Ronald Reagan: un gozne de la historia
El 40° presidente norteamericano cambió el mundo al impulsar los valores morales como principal arma de Occidente frente al comunismo; fue una pieza clave para derribar el oprobioso muro que dividía al planeta
La figura de Ronald Reagan no es bien vista desde vastos sectores de la Argentina. Hace unos meses, una encuesta de Gallup señalaba que el país que peor imagen tenía de los Estados Unidos era la Argentina. Quizás ésa sea una de las razones. Otra razón tiene que ver con el momento histórico en que le tocó gobernar. Ronald Reagan asumió el 20 de enero de 1980. El primer acontecimiento que nos cruzó seriamente fue la Guerra de Malvinas, que el gobierno militar emprendió en abril de 1982.
Pese al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, los analistas señalan que los Estados Unidos colaboraron con su socio natural e histórico, el Reino Unido gobernado entonces por Margaret Thatcher.
En los comienzos de nuestra democracia, las controversias entre Ronald Reagan y Raúl Alfonsín fueron notorias. Nuestra política exterior coqueteaba con los "no alineados", "el tercer mundo", y los regímenes de Castro y de la Nicaragua Sandinista.
En la visita de Raúl Alfonsín a Ronald Reagan en 1985, Reagan "retó" a nuestro mandatario diciendo: "Los que ayudan a nuestros enemigos, son nuestros enemigos".
Las relaciones no fueron buenas por aquellos años. La Argentina recuperaba la democracia pero no lograba estabilizar la economía y una nueva década se perdía en la hiperinflación de 1989.
Las prioridades de la administración Reagan eran el fin del comunismo y la recuperación del dinamismo americano.
No había buenos motivos para que el presidente Reagan entrara en el corazón de los argentinos. Las diferencias ideológicas y nuestra natural tendencia a culpar a todo lo foráneo de nuestros males aportaron lo suyo para estropear la relación.
Sin embargo, Ronald Reagan no fue un presidente neutral ni su período fue neutral. En su mandato colapsó una de las dos mayores tragedias de la historia de la humanidad. Junto al nazismo, su primo hermano, el comunismo fue la ideología que más personas mató, más libertades cercenó y destruyó más riqueza.
Quizás el paso del tiempo nos haga olvidar lo que fue el comunismo soviético para toda la humanidad.
Ronald Reagan sabía que la aventura comunista no era más que "un triste y extraño capítulo en la historia de la humanidad cuyas últimas páginas todavía están siendo escritas".
Cuando comenzó este "triste capítulo" del comunismo, Lenin, Stalin y otros dictadores gobernaban sólo al 10 por ciento de la población mundial. En 1920, mientras que 10 de cada cien habitantes del mundo estaba regido por el comunismo, sólo 15 estaban gozando de sistemas democráticos y abiertos. El resto se dividía en regímenes militares, democracias limitadas o sistemas de partido único y monarquías.
Hacia los años setenta, el avance del comunismo hizo que este tipo de gobierno cubriera el 35 por ciento de la población mundial. Por aquel entonces, otro 35 por ciento de los habitantes del mundo era gobernado por democracias. Era el apogeo del régimen. En los países democráticos nostálgicos, juglares y "revolucionarios" se ilusionaban (con o sin armas) con instaurar un régimen comunista en su tierra. El comunismo estaba en la cima de la ola. Los valores de la igualdad reemplazaban con facilidad a los de la libertad y el progreso. El 30 por ciento restante de la población mundial vivía bajo regímenes de partido único o gobierno militares.
Ronald Reagan ganó en noviembre de 1980 la presidencia de los Estados Unidos en medio de una seria crisis económica interna y una profunda pérdida del "orgullo americano". Reagan apuntó en todos sus discursos a valores emocionales. El "honor", el "orgullo", el "amor a la libertad", el "respeto por el prójimo". Puso énfasis en que la "batalla de fondo" es moral. En realidad no se trata de "ni derecha ni de izquierda", no compiten sistemas políticos o económicos sino valores morales. "Libertad o totalitarismo", "democracia u opresión", "creatividad o mandato", "personas o números". Reagan puso el ojo en el lugar indicado. Y ganó la batalla.
Ronald Reagan fue protagonista de la caída del sistema comunista. Los analistas polemizan acerca de si la caída se debió a la carrera armamentista, a la diferencia de standard de vida entre Occidente y el bloque, a la pérdida de incentivos económicos intramuros o a la "guerra de las galaxias" (el programa de defensa impulsado por Reagan que inutilizaba los misiles de largo alcance soviéticos). No obstante, para muchos, no fueron las armas sino el microchip el que derrocó al régimen más criminal de la historia. El enorme y creciente potencial productivo de millones de personas pudo más que los ejércitos de la OTAN. Los historiadores deben una explicación al respecto.
Lo cierto es que para el año 1997 sólo el 25% de la humanidad estaba bajo dictaduras comunistas (básicamente China, a pesar del incipiente proceso liberalizador), mientras que el 60% de la población mundial disfruta de democracias en su mayor parte capitalistas.
Atrás quedó el medio siglo más criminal de la historia del mundo. Si bien no podemos afirmarlo de forma definitiva, atrás quedó medio siglo de genocidios, guerras mundiales y opresión dictatorial. Hoy los regímenes dictatoriales son excepciones. Entre 1925 y 1990 fueron la norma.
Reagan acompañó la lucha contra el comunismo con una feroz desregulación en mercados muy dinámicos: telecomunicaciones, informática, aeronavegación, conocimiento.
Al caer el muro el 9 de noviembre de 1989 el proceso globalizador puso el pie en el acelerador. La tecnología ya no tenía una aplicación primordialmente militar. El conocimiento empezó a usarse cada vez más para fines privados, para atender necesidades de millones de personas diferentes.
Del gran computador militar se pasó a la PC personal. En la actualidad, los autos (del primer mundo) vienen de fábrica con GPS (Global Position System). Mails, chats, mensajes de amor, de negocios, información, cultura, arte, planos, fotos se transmiten por la red que antes transmitía fríos e inútiles códigos militares. Internet se hizo popular, llegó a la gente y la gente le dio una explosión de productividad como nunca lo imaginó el más ruin dictador del pasado. Dicho proceso creador no termina.
En el último Indice de Libertad Económica 2004 de Heritage Foundation, en los puestos más altos aparecen países como Estonia (6°), Lituania (22°), Letonia (26°), República Checa (32°), Eslovaquia (35°), Hungría (42°), Eslovenia (52°), etcétera.
Para tener una comparación, sólo unos pocos países de América latina -Chile, Uruguay y algunos centroamericanos- están en esos puestos. México, Brasil, la Argentina, Venezuela y Colombia presentan indicadores institucionales más rezagados en términos de respeto a la propiedad, la libertad y la iniciativa de las personas. La tendencia es llamativa. Los países de Europa del este aumentan año a año la libertad económica. Los países latinoamericanos la están reduciendo. De continuar este ritmo en poco menos que un lustro, en nuestra región padeceremos los impuestos, las regulaciones, la intromisión del gobierno, el mercado negro y la corrupción típicamentes soviética en tanto que en buena parte de Europa del este gozarán de democracia y capitalismo.
El afán de polemizar se nutre de quienes están a favor y en contra. Lo único cierto e irrefutable es que hoy hay menos países comunistas sobre la tierra. Esto quiere decir que menos gente está siendo expropiada, amordazada o fusilada. Y eso es una buena noticia.
La causa de la libertad nunca se debe dar por ganada. Nuestro país juega en forma recurrente con posturas autoritarias y mensajes sesgados de ideologías moribundas. Es un buen desahogo emocional para quienes lo practican, pero sin duda constituye una seria amenaza para la democracia y la forma más efectiva de crear y distribuir riqueza.
Hace poco más de un mes diez naciones del este se incorporaron en forma plena a la Unión Europea. Los festejos denotaron una alegría inusual para una alianza comercial. En rigor, la gente se congregó en las calles para celebrar que se estaba sellando un pasado siniestro. Los lituanos, checos, húngaros, polacos, eslovenos, rumanos y estonios no festejaban solamente la baja de aranceles o la posibilidad de compartir un pasaporte. El festejo estuvo relacionado con la caída de un muro que Ronald Reagan contribuyó a empujar.
El autor es presidente de la Fundación Atlas.
Sobre la libertad individual
"Nos dicen a usted y a mí que debemos elegir entre la derecha o la izquierda, pero quiero decir aquí que no existe cosa tal como la derecha y la izquierda. Sólo existe el arriba y el abajo. Arriba se encuentra el sueño más antiguo del hombre: el máximo de libertad individual que permite el orden, y debajo está el hormiguero del totalitarismo." (Discurso dirigido a la nación, el 27 de octubre de 1984.)
"No existen los límites al crecimiento, porque no hay límite para la capacidad humana para desarrollar la inteligencia, la imaginación y la maravilla." (Dirigido a la Universidad de Carolina del Sur, Columbia, 20 de septiembre de 1983.)
Sobre el comunismo y la URSS
"¿Cómo se define a un comunista? Bueno, es alguien que lee a Marx y a Lenin. ¿Y cómo se define a un anticomunista? Es alguien que entiende a Marx y a Lenin." (Comentarios realizados en Arlington, Virginia, el 25 de septiembre de 1987.)
"¡Señor Gorbachov, abra esta puerta! ¡Señor Gorbachov, derribe este muro!." (Discurso pronunciado en las inmediaciones del Muro de Berlín, 1987.)