Retratos íntimos de David Hockney
El artista británico inaugura hoy en Londres una exposición con más de 80 obras de personas con las que compartió sus últimos años en Los Ángeles
Con pantalón fucsia, corbata roja, sonriente y en zapatillas, fue retratado en 2015 el comediante australiano Barry Humphries por el pintor británico David Hockney. Lo excepcional de la obra, que forma parte de las 83 que componen la exposición que el artista inaugurará hoy en la Real Academia de las Artes en Londres, reside en lo conocido del sujeto. Humphries es de los pocos personajes famosos que posaron para la muestra.
La gran mayoría de los cuadros están protagonizados por amigos, familiares, artistas, curadores, galeristas y otras personas cercanas al pintor.
La exposición es un recorrido por el círculo social más íntimo con el que el artista compartió momentos de su vida durante su estancia en Los Ángeles en los últimos tres años. Hockney dice que, para él, "las celebridades son sus amigos", según señaló Edith Devaney, comisaria de la muestra.
Tres días es el tiempo que el pintor dedicó a la realización de cada uno de los retratos, todos ellos- salvo una excepción- acrílicos pintados sobre lienzos de igual tamaño, en formato reducido.
Uno a uno, los modelos posaron para Hockney, que optó por sentarlos en la misma silla e inmortalizarlos con su trazo sobre un mismo fondo con distintas variedades de verdes y azules. Las obras están colgadas en la sala del museo en orden cronológico y sobre una pared de color carmín intenso.
Entre los retratados, figuran personajes como lord Jacob Rothschild, que viste un traje oscuro; o David Juda, con un aire más informal en jeans, remera y saco. También se pasearon por su estudio su pareja durante los años 70 Gregory Evans, su masajista David Stoltz, su trabajadora doméstica Patricia Choxon y el artista conceptual John Baldessari.
La muestra, titulada 82 retratos y una naturaleza muerta, podrá visitarse hasta el 2 de octubre dentro de un proyecto que supuso para Hockney una vuelta a la pintura acrílica tras 20 años apartado de esta técnica.
En la presentación del evento, Edith Devaney remarcó que las obras son "una celebración de la humanidad y de la individualidad" de los seres próximos al británico.
La también musa del artista, que posó para esta serie, explicó que "Hockney no está interesado" en inmortalizar a personajes famosos, sino que se ha volcado más bien en una especie de ejercicio sociológico en el que se suceden hombres trajeados, chicos con ropa deportiva, mujeres con atuendos casuales y pomposos vestidos, diversos tipos de calzado y complementos como pajaritas, perlas blancas y brillantes relojes.
Una naturaleza muerta para un modelo ausente
La pintura que abre la exposición es un retrato del asistente de Hockney, J-P Gonçalves de Lima, en el que éste se cubre la cara con las manos y descansa sus pies sobre una alfombra con trazos diagonales negros y rojos.
La comisaria dijo que esta última obra se presenta como un "autorretrato", debido a que se percibe "la angustia y la frustración" que sintió el autor cuando la ejecutó en julio de 2013, después de un período en el que se veía incapaz de volver a pintar.
El artista, que padece una acusada sordera, sentó en su silla también a sus hermanos, John y Margaret. Muchos de ellos tuvieron que aguantar hasta 20 horas sentados.
La intención del pintor era que sus invitados acudieran a las sesiones con la ropa con la que se sintieran cómodos, ya que eso reflejaría su personalidad. Aún así, algunos no pudieron evitar la tentación de vestirse para la ocasión. Es el caso de Rita Pynoos, que fue al estudio con un vestido rojo largo y abultado, que obligó al artista a estamparlo en un mismo día "por si su amiga realizaba algún movimiento" que hiciera cambiar las luces y las sombras.
Hay una única pieza en toda la muestra en la que no se ve ningún rostro. Es una naturaleza muerta que Hockney trasladó a su lienzo después de que uno de sus modelos tuviera que cancelar la cita a último momento. En este cuadro, los amarillos y naranjas de los limones, plátanos y un pimentón iluminan una composición de tonos neutros.
Otras dos excepciones están presentes en la exposición: un único cuadro en horizontal, protagonizado por los gemelos Barringer, y el único en el que aparece un objeto ajeno a la vestimenta, en el que el joven Rufus Hale sostiene en sus manos una libreta y un lápiz.
Hockney considera esta serie como una única obra, y, fiel a su estilo pop art, cuestiona con ella elementos del retrato tradicional.