Retrato de un presidente que no quiso ser
El libro de la periodista Silvia Mercado es un best seller que radiografía los tres años de Alberto Fernández en lo más alto del poder
- 4 minutos de lectura'
Dificultades para dormirse, despertar y cumplir con los horarios previstos. Facilidad para empatizar, pero no para responder con hechos concretos. Inestabilidad emocional.
A lo largo de 255 páginas de su nuevo libro, El presidente que no quiso ser (Planeta), la periodista Silvia Mercado (acreditada en la Casa de Gobierno por Radio Jai y El Cronista) construye un minucioso perfil íntimo y político de Alberto Fernández.
Cada semana, desde su aparición, su obra venía encaramándose velozmente en la lista de los libros más vendidos hasta meterse en el estelar top ten cuando se le cruzaron dos escollos bastante habituales que amenazan esa carrera triunfal: hay libreros que escatiman su exhibición (tal vez porque es un oficio en el que abundan kirchneristas que “militan” sus vidrieras), a lo que se suma la consabida pachorra editorial para cubrir con buenos y rápidos reflejos los faltantes de este título que ya empiezan a registrarse en algunas librerías.
En cambio, la inefable portavoz Gabriela Cerruti (que solo accedió a dar disculpas condicionales “si algún familiar” de víctimas del Covid se sintió agraviado por su caracterización del homenaje de las piedras como “de derecha”) le dio una gran mano al salirle al cruce al libro con su habitual estilo áspero y amagando con un juicio, lo que ayudó a tonificar las ventas y estimular la avidez de los curiosos. Siendo comunicadora, no debería desconocer que intervenciones como las suyas suelen provocar un efecto contraproducente. Eso sí, los abogados de Planeta sugirieron sacar de la edición final una cantidad de páginas en las que la autora descendía a detalles escabrosos de la intimidad presidencial que, probablemente, podían ponerla a tiro de una demanda judicial.
Alguien que conoce a Alberto Fernández como la palma de su mano, exmiembro clave de su staff y que lo sigue frecuentando, define para esta columna la tipología del personaje: “No rompe ni avanza, solo pasa el tiempo. Patea temas. No define. No quiere romper el Frente, pero tampoco habla con Cristina ni Máximo”. Y remata con el grave problema político que esa forma de ser genera: “No ha construido políticamente y el justicialismo siempre busca un jefe. Alberto no es jefe ni en la política ni en la gestión”. Para decirlo con una imagen que usó la vicepresidenta, quien tiene el poder (ella) no maneja la lapicera y quien tiene la lapicera (él) no maneja el poder.
Anoche, en el programa de Mirtha Legrand, aprovechando que una de los invitados era precisamente Silvia Mercado, se volvió a reflotar una versión insólita que su libro refleja: que como parte del acuerdo con su mentora para encaramarlo en la Presidencia de la Nación (cuyas condiciones jamás trascendieron) Alberto Fernández habría cobrado una suculenta suma de dinero. Si bien la autora en su texto reconoce que “hasta ahora no hubo forma de probar que entre Cristina y Alberto haya existido un acuerdo económico que comprometa al Presidente”, en otra parte de su libro afirma que viejos amigos de Fernández saben que “una promesa de aumento de su patrimonio hubo, porque no venía bien con sus ingresos”.
Es que ya nadie lo consultaba como antes ni lo convocaban a trabajar en complicadas ingenierías electorales, como la de Néstor Kirchner, en 2003; la de Sergio Massa, diez años más tarde, y la de Florencio Randazzo, en 2017.
Si bien se toma su espacio para describir quién es Alberto Fernández, Mercado lo sintetiza en dos párrafos demoledores. Su devenir ideológico lo describe así: “Nació en el nacionalismo más rancio, promilitar y antiterrorista, pasó al radicalismo alfonsinista, transmutó por cada una de las facciones peronistas que llegaron al poder desde 1987, tuvo un paso por el cavallismo”.
En cuanto a su capacidad para acomodarse y complacer al interlocutor de turno, Mercado lo define como “un burócrata que puede formar parte de la maquinaria de cualquier partido”, pero que es “un administrativista lento y poco confiable, moroso y procrastinador”.
Cristina Kirchner pensaba que los buenos contactos de Fernández con la Justicia y el periodismo podían redundar en su beneficio, cosa que no ocurrió.
El Presidente se maneja a sus anchas y complacido cuando su trabajo se limita a lo retórico, como sucede en estos días de roce internacional a gran nivel, con declaraciones grandilocuentes que se las llevará el viento, sin que eso signifique un alivio para la grave situación argentina.
Su regreso está previsto para el día después del 50° aniversario del regreso de Perón a la Argentina, que tendrá a Cristina Kirchner como principal oradora en el Estadio Único de La Plata. Allí, los incondicionales de la vice podrán hacer coincidir, por fin, su cántico “Cristina presidenta” con la realidad ya que aún estará, efectivamente, al frente del Poder Ejecutivo.