Roca unió la educación con el trabajo
Por Ricardo H. López Murphy Para LA NACION
La desocupación es hoy el problema prioritario por resolver en la Argentina. En el mediano y largo plazo, será la reforma del sistema educativo la solución de fondo de esta cuestión.
Desde tal perspectiva, el pensamiento del general Julio A. Roca adquiere especial vigencia. La necesidad de establecer una estrecha vinculación entre la educación y el mundo del trabajo fue una de las características del Roca estadista. Decía Roca en uno de sus mensajes al Congreso: "Tengo la íntima convicción de que la base más sólida del engrandecimiento de un pueblo es la instrucción general. Por ella se eleva el nivel moral de los ciudadanos y la Nación adquiere todos los resortes que la mantienen vigorosa y fuerte".
Al iniciar su primera presidencia, en 1880, Roca lo hace convencido de que la prioridad en materia educativa debe ponerse en extender la educación primaria a los sectores populares. Dice en su primer mensaje al Congreso: "Hemos extraviado hasta cierto punto el rumbo de la educación de la juventud argentina, fomentando en grande escala, con una preferencia exagerada a la enseñanza superior, las profesiones liberales de que actualmente se siente plétora entre nosotros".
Consecuente con este pensamiento, sanciona la ley N° 1420, de enseñanza laica y obligatoria, que sienta las bases de nuestro sistema educativo. Los debates en el Congreso se centran sobre todo en la cuestión religiosa y el ministro de Justicia e Instrucción Pública, Eduardo Wilde, defiende con eficacia los puntos de vista de Roca.
La significación de esta ley ha hecho olvidar el fenomenal salto cuantitativo que tuvo la educación pública popular durante el primer gobierno de Roca. Al asumir, las escuelas públicas llegaban a 1214, mientras que seis años después alcanzaban el número de 1804, con un incremento del 48,6%. Se dio especial prioridad a la formación de maestros, sin los cuales no podía extenderse el sistema educativo, y es así como las escuelas normales, que en 1880 eran sólo diez, en 1886 habían llegado a 17, aumentando en 70%. En cuanto a los alumnos, al asumir Roca había 86.927 y al dejar la presidencia los educandos llegaban a 180.768, con un incremento del 118%. Pero la diferencia más espectacular estuvo en la cantidad de docentes: de los 1915 que había en 1880, seis años más tarde éstos llegaban a 5348, con un incremento del 179,3%. Es así como la cantidad de alumnos por docente pasó de 45,4 en 1880 a 33 en 1886.
En términos cuantitativos, el gran salto de la educación primaria argentina tuvo lugar durante el segundo gobierno de Roca. En un mensaje al Congreso, mientras promediaba su segunda administración, planteó la necesidad de dar un sesgo más práctico a la enseñanza. Al referirse a la educación secundaria consideró necesario que "no sea la escuela preparatoria para los estudios facultativos exclusivamente, sino el medio de difundir una instrucción capaz de preparar al estudiante para todas las funciones de la vida social del ciudadano".
Una concepción similar mostró al referirse a la enseñanza superior: "Sería de desear, tal vez, que esos establecimientos (universidades) no fueran tan concurridos, para evitar el aumento ya alarmante de los jóvenes que se dedican a carreras parásitas, cuando tanto necesitamos de inteligencias y brazos productores".
Fiel a estas ideas, concreta una serie de iniciativas: se promueve la enseñanza técnica mediante la creación de escuelas de aprendices anexas a los talleres de ferrocarriles del Estado, Central Norte y Andino; se crean diversas escuelas de artes y oficios y de veterinaria y agronomía; se crea la Escuela de Ingenieros de San Juan, orientada a la minería, y la Escuela de Agricultura en Mendoza, con especialización vitivinícola.
Respecto de la Universidad, se dictó la ley que dio marco a sus estatutos y se dotó a la Facultad de Medicina del Hospital de Clínicas.
Pero la política educativa de Roca no dejó de lado los valores trascendentes de la nacionalidad. Baste mencionar que durante su primer período de gobierno, por iniciativa del Poder Ejecutivo, el Congreso sancionó leyes para financiar la publicación de las obras completas de Juan B. Alberdi y Domingo F. Sarmiento, la Historia Argentina de Vicente F. López y la Historia de San Martín de Bartolomé Mitre.
En su último mensaje al Congreso, meses antes de terminar el primer período, Roca pudo con justicia decir: "La República Argentina es la más adelantada en materia de educación de las naciones de América del Sud".
La segunda presidencia
Roca vuelve a la presidencia doce años después. Así como su esfuerzo principal durante la primera presidencia estuvo dirigido a extender la educación primaria, en la segunda buscó modernizar la enseñanza para darle fines más prácticos y productivos, estableciendo una mayor vinculación entre la educación y el trabajo, como también lo había buscado antes.
En 1900 se enviaron los primeros 20 jóvenes becados a los Estados Unidos para estudiar en escuelas industriales y agrícolas, programa que en los años siguientes se mantuvo y se amplió.
El ministro Magnasco preparó un proyecto de reforma del sistema educativo, que entre otras iniciativas contemplaba transformar la mitad de los colegios nacionales en colegios industriales y agrícolas. Con esto se buscaba vincular el sistema educativo con el mundo del trabajo.
Magnasco defendió con firmeza y elocuencia sus proyectos en el Congreso, pero fue derrotado. Los defensores de la cultura enciclopedista al estilo francés convergieron con intereses de las provincias, las que creían que sustituir un colegio nacional por uno de agricultura o industria era una suerte de menoscabo. Una frase del ministro Magnasco fue interpretada como crítica hacia el general Mitre -en ese momento aliado político de Roca- y terminó frustrando la aprobación del proyecto en Diputados, lo que provocó la renuncia de Magnasco.
Pero la obra de gobierno de Roca en su segunda presidencia no se frustró por este traspié. En términos cuantitativos, el gran salto se dio en los territorios nacionales, que entonces comprendían a un tercio del actual territorio continental. Entre 1900 y 1904, las escuelas de los territorios nacionales pasaron de sólo 13 a 128; los docentes, de 32 a 220, y los alumnos, de 199 a 6836.
Pero este impulso positivista no olvidó a la cultura y la historia. Durante este segundo gobierno se inauguró el nuevo local del Museo de Bellas Artes, se ampliaron las instalaciones del Museo Histórico y el Archivo General de la Nación y se instaló la Biblioteca Nacional en la antigua sede de la calle México, confirmándose en su dirección a Paul Groussac, nombrado en el cargo por Roca en 1884, durante su primera presidencia.
La percepción de un mandatario
Roca fue el responsable del mayor crecimiento de la educación popular argentina durante su primer mandato. Si bien su preocupación por establecer una estrecha vinculación entre el sistema educativo y el mundo del trabajo estuvo presente en su primera presidencia, fue durante la segunda cuando se convirtió en objetivo central. Percibió claramente que las grandes transformaciones económicas y sociales que habían tenido lugar entre sus dos mandatos exigían una adecuación del sistema educativo, para hacerlo compatible con las necesidades de la producción. En la segunda presidencia logró sólo parcialmente este objetivo al frustrarse su proyecto de reforma, aunque concretó diversas iniciativas que contribuyeron a hacer más práctica la enseñanza.
Roca percibió claramente, un siglo atrás, la necesidad de vincular la educación con el mundo del trabajo. A lo largo del siglo XX, esta idea ha sido materia de debate, proyectos e iniciativas frustradas o inconclusas. Entrando en el siglo XXI y frente a la necesidad de políticas de fondo para enfrentar el desafío de la desocupación, la idea de Roca tiene rigurosa actualidad.