Rock y literatura, un matrimonio de largo aliento
La fructífera relación entre el rock local y el universo literario
En su reciente autobiografía parcial, Qué es un longplay, una larga vida en el rock (Sudamericana), el músico y ocasional escritor Fernando Samalea relata un encuentro trascendental ocurrido en su adolescencia con uno de sus escritores favoritos. Lo cuenta así: "Don Ernesto articulaba y gesticulaba entretenido, moviendo el pequeño bigote canoso bajo la nariz chata. Tenía una frente enorme y ancha, surcada por venas laterales, el pelo escaso hacia atrás, ojos expresivos asomando por el armazón negro de los lentes y una voz profunda y personal, de articulación melodiosa. Mutaba de anciano a niño en segundos, haciendo imitaciones vocales si se refería tal o cual persona. ¡En un momento hasta imitó a Borges! Yo daba sorbos a la taza, atento a cada sílaba, a veces posando la mirada en las enormes plantas o enredaderas que existían con total libertad del otro lado del vidrio. Tras más de dos horas de diálogo, salimos a la vereda. Husmeó a ambos lados con su cabeza y me despidió con un cálido apretón de manos." Don Ernesto era, por supuesto, Sábato. El autor de El túnel y Sobre héroe y tumbas es uno de esos escritores que deslumbran a los adolescentes por la temática existencialista y oscura de sus textos. Tal como se refleja en el tema llamado, justamente, "Sábato" de Los Fabulosos Cadillacs. Y vale la pena recuperar este acercamiento vital entre Samalea y su escritor de cabecera porque el rock nacional y la literatura argentina y universal siempre han tenido una relación fructífera de la que han salido buenas canciones que intentaron, con mayor o menor suerte, retratar en un formato más condensado un territorio que siempre estuvo dispuesto para ficción.
La construcción
Adrián Dárgelos, cantante de Babasónicos , es un gran lector. Ahí está su guiño a La experiencia sensible, de Fogwill, en la canción "Putita": "piel donde roza la bambula". Por eso, cuando buscó compañía para escribir una canción encontró en Marcelo Cohen una pluma sofisticada. Dijo al respecto: "Yo lo que quería era ver cómo era escribir con alguien que escribe bien, que tiene una dinámica, pero que no sabía la urgencia o inmediatez que tiene la letra de una canción". El resultado fue "Falsario", del disco Anoche. Y la relación de la literatura del gran Marcelo Cohen con la música de Babasónicos viene por el lado de la edificación de un universo propio y sugestivo que Cohen le imprime a sus libros. Obras geniales como Donde yo no estaba, El fin de lo mismo, El oído absoluto, entre otras, logran que el lector se sienta inestable e ingrese a un territorio fantástico ya que las historias transcurren en espacios extraños y, sin embargo, fascinantes.
También está el caso de Fabián Casas y su colaboración con algunas letras para la banda de Ariel Minimal: Pez. Una de las más atractivas es "Buda: superjuguetes", del disco Folklore. Y esta relación fugaz tiene su punto de encuentro en cuanto a que la literatura de Casas, al igual que la música de Pez, es de una fibra absolutamente urbana. Los cuentos, novelas, poemas y ensayos de Fabián Casas muestran siempre una particular atención a terreno ciudadano en el que se desarrollan. Pensar en Ocio, Titanes del coco, Los cuatro fantásticos o El bosque pulenta, es sumergirse en textos que hacen de la ciudad, con su pulso, su neurosis y su impiedad, un elemento muy importante.
Influencia
El mejor disco del rock argentino se llama Artaud y es de Pescado Rabioso. Lo dicen las encuestas más serias desde hace años. Y ese título no es fortuito ni elegido al azar: es toda una declaración de principios de Luis Alberto Spinetta . Antonin Artaud (1896-1948) es uno de los nombres más paradigmáticos de la literatura europea cuya obra, y vida, se fundieron para dar forma a un proyecto literario complejo. Poeta, ensayista, actor, dramaturgo y escritor de cartas desgarradoras, Artaud puso en jaque con sus escritos a las instituciones. Intentó de todas las maneras, poniendo en riesgo su salud física y mental, derribar barreras de género y de existencia cotidiana. Algo así como un claro ejercicio de la libertad que siempre quise llevar a cabo el gran Spinetta.
A mediados de los ochenta, Fito Páez había descubierto a un escritor norteamericano que recién estaba llegando traducido a nuestro país. Se trataba del poeta y narrador Charles Bukowski (1920-1994). Esa lectura interesada devino en uno de sus grandes éxitos: "Polaroid de la locura ordinaria", del disco Ey!. Una canción que, desde el título, refiere al libro Tales of Ordinary Madness y está inspirada en el cuento La chica más guapa de la ciudad. La literatura de Bukowski siempre tuvo un phatos descarnado y se encargó de retratar las zonas más oscuras del american dream. Con sus cuentos, novelas y poemas, este escritor que hizo del alcohol una de máximas fuentes de inspiración intentó destronar a la felicidad idiota, esa que viene como imposición de los medios de sujeción social, para mostrar la vida tal cual venía: con una crueldad inusitada. En esa línea también aparece el tema "Mosca de bar", de la banda punk 2 Minutos. Un título que se relaciona con Barfly, la película que cuenta la vida de Bukowski, y habla del periodista y escritor Enrique Symns. Alguien cuya obra periodística y narrativa tiene una fuerza inusitada que se ensambla con en una habilidad nada común para la metáfora y el armado de oraciones que azotan al lector por un costado siempre inesperado.
Pero Fito Páez no se detuvo ahí. Escribió otra canción donde nombra un libro maravilloso: "Música para camaleones", aparecida en el disco Naturaleza sangre. Escrita por el inolvidable Truman Capote. "Música parta camaleones" es una obra que se destaca por su extrema humanidad. Parece la contracara de esa obra maestra del New Journalism: A sangre fría, su correlato que muestra toda la maestría de la que era capaz un escritor como Capote.
Por último, aparece en el rock argentino una figura rutilante de la literatura norteamericana: Henry Miller. En "Output-Input", de Andrés Calamaro y en "Primavera negra", de Los Caballeros de la Quema, la banda en la que ponía su voz Iván Noble, la literatura de Miller es referida desde la admiración. Y es que la obra de Miller –Plexus, Nexus, Sexus, Trópico de cáncer, entre otros–, siempre tuvo un tono elegíaco hacia la experiencia, incluso en la derrota y la miseria, y buscaba en los sucesos cotidianos una fuente inagotable de revelación: ya sean en los viajes, en el sexo o en el paso del tiempo.