Reutilizar, la nueva forma de creación en una época sin autores
Poeta conceptual, creador del mayor archivo web de arte de vanguardia, Kenneth Goldsmith destaca el mayor valor de Internet: dar acceso a una producción artística disponible para convertirse en nuevas obras
En las fotos de Kenneth Goldsmith que se pueden encontrar en Internet, luce estrafalario: barba muy larga, tupida y bicolor, anteojos raros, a veces vestido como un dandi inglés y otras como un chamán psicodélico. Se lo puede ver durante la lectura de poesía en la Casa Blanca –donde concurrió en 2013 a un recital poético invitado por el presidente Obama–, dando clases y talleres en universidades norteamericanas y europeas, o curando el ciclo de "lecturas guerrilla" en el MoMA que le valió ser el primer poeta laureado por este reconocido museo. Para esta entrevista con la nacion, eligió vestir un sobrio traje gris con chaleco, debajo una camisa blanca con lunares rojos y corbata amarilla. Lleva consigo un portafolio de cuero, y a falta de la esperada barba, un levísimo bigote enmarca una sonrisa.
Kenneth Goldsmith es escritor. Se define a sí mismo como poeta conceptual y performer. Actualmente es profesor de poesía y escritura en la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos. Autor de varios libros de poesía y de ensayo; se hizo conocido mediáticamente con su obra Día, en la que copió, robó, plagió o simplemente trasladó de un sitio a otro –transcribiéndolo por completo– el New York Times del 1 de septiembre del año 2000. Un modo estruendoso de ejemplificar su teoría de la "apropiación" de textos ajenos como único recurso disponible aún para la escritura en tiempos de vida digital, pero también como campo de discusión teórica, exploración artística e indagación metodológica para el arte contemporáneo.
Goldsmith habla cuidando las palabras, las elige y parece paladearlas con cierta morosidad antes de entregarlas al interlocutor. Las trata como un bien preciado. En un tono delicado y preciso, modula cada respuesta como si estuviese repasando el texto de una obra de teatro: le preocupan la duración de los silencios, el eventual énfasis y la correcta inflexión de su inglés. Administra con prudencia los gestos, y parece ser consciente del sentido que quiere darle a lo que dice, pero sobre todo cuida la materialidad de la enunciación: no cabe duda, Kenneth Goldsmith es un encantador del lenguaje, un poeta y un actor.
La conversación transcurre al sol, antes de comenzar el ciclo de actividades que el Malba y la editorial Caja Negra organizaron recientemente para la presentación de la traducción de su libro Escritura no-creativa al español y la realización del taller "Perdiendo el tiempo en Internet". La invitación de Goldsmith coincide con la muestra La era metabólica. De cómo Federico Manuel Peralta Ramos predijo Internet con un huevo, curada por Chus Martínez. Nada más oportuno entonces que ahora sea Goldsmith quien posa para la foto institucional del encuentro junto al huevo de Peralta Ramos –Nosotros afuera, 1965– que la curadora de la muestra vincula con las investigaciones de Douglas Engelbart, el padre del hipervínculo, contemporáneo del artista del Di Tella.
La primera pregunta invita a Goldsmith a ubicar momentos clave en su carrera. Comienza recordando que junto con dos poetas canadienses, en 1997, mientras procuraban conjurar el frío invierno de Búfalo con bebidas espirituosas, formularon las bases de la poesía conceptual a partir de respaldar lo que Goldsmith denominó "escritura no-creativa". Este concepto, que resuena con particular ironía en los ámbitos académicos norteamericanos (donde cada universidad que se precie suele ofrecer programas de escritura creativa para quienes buscan ser escritores profesionales), pasó de ser una frase a una experiencia y finalmente se constituyó en un nuevo "campo" de debates teóricos y experiencias artísticas.
Bajo los auspicios de Ubú
Poco antes Goldsmith había comenzado un archivo digital con la intención de albergar en un único espacio virtual de libre acceso y gratuito todo el legado de la vanguardia clásica. Puso su proyecto bajo la advocación de Ubú, el conocido personaje creado por el escritor francés Alfred Jarry, inventor de la patafísica. Lo cuenta con orgullo: "Comencé UbuWeb en 1996 y desde entonces ha ido creciendo hasta convertirse en el archivo de arte de vanguardia con mayor número de contenidos de la Red. En UbuWeb se encuentra almacenado el trabajo de decenas de miles de creadores; navegando por él es posible encontrar cientos de miles de objetos artísticos, incontables terabytes de materiales mediáticos, millares de películas, enormes cantidades de MP3, toda clase de música de vanguardia, infinitas cantidades de poesía sonora, innumerables conferencias, entrevistas, debates…".
No es un emprendimiento monumental gestionado por varias personas expertas en el tratamiento de esos materiales, sino todo lo contrario: el deseo de este único hombre es lo que reúne, clasifica y archiva todo con la prolija maestría de bibliotecólogo. "No necesité ni pedí un solo centavo", dice. "Lo administro yo mismo, y hago algo bueno de manera incorrecta, sin pedir permiso, sin pagar derechos: mi sitio me convirtió en el Robin Hood de los movimientos artísticos avant-garde." Para su creador, UbuWeb sigue siendo su juguete preferido, al que vuelve cuando quiere, con la cosecha de su propia pérdida de tiempo en Internet mientras sus hijos también lo pierden jugando con la PlayStation en su departamento neoyorkino. "Son momentos lúdicos –afirma–. Estoy cerca de los chicos con mi propio entretenimiento; mientras ellos se sumergen en sus combates, yo en pocos minutos ya subí dos películas, tres imágenes y quizás algún libro. Todo está en Internet", se jacta.
Fue precisamente durante la indagación que devino en Ubu cuando Goldsmith descubrió la paradoja de que –en la era de la imagen– todo lo que circula por la Web lo hace sobre la base de códigos que son puro lenguaje; una sintaxis estricta es el medio de transporte, transferencia y transmisión de ideas empaquetadas en formatos de lo más diversos. Goldsmith es categórico: "Reutilizar es la nueva creación". Sostiene que Internet es la creación que más ha contribuido al desarrollo y difusión de las artes en el último tiempo, que el acceso irrestricto a la producción de otros artistas a través de la Web vuelve esas obras disponibles como insumos de otras instancias de creación.
Lanza su polémica: "Nos dejamos convencer por la idea de que este mundo se convertiría en el imperio de lo visual, un lugar lleno de imágenes; pero cuando miramos a nuestro alrededor, lo único que vemos es gente que no para de escribir, leer y textear: vivimos inmersos en el lenguaje de un modo tan radical como jamás nadie se hubiera atrevido a soñar".
¿El escritor entonces debería resignarse a ser el chico del delivery? La respuesta serena del poeta es contundente: "Sí, pero esa tarea no debe ser menospreciada sino todo lo contrario, porque lo que transporta es algo sobre lo que él mismo ha intervenido, es la voluntad y la intención del escritor de llevar un texto de un sitio a otro, reubicarlo, y en ese proceso le cambia su sentido, lo re-crea. Eso sí, algunos narcisismos antiguos vinculados a las ideas de originalidad o autoría van a salir heridos… ¿pero a quién le importa? Cuando vemos un mingitorio todos pensamos en Duchamp".
Derecho a equivocarse
En esa frase de Goldsmith se cifra parte de su prestigio, de su acierto y su hallazgo: en relación con las artes visuales, la literatura tardó muchos años en adentrarse en el mundo digital, en apropiarse de ese material disponible y tratar de hacer algo con él. Su constante mención de las vanguardias clásicas es una guía de lectura para las intervenciones y talleres en los que Goldsmith materializa la experiencia literaria ofreciendo nuevos modelos de producción estética acordes al desarrollo de la cultura digital.
Toda entrevista debería tener un momento ríspido, menos para incomodar al interlocutor que para llevarlo hacia alguna zona opaca del propio quehacer, que finalmente permita tener la semblanza más completa del artista. Entonces, ¿podría comentar el episodio que este año dio un giro copernicano a su carrera en Estados Unidos? Goldsmith, sincero y apesadumbrado, no sale de su asombro: "No me atrevía siquiera a pensar que esa noticia llegaría aquí antes que yo mismo. De hecho pensé que nadie lo había mencionado antes por desconocimiento. Ahora ya sé que fue sólo por misericordia".
Pero ¿qué fue lo que sucedió? El 13 de marzo, invitado por la Brown University a un recital de poesía, Goldsmith leyó frente a un público de más de cien personas el poema titulado El cuerpo de Michael Brown. El texto, "apropiado" por el poeta conceptual, era la desgrabación del informe de la autopsia practicada al cadáver de un joven negro muerto a manos de un policía de la ciudad de Ferguson en 2014. Esa noche, el auditorio lo silbó, le arrojaron sillas y los diarios y suplementos culturales de la semana lo demonizaron, lo consideraron racista y militante de la supremacía blanca. Fue definitivamente un escándalo. A su favor, Goldsmith argumenta que su intención fue "desplazar" el texto de la mesa de la autopsia para que su recitado lo resignificara como el poema que delataría la cosificación de un cuerpo, capaz de reducirlo a mera "evidencia" expuesta a la mirada forense.
Pasados ya varios meses, Goldsmith afirma: "Estoy arrepentido de cómo resultó todo. Pero sigo interesado en materiales potentes y provocadores. No quiero alejarme de eso ni dejarme intimidar. Soy un artista experimental, aunque esta vez creo haberme excedido: quise trabajar con material explosivo y terminó explotándome en la cara". Se disculpa: "Hubiera querido que mi intención de vanguardista fuese comprendida, pero no: lastimó a algunas personas. De todos modos sigo pensando que el derecho de un artista a equivocarse puede ser tan sagrado como los sentimientos de cualquiera".
Tanto su libro como el taller que coordinó en el Malba para un grupo numeroso de jóvenes escritores y curiosos retoman el trabajo académico y performático de Goldsmith en torno a la deriva en trance de Benjamin, el détournement situacionista o las estrategias plagiarias de Jeff Koons y Andy Warhol como escenas posibles de ser abordadas con elementos que ofrece la cultura digital: la programación, la codificación, las búsquedas en Google. Todos estos dispositivos contemporáneos serán usados –sentencia Goldsmith– más temprano que tarde, para que la literatura y la poesía hagan algo con ellos como ya lo vienen haciendo desde hace tiempo las artes visuales.
Biografía
Nació en Freeport, Nueva York, en 1961. Es artista y poeta, fundador de Ubuweb, un enorme archivo digital de arte de vanguardia.
Es editor del archivo de poesía on line PennSound y fue invitado por Obama a leer poesía a la Casa Blanca.
Fue curador de un ciclo de "lecturas guerrilla" en el MoMA. Es profesor de escritura en la Universidad de PennsylvaniaNació en Freeport, Nueva York, en 1961. Es artista y poeta, fundador de Ubuweb, un enorme archivo digital de arte de vanguardia.
Es editor del archivo de poesía on line PennSound y fue invitado por Obama a leer poesía a la Casa Blanca.
Fue curador de un ciclo de "lecturas guerrilla" en el MoMA. Es profesor de escritura en la Universidad de Pennsylvania.
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