Reseña: El último Bioy, de Lidia Benítez y Javier Fernández Paupy
Adolfo Bioy Casares (1914-1999) cuenta con libros biográficos o autobiográficos que han cubierto con esmero costumbres, vicios, opiniones y momentos históricos argentinos, registrados con mirada implacable durante una larga vida. Lo último ocurría, por ejemplo, en momentos documentales de Descanso de caminantes, compilación póstuma que reúne parte de su diario.
La lista creció en los últimos años de su vida y en los posteriores a su muerte: Palabra de Bioy, Los Bioy, Bioygrafía. En ese ámbito, relacionado con la cercanía física y la posibilidad de datos más fieles al chisme o la revelación, se inserta con gran comodidad El último Bioy. Ante todo porque su fuente, Lidia Benítez, fue su enfermera y cuidadora, tareas que cumplió con la suficiente sensibilidad como para que en algún momento Bioy le propusiera matrimonio (lúcida, ella no aceptó). La propia Benítez fue anotando en pequeñas libretas datos diarios de actividades o detalles. La colaboración de Javier Fernández Paupy es esencial para comunicarle al conjunto solidez, mediante abundantes notas al pie, tomadas de otras fuentes, y en especial por un tono que termina por ser narrativo, fluido. Incluso en el largo capítulo de los viajes (una lista a veces repetitiva) para asistir a incontables honores, acordados en momentos de creciente dolor de una pierna, intensa soledad, malhumor y autoritarismo frecuente.
La propia cuidadora registra algunos excesos de su patrón, y a la vez su glamour impenitente, que la lleva a perdonarlo, una y otra vez, y seguir colaborando en su mayor bienestar. El capítulo dedicado a "el último acto" pone a prueba definitivamente el vínculo por ambas partes, y conmueve por la intensidad.
Hay páginas abundantes sobre los distintos sitios donde vivieron "los Bioy", lugares por lo general acosados luego por el abandono o el litigio. Silvina Ocampo aparece a menudo mientras vive, provocadora de una tensión familiar a partir del enamoramiento y del casamiento con Bioy. Con rigor documental, se incluyen por último los forcejeos por la herencia, y el destino final de una biblioteca de más de 17.000 volúmenes (porque absorbía otras, como la de Alejandra Pizarnik). Una buena costumbre del sello editor hace que se agregue un pliego de fotografías del período, que contribuye a colmar intrigas del género, al estilo de "¿cómo era ella? ¿cómo estaba él en ese entonces?"
EL ÚLTIMO BIOY
Lidia Benítez y Javier Fernández Paupy
Leteo
157 págs./$730