Riachuelo: enfermo de gravedad, pero no muerto
¿Que pasaría si se dejara de contaminar? Una buena noticia: la naturaleza colabora
Preocupa a los argentinos que el plan de saneamiento del Riachuelo no arroje todavía resultados favorables, según las evaluaciones de Greenpeace y resultados que maneja la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar).
Para la geografía, una cuenca hídrica es un ámbito complejo donde las relaciones entre el hombre y el ambiente que allí se establecen son primeramente de carácter "social": lo que ciertos actores hacen en una parte de ésta, impacta localmente y aguas abajo, afectando no solo al ambiente sino también a otras personas cuya relación con el agua es vital.
En los 68 kilómetros que recorre y la multiplicidad de partidos que atraviesa, la cuenca del Riachuelo -Matanza está sujeta a un intensivo uso industrial y doméstico de sus aguas, el tipo de contaminantes que se encuentran en los análisis, aunque desiguales- por proporción en muestra -según se trate de la cuenca alta, media y baja, revelan que casi el 70 por ciento de su polución es de tipo industrial. En partes medias y altas de la cuenca la población de barrios localizados a pocos kilómetros del río toma agua de pozos subterráneos conectados con el río en épocas de crecida, es decir con altos niveles de contaminación.
La mayoría de salas médicas de la zona registra significativos niveles de consulta por sintomatologías de enfermedades vinculadas al agua
La mayoría de salas médicas de la zona registra significativos niveles de consulta por sintomatologías de enfermedades vinculadas al agua. No hace falta más que sumar palotes para advertir una relación directa entre efluentes industriales y domésticos, y algunas de estas enfermedades.
Los establecimientos de la cuenca, en su mayoría, no posee plantas de tratamiento adecuadas y los estudios de evaluación ambiental asumen la forma de monitoreos "livianos", que de ninguna manera captan la escala ni la complejidad real de los impactos generados.
¿La causa? Una mirada históricamente indulgente desde la gestión hasta el daño ambiental, que se consolida en los años 90 y que presenta al desarrollo económico y a la preservación del ambiente como factores que se excluyen mutuamente. Por supuesto que como toda mirada tiene un correlato real: la flexibilidad y abaratamiento en la movilidad de los procesos productivos a nivel global que permitieron las nuevas tecnologías y la globalización hizo que muchas empresas amenazaran desde posiciones de fuerza con desplazarse a otros países en caso de incremento en sus costos.
En países como el nuestro que pasaba por un periodo con alta desocupación -hasta más del 20 por ciento en algunas economías regionales- el argumento fue más que persuasivo. Como en el caso del turismo el destino preferido fue Brasil con una casi total ausencia de impuestos ambientales para el periodo en cuestión y un tipo de cambio relativo que permitía contratar a dos trabajadores por el salario de uno en la Argentina. No es casualidad que aun hoy los "BRICS" se cuenten entre los países con más bajo costo ambiental del mundo, mientras concitan la mayoría de sus inversiones.
El río tiene una enorme capacidad de sanearse a sí mismo, y lo hace de muchos modos
Otra de las causas de peso que perpetúa este orden de cosas es lisa y llanamente la ausencia de una agenda política en lo referente al medioambiente: la clase política argentina en su totalidad se está perdiendo de una oportunidad histórica de discutir y vehiculizar propuestas ambientales de calibre. El discurso ambiental es relativamente nuevo en nuestro país y ha sido promovido más por organizaciones no gubernamentales que por partidos políticos.
¿Que pasaría si se dejara de contaminar?
Una buena noticia: la naturaleza colabora.
El río tiene una enorme capacidad de sanearse a sí mismo, y lo hace de muchos modos. Conforme bajan los niveles de oxigeno y suben los efluentes ocurre una primera reacción caracterizada por un exceso de algas o eutroficación. La imagen típica es la de una carpeta verde que cubre arroyos y lagunas en nuestro delta. La sobre-ocurrencia de vegetación ejerce un reciclaje biológico convirtiendo los restos orgánicos e inorgánicos en insumo para su propio desarrollo. Por supuesto que el ecosistema ya no es el mismo, pero de ninguna manera muere: al bajar los niveles de oxígeno y luz solar en el río se dispararán cambios en la flora y fauna que lo habitan, desaparecen -por ejemplo- especies con alta demanda de oxígeno y medran otras con baja demanda.
El territorio adjunto al curso de agua permite que se den procesos de filtrado al absorber grandes cantidades de agua que alcanzan acuíferos subterráneos y que en épocas de crecida y precipitaciones con los ascensos de la napa freática se vuelven a filtrar. Sedimentos en suspensión "se pegan" a partículas contaminantes y al ser depositados en "barriales" o albardones la vegetación los usa como nutrientes naturales. El río Matanza es alimentado por precipitaciones y aguas subterráneas de la llanura de muy buena calidad que en su continuo discurrir oxigenan naturalmente a la totalidad de la cuenca.
Si se dejara de contaminar de manera progresiva y se limpiara el lecho adecuadamente, librado el río a su propia dinámica, las masas de agua contaminada se irían desplazando al Rio de la Plata y en un lapso no mayor a diez años acabarían diluidas en el Atlántico. Pero un río "recuperado" no es un cuerpo de aguas transparentes, prístinas, pero sí uno "utilizable", de "aceptable calidad", como en sus zonas no costeras y de abundante flora y fauna.
El gobierno nacional debería dar el ejemplo asumiendo un liderazgo activo, mediando allí donde surjan conflictos y honrando las promesas con los recursos necesarios
Si el 70 por ciento es de origen industrial, lo que resta es doméstico (residuos de la preparación de alimentos, componentes fecales y productos de limpieza). Solo el 45 por ciento tiene cloacas, es decir que hay 1.200.000 personas sin cloacas que descargan en tanques sépticos y en letrinas con pozos negros. Aquí la situación es más compleja: se hace imperiosa una política clara de vivienda e infraestructura que impida la futura formación de villas y asentamientos en toda la cuenca y organice el acceso a la red cloacal y de agua potable de los ya existentes.
Es interesante el hecho de que Acumar esté conformado por los 11 municipios afectados por la cuenca más Provincia y Nación. Este abordaje reproduce la complejidad del objeto, dado que no se puede sanear a un río por partes permitiendo -por ejemplo- niveles desiguales de oxígeno por municipio. La misma lógica bien se puede aplicar a las obras de encloacado y de agua potable. La solución debe ser integrada y por lo tanto el organismo que la lleve a cabo estar comprendido por todos los recortes territoriales involucrados.
Las obras de remoción de escombros y limpieza de fondo son más que acertadas aunque pusieron ya a prueba la funcionalidad interjurisdiccional del ente: apenas comenzadas las obras, el conflicto por la falta de financiamiento devino en un paralizante juego de culpas cruzadas.
¿Estará Acumar a la altura del desafío propuesto? ¿Tendrá la fuerza y voluntad política necesarias para hacer cumplir con las normativas de reducción y procesamiento de efluentes a un sector del empresariado demasiado miope y cortoplacista, que percibe el ambiente como un insumo libre de costos?
El gobierno nacional debería dar el ejemplo asumiendo un liderazgo activo, mediando allí donde surjan conflictos y honrando las promesas con los recursos necesarios.
Mientras tanto, un Riachuelo maltratado y enfermo que se niega a formar parte, otra vez, de la galería de promesas incumplidas, parece preguntarse: ¿Para cuándo?