima observación: 1) En al menos cuatro oportunidades de su historia, nuestra sociedad ha sido permeable a la corrupción del poder e intentos de hegemonizar el poder por parte de gobernante electos. 2) En los cuatro casos (Rosas, Perón, Menem y los Kirchner) el forzamiento de las reglas de sucesión y de rotación del poder tuvo lugar durante fases de clara bonanza económica. 3) En los cuatro casos, también, los intentos de permanecer en el poder por mucho más de una década chocaron contra el hartazgo social.
El nuevo intento de hegemonización que están protagonizando Cristina Kirchner y el kirchnerismo (domesticación de la justicia, amenazas a la libertad de prensa, captación o alineamiento de las fuerzas de seguridad) tiene la novedad de estar ocurriendo – pandemia mediante – en medio de un pobrísimo desempeño de la economía. Por un lado - y como lo han demostrado los recientemente reiterados y masivos "banderazos"- esto no facilita que las clases medias estén "anestesiadas", lo cual habría ocurrido en 1947/48, en 92/93 o en 2005/07, pero por otro lado ocurre en medio de una pobreza creciente, pobreza que puede jugar a favor del demagogo de turno.
El autor es economista