Rosario celebra los 80 años del Museo Castagnino, nacido de un acto de amor
Fue donado a la ciudad por Rosa Tiscornia de Castagnino en memoria de su hijo Juan Bautista, pintor y promotor cultural, que murió a los 41 años
El Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino nació de un acto de amor. El edificio fue donado a la ciudad de Rosario por Rosa Tiscornia de Castagnino en memoria de su hijo Juan Bautista, pintor y promotor cultural, que murió a los 41 años. Con varias salas de exhibición, auditorio y una biblioteca especializada en arte argentino, el museo rosarino es la segunda institución artística pública del país por su acervo de arte nacional y por la programación, que incluye muestras, concursos, publicaciones y actividades educativas.
El Castagnino cuenta con más de 4500 obras. La primera de esa colección, cuando el director era el arquitecto Hilarión Hernández Larguía, fue La vida de un día, de Fernando Fader, y las últimas llegaron este año luego de que se resolviera una donación del médico y mecenas Isidoro Slullitel.
A ochenta años de su inauguración, la colección del museo se acrecentó tanto con donaciones y por un constante programa de adquisiciones enfocado en las vanguardias históricas que fue necesario pensar en una ampliación. La superficie actual del Castagnino suma 2500 metros cuadrados y aquella con la que sueñan los amigos del arte en Rosario llegaría al doble.
“Hay que aunar voluntades para que se lleve a cabo esta empresa cultural de largo plazo; nuestro trabajo consiste en explicarles a los rosarinos la necesidad de las reformas”, dice Raúl D’Amelio, director elegido por concurso, en funciones desde el 1 de junio de este año. En tiempos de elecciones (y hay pocos que no sean tiempos de elecciones en la Argentina), la política cultural espera definiciones. El museo recibe más de 50.000 visitantes por año, sin contar las visitas de grupos de escolares.
En la planta baja, una muestra antológica que homenajea al Castagnino coleccionista y difusor del arte en Rosario exhibe actualmente varias de las obras de arte europeo y nacional legadas por la familia del artista. Además, hasta inicios de 2018 se pueden visitar otras cuatro muestras simultáneas en el museo octogenario de la avenida Pellegrini 2202, situado frente al ya reverdecido Parque Independencia. Todas son obras del patrimonio.
Visibilidad y presencia del grabado, al cuidado de Sabina Florio y Claudia Rippa, reúne piezas de la primera década de vida del museo, entre 1937 y 1945. Grabados de Adolfo Bellocq, Nélida Demichelis y Abraham Vigo, entre otros, operan como documentos visuales sobre el trabajo, la pobreza y las luchas sindicales en aquellos años.
Otro núcleo, al cuidado de Guillermo Fantoni, traza un itinerario temático por los premios y adquisiciones entre 1937 y 1945, con obras de Berni, Spilimbergo, Gambartes y Piccoli, que concebían imágenes más “premiables” que otras que desarrollaban al mismo tiempo en otros contextos.
En la sala central de la planta baja se exponen pinturas del querido artista rosarino Manuel Musto (1893-1940), “el Fader de los arrabales”. En su juventud, Musto trabajó en la catalogación de piezas de la colección del Castagnino. Antes de morir, donó toda su obra y archivo a la entonces Dirección Municipal de Cultura de la ciudad que lo vio nacer. La historia del arte nacional se escribe con generosidad.
En el primer piso, un homenaje por el 70° aniversario de la Facultad de Humanidades y Arte de Rosario agrupó obras de juventud de creadores hoy indiscutidos: una foto de Adrián Villar Rojas, un revelador espejo de Graciela Carnevale, esculturas de Graciela Sacco y Nicola Costantino, los primeros trabajos de Mauro Guzmán y Eugenia Calvo, entre otros muchos artistas rosarinos formados (y formadores) en esa institución pública que hoy dirige la artista Norma Rojas.
Un museo moderno se renueva
En 2004, debido al acervo en constante crecimiento, se inauguró una sede a orillas del Paraná para albergar las exposiciones de arte contemporáneo. Con el Castagnino+macro, el museo con dos casas se convirtió en una referencia insoslayable del circuito de arte argentino. Allí expusieron León Ferrari, Guillermo Kuitca, Nicola Costantino, Liliana Porter y Marcos López, entre muchos otros.
“Determinar las fronteras entre la colección contemporánea y la histórica es un debate abierto”, señala D’Amelio. Para 2018, el flamante director planea una muestra que integrará ambas colecciones. Se llamará Cien años de arte argentino.
Por otro lado, se proyecta una restauración integral de un museo que fue pensado como una suerte de gran galería de exposiciones, sin espacios para conservar y restaurar obras. El certamen para la ampliación y remodelación del museo fue promovido por la Municipalidad de Rosario y la Cámara Argentina de la Construcción, y estuvo organizado por el Colegio de Arquitectos de la provincia de Santa Fe, con patrocinio de Fadea. Contó además con el apoyo de la Bolsa de Comercio de esa ciudad.
Los ganadores fueron los arquitectos egresados de la Universidad Nacional de Córdoba Juan Pablo Accotto, Mauro Iván Barrio, Pablo Carballo y Maricruz Errasti, que idearon nuevas salas de exhibición, depósitos museográficos, salas de restauración, un patio de esculturas y un auditorio con capacidad para 250 personas.
El martes próximo a las 19, en la sede de Pellegrini 2202, se celebrarán en Rosario los 80 años del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, el museo que nació de un acto de amor a un artista y a una ciudad.