Roger Albinyana: "Los catalanes se han acercado más a Europa como forma de alejarse de España"
El secretario de Asuntos Exteriores de Cataluña explica el proceso independentista, que el próximo domingo tendrá en las urnas un nuevo capítulo; "España está gestionando esta crisis de mal en peor", dice
Los catalanes han apuntado en el calendario el próximo domingo como día de elecciones autonómicas. Elegirán una nueva legislatura y con ella, un nuevo gobierno. Nada extraordinario hasta aquí. ¿Qué es lo que convierte entonces esa fecha en una de las más importantes de la historia de Cataluña?
La fecha histórica debió haber sido el 9 de noviembre pasado, y en un sentido lo fue. Ese día, los catalanes se pronunciaron en favor de su independencia de España en un plebiscito que fue declarado inconstitucional por el Tribunal Supremo, a pedido del gobierno español. Invalidada la consulta, Cataluña irá esta vez con una fórmula ingeniosa: elecciones con "carácter plebiscitario", aun cuando la palabra "plebiscito" no figura en el decreto de convocatoria, ni en ningún otro lado, para sortear la prohibición constitucional. La fórmula consiste en lo siguiente: quienes voten a la coalición de partidos Junts pel Sí estarán votando además por la independencia. El oficialismo -Convergencia Democrática, de Artur Mas, presidente de la Generalitat- y la principal oposición, Esquerra Republicana, marchan juntos en esto. Todo indica que lograrán una amplia mayoría.
El separatismo catalán, como se puede ver, es un fenómeno arduo y complejo hasta en sus instrumentaciones más básicas. Para Roger Albinyana, secretario de Asuntos Exteriores del Gobierno de Cataluña, puede reducirse sin embargo a una cuestión de orden ontológico. "Es acerca del ser. Es el hecho de que entre Cataluña y España hay lazos económicos, culturales, sociales, históricos y de todo tipo. Pero España no nos deja ser como somos. Nosotros decimos que queremos ser el mejor aliado de España en la Unión Europea, pero siendo, existiendo. Porque ahora no existimos."
Albinyana pasó por Buenos Aires en su ruta sudamericana de difusión, y búsqueda de apoyos del proceso independentista. Este hombre de 35 años que se define como "liberal europeo" ofrece una muestra clara de hacia dónde ha mirado siempre Cataluña. "Europa ha proyectado siempre unos valores de modernidad, multiculturalismo e integración que España no contempla", dijo en su encuentro con LA NACION.
Los catalanes son gente de verdad insaciable. ¿No les alcanza con el Barça?
(Risas) El Barça tiene un significado muy importante para Cataluña. Nosotros siempre decimos que es más que un club de fútbol. Es un símbolo, un activo muy importante del país de Cataluña.
Por favor, explíquele de manera sencilla a un argentino por qué usted, en el año 2015, no desea ser más español.
Pues es muy simple: porque existe una parte significativa de la población de Cataluña que se ha hartado de que aquellos que nos gobiernan desde hace muchos siglos desde Madrid no reconozcan el carácter de nación que tiene Cataluña, que no reconozcan que los catalanes en su inmensa mayoría se sienten como una nación, y que se sienten distintos del resto de España.
¿Los catalanes consideran una unidad al resto de España que no es Cataluña?
No puedo hablar de todos los catalanes, pero sí de una inmensa mayoría que entiende que España es un país plurinacional, integrado por distintas naciones, cuando desde Madrid y desde la inmensa mayoría de España se ve a España como una sola nación, algunos dicen plural, otros diversa, pero en definitiva como una sola nación.
¿Pero eso no había sido superado después del proceso de autonomías regionales en el que se avanzó después de Franco?
No. Porque en el mismo proceso de descentralización se ha inyectado el veneno en el propio sistema. El proceso que se inicia en 1978 con la aprobación de la Constitución no diferencia lo que son las naciones históricas del resto, sino que crea unidades administrativas, como puede ser la región de Murcia, la comunidad de Madrid, las regiones de Cantabria o Extremadura y las sitúa al mismo nivel, desde el punto de vista político, de identidad, que Cataluña o el País Vasco. Históricamente, desde el catalanismo se ha reclamado este hecho diferencial. Que se tomara Cataluña como realidad política, social, cultural, anterior a España, y se le reconociera un estatus diferenciado respecto del resto.
De modo que la pregunta debió haber sido: ¿por qué usted no se considera español?
Correcto. Yo no me considero español, pero tengo que decir que en Cataluña hay muchas personas que se consideran catalanas y españolas.
¿Y cuántos son los que quieren la independencia? En el referéndum del año pasado votaron unos 2 millones de catalanes?
Un 40% del censo (del padrón) de 5 millones fue a votar en condiciones muy hostiles. El 80% de ellos votaron a favor de la independencia. No es mi caso, pero yo le diría que hay personas que están a favor de la independencia que se consideran también españolas.
¿Por qué?
Pues es muy normal. Han vivido siempre en España, y como Cataluña es un territorio en el que el 70% de la población tiene sus orígenes afuera, es evidente que es un territorio muy mezclado...
En Madrid se dice que a Cataluña no la hicieron sólo los catalanes sino todos los españoles?
Efectivamente. Antes, y especialmente después de la Guerra Civil, vinieron muchos millones de españoles a trabajar y se integraron, aprendieron catalán. Han conjugado su identidad española, que es muy legítima, con una identidad catalana. Y no pasa absolutamente nada.
Mientras la dirección que ha tomado el mundo es la integración, los catalanes, europeístas, parecen ir en una dirección contraria: el separatismo. ¿Es una contradicción?
No lo es. Cataluña ha sido históricamente el territorio más europeísta de toda la península ibérica. Cuando Franco estaba a punto de morir aparecieron activistas y políticos catalanes que desarrollaron un papel importante en las instituciones españolas que abogaban por la integración de España, y por lo tanto de Cataluña, a la Unión Europea. Lo que reclamamos es la posibilidad de contar con los mismos instrumentos de países de la UE como Austria o Dinamarca, que tienen poblaciones similares a la de Cataluña, para integrarnos como lo que somos. Los catalanes siempre se han acercado más a Europa porque era una forma de alejarse más de España. Europa ha proyectado siempre unos valores de modernidad, multiculturalismo e integración que España no contempla.
¿Cómo conviven los catalanes con un concepto tan negativamente connotado como el "nacionalismo"?
Se ha utilizado históricamente. Hoy ha sido sustituida la palabra "nacionalismo" por "independentismo" para evitar esa connotación y poner el acento en que la construcción de un Estado independiente no pasa por definir un hecho nacional. Hay personas que se aproximan a la independencia por razones puramente instrumentales, prácticas, porque saben que el autogobierno en España no tiene futuro y que Cataluña está perdiendo oportunidades por el hecho de pertenecer a España.
El conflicto hoy está planteado en términos de statu quo o ruptura. ¿Por qué no ha prosperado el camino intermedio?
Porque llevamos muchos años intentándolo. Fíjese que el catalanismo nace a finales del siglo XIX, con una visión regeneracionista de España. Cuando España pierde colonias como Cuba o Filipinas, emerge un movimiento de este tipo influido muchas veces desde Cataluña que intentaba reformar España. Cuando España se transforma en una democracia, los políticos catalanes se lanzan a intentar reformar España en tres direcciones: buscando que comprenda que no es una sola nación, sino que es un país de distintas naciones; modernizando España desde un punto de vista económico, social y de sus instituciones políticas, e integrando España a la Unión Europea. Los dos últimos objetivos se han cumplido. Pero España no reconoce el hecho diferencial de la singularidad de Cataluña. Llevamos 40 años buscando y ha sido imposible. El último ejemplo fue con el estatuto de autonomía. Se aprobó en el Parlamento de Cataluña, en las Cortes generales en Madrid, se refrendó por el pueblo de Cataluña y era una fórmula para avanzar que fue abortada por las propias instituciones españolas en 2010.
El ministro de Economía español Luis de Guindos ha dicho que la independencia de Catalunya no sólo es "imposible", sino que también sería "extremadamente indeseable", y que los mercados no la contemplan "prácticamente en ningún foro" a los que ha asistido. Es un discurso que no presenta fisuras...
Tampoco se veían fisuras en el discurso español en el siglo XIX. El Estado español ha actuado desde el siglo XV con una visión centralista. Hasta hace poco consideraban este tipo de procesos una broma. Llevamos dos años con ataques permanentes. Nosotros abogamos por el diálogo y la negociación para minimizar los efectos disruptivos desde el punto de vista económico. Pero nosotros interactuamos no tanto con actores económicos y financieros como con gobiernos. El Tribunal Constitucional limita la capacidad para formar acuerdos de reconocimiento de otros Estados. Pero de hecho la Argentina fue, después de Uruguay, el segundo país con el que Cataluña firmó un acuerdo bilateral de cooperación. Y no hay ningún problema.
¿Cómo califica la posición del partido Podemos? No ha podido definirse sobre la cuestión catalana.
Eso mismo. Indefinición. Me recuerda la evolución que hizo el PSOE en los años 70. Defendía la autodeterminación para Cataluña y el País Vasco. Justo antes de llegar al poder se olvidaron del derecho a la autodeterminación y a partir de aquí empezaron a aplicar una política muy centralista. Podemos empezó reivindicando el derecho a decidir, y cuando vieron que no les daba puntos en el resto de España, pues se callaron y ahora no dicen nada...
El Tribunal Supremo invalidó el referéndum del 9 de noviembre. ¿Qué valor puede tener entonces que a las próximas elecciones autonómicas se les asigne "carácter de plebiscito"?
Desde 2012, cuando recibimos el mandato del Parlamento para realizar un referéndum, lo hemos intentado todo. Queríamos organizar un referéndum acordado con el gobierno de España, como hicieron Escocia con el Reino Unido y Quebec con Canadá. Ha sido absolutamente imposible. La única forma de poder canalizar el mandato es a través de lo que hemos llamado una "elección plebiscitaria". Elecciones, porque es el único instrumento legal que puede convocar el presidente de Cataluña y ni el Tribunal constitucional ni el gobierno de España pueden impugnar. Los partidos que participan han decidido darle un carácter "plebiscitario". Hay una lista conformada por Convergencia Democrática, el partido de gobierno, y Esquerra Republicana, la oposición, que dice: si nos votareis a nosotros, votarías "Sí" a la independencia de Cataluña. No es un referéndum perfecto, como el de los escoceses, porque nos lo han prohibido. Pero no podemos hacer otra cosa.
A los escoceses no les fue bien.
Pero pudieron decidir. Y es un modelo a seguir. Si el 18 de septiembre del año pasado Escocia hubiese votado a favor, ahora estarían negociando la adhesión inmediata como estado miembro de la UE. Le digo más: si el gobierno de España hubiese negociado un referéndum como el de Escocia, seguramente hubiera ganado el "No". ¡Esto genera que cada día haya más independentistas!
¿El proceso que se inicia con la elección del domingo no tiene problemas de legitimidad?
Creemos que el camino correcto es el referéndum. Pero cuando uno no puede, ¿entonces, qué? Queremos que el pueblo de Cataluña se exprese democráticamente por medio de una consulta que sea legal, y que se genere un mandato que permita al gobierno de Cataluña negociar con España y con el resto de los países de la UE la implementación del mandato de los ciudadanos. Si los catalanes lo quieren, el gobierno que salga de este Parlamento va a negociar la independencia de Cataluña. España está gestionando esta crisis de mal en peor porque no ofrece alternativas, no ayuda a vislumbrar un proceso político de diálogo y negociación para poder dar una salida a esta aspiración de una mayoría de los catalanes.
¿No hay nada que vaya a echar de menos de España?
¿Yo? ¡Nooo!
BIOGRAFÍA
Roger Albinyana nació en Barcelona en 1980. Es economista y magíster en Historia Económica por la Universidad de Barcelona. En 2002 y 2003 fue miembro observador de la Convención para el Futuro de Europa que redactó el Tratado Constitucional Europeo. Integra el Comité Ejecutivo Nacional de Cataluña desde 2012.
POR QUÉ LO ENTREVISTAMOS
Porque puede explicar desde adentro la complejidad del separatismo catalán y su próximo paso electoral