Revolución sexual y escándalo político
Por Mario del Carril Para LA NACION
WASHINGTON
LA revolución sexual que el sida pareció frenar en los Estados Unidos ha retomado su curso en las jóvenes y no tan jóvenes generaciones, facilitada por los avances de la farmacología y motivada por las técnicas publicitaras que saturan el mundo virtual con imágenes sensuales para atraer al consumidor.
Hoy la reproducción in vitro, que permite replicar al ser humano sin la intervención directa de sus progenitores, abre en principio otra dimensión de esa revolución. En el siglo XX el placer sexual se fue separando de la reproducción; en el siglo XXI la reproducción se podrá separar del placer sexual. La ubicación de la sexualidad entendida en términos exclusivos, como placer, plantea uno de los interrogantes de nuestro tiempo.
En Washington, la reacción conservadora ante la conducta del ex presidente Bill Clinton con la joven Mónica Lewinsky estimuló, paradójicamente, la revolución sexual en los medios. Los que más se oponen a una discusión abierta sobre la sexualidad en las escuelas fueron, justamente, los que publicitaron masivamente detalles de la relación física entre el Presidente y su amante.
En estas últimas semanas, el mismo juego de factores transformó la trágica desaparición de la joven Chandra Levy, de 25 años, en un escándalo centrado en su relación sexual con el casado legislador cincuentón Gary Condit, de California. Sigmund Freud puede haberse equivocado en muchas cosas, pero no se equivocó al llamar la atención sobre el lugar de la sexualidad en la conciencia humana y sobre la importancia de la represión.
En un informe del Instituto de Valores Americanos, un centro de pensamiento social conservador, se estima que muchas mujeres universitarias de los Estados Unidos tienen relaciones sexuales pasajeras con cualquier compañero sin asumir ningún compromiso. La costumbre se llama "enganche" ( hooking up) . En el informe también se afirma que hay mujeres universitarias que cohabitan regularmente con un compañero sin pensar en el futuro. No es de extrañar entonces que en Washington, donde abundan ambiciosas graduadas universitarias que inician sus carreras, no escaseen las jóvenes interesadas en una liason transitoria con políticos poderosos y casados. Tampoco extraña que ciertos políticos que viven en Washington alejados de sus familias se interesen por ellas.
Los autores del estudio creen que en el "enganche" y en la cohabitación sin compromiso las jóvenes imitan la conducta de los varones, pero no reaccionan como varones cuando la relación llega a su fin. A esta asimetría psicológica se suma, en los escándalos recientes, la asimetría de poder que hay entre una joven que recién empieza y un político triunfador.
Estas asimetrías existieron en la relación entre Ted Kennedy y la joven que perdió su vida en el auto del senador, en Chappaquidick; también existieron en la relación entre Mónica Lewinsky y Bill Clinton y en la que sostuvieron Chandra Levy y el legislador Gary Condit. Son asimetrías que crean sospechas.
Por ejemplo, según algunas encuestas, la mayoría de los norteamericanos cree que el legislador Condit es responsable de la desaparición de Levy, a pesar de que no existen pruebas. Pero muchos intuyen que en ese tipo de relación la joven pudo haber sido abusada en sus deseos y aspiraciones, y que esa posibilidad de abuso probablemente explica su desaparición. La joven podría haberse suicidado, por ejemplo, o podría haber decidido cortar con todo, simplemente, para empezar de nuevo.
Hacia Un mundo feliz
Si Gary Condit y Chandra Levy hubieran sido amigos y no amantes, si hubieran conversado en sus ratos libres sobre bueyes perdidos y sobre los temas del día, muy pocos habrían sospechado de Condit ante la desaparicón de Chandra Levy.
La naturaleza de la relación sexual entre el cincuentón y la veinteañera es lo que despierta la sospecha en la mente popular y domina la especulación en los medios. Si la revolución sexual en los Estados Unidos separa el sexo de todo compromiso, ¿por qué esa obsesión por la relación de Condit y Levy? ¿Qué ansiedad refleja esa obsesión?
No es una ansiedad sólo de la gente convencional. Fue Aldous Huxley, el libre pensador por excelencia de la primera mitad del siglo XX, quien articuló la ansiedad colectiva sobre la ubicación de la sexualidad en la vida moderna en su novela satírica Un mundo feliz, publicada en 1932.
Huxley imaginó una sociedad en la que se hacen réplicas de seres humanos en fábricas-laboratorio, fuera del útero humano, y en la que los administradores condicionan a esos seres para que rechacen el armazón conceptual consolidado a lo largo de milenios en torno a la reproducción sexual realizada en el cuerpo humano.
En ese "mundo feliz" las ideas de padre, madre y familia son obscenidades, en cambio se enaltece el placer sexual, purificado de cualquier compromiso entre individuos o de toda contaminación con la reproducción en vivo. En el mundo feliz todos pertenecen a todos y a ninguno, y las tradiciones y costumbres son la pornografía, la promiscuidad y el consumo.
Es un mundo en el que el pensamiento y la conversación interesante son subversivos. Si en ese mundo Chandra Levy y Gary Condit hubieran conversado en sus ratos libres de política, literatura y filosofía, la relación habría sido escandalosa. Y si se hubieran enamorado y comprometido uno con el otro, la relación habría sido un pecado en el "mundo feliz", por subvertir la poligamia sin compromisos que apuntala la sociedad.
Huxley invierte los valores, en su novela, al investigar la idea de que la represión sexual es necesaria para la civilización. Su conclusión es que una sociedad en que el sexo se estimula y no se reprime podrá llegar a ser una sociedad estable, próspera, sin revoluciones y guiada por los príncipes del marketing , pero será también una sociedad que margina el arte, la literatura, el pensamiento y la religión. Una sociedad en que la historia realmente habrá llegado a su fin y donde la farándula permanente habrá reemplazado a la política.
Mario del Carril es doctor en filosofía, coautor de los libros Clinton. Claves para su gobierno y Por qué se fueron (Emecé).