Rojo fuego
RÍO DE JANEIRO.- Qué paradoja que el cielo se haya pintado de rojo, justo de rojo. Ni de amarillo flúo ni de azul pirotécnico ni de ese blanco incandescente que se había visto durante todo el día en las postales de Sydney, China y Corea, primeras en festejar. En el minuto uno de este nuevo año, sobre las aguas de las playas de Copacabana, los fuegos eran rojos, de un rojo fuego. Y qué paradoja el rojo, digo, porque el mismo día, el primero de esta era que quiere venir a inaugurar Jair Bolsonaro, Brasil escucharía a su nuevo presidente decir que iba a barrer con el rojo. Cuestión de ideas y de deseos. Y quién sabe qué habrán pedido, sin pestañear, bajo la lluvia artificial, las personas que fueron a festejar la llegada de 2019 en Río de Janeiro. Entonces no importa ya más el color; el secreto, la intimidad, la pasión (¿el rojo era el color de la pasión, no?) con la que se desea es universal.