Respetar las reglas, frente a un virus desbandado, es un imperativo de vida
Existe un virus invadiendo 162 países del mundo, y gran cantidad expertos en la materia continúan afirmando que no se trata de un virus de alta letalidad, pero sí que es extremadamente contagioso. Y cuando los contagios ocurren rápida y simultáneamente, difícilmente un sistema de salud esté apto de poder hacer frente a una demanda sanitaria que supera las capacidades de atención efectiva y de escala.
Datos importantes a tener en cuenta para bajar el pánico y aumentar la responsabilidad ciudadana y política: en ese universo de 162 países portadores del coronavirus, ya existen más de 190.000 personas infectadas. De ellas, la mayor cantidad (y la de muertos también) corresponde a China e Irán, y en Europa, a Italia, España y Francia.
Los restantes 157 países presentan una importante cantidad de infectados (que continúan incrementándose exponencialmente en algunos países más que en otros) pero arrojan un saldo de muertes menor a las 100 personas, y en algunos casos los decesos son inferiores a las 10 o 5 muertes desde el ingreso del virus a estas naciones y hasta el cierre de esta columna.
¿Quiere decir esto que el virus solo presenta gravedad y requiere extremos cuidados en solamente 5 países de los 162 afectados? Por supuesto que no. Quiere decir esto, que, hasta el momento, la enorme mayoría de los países están pudiendo a través de un esfuerzo sobre humano, médico, científico, político y ciudadano hacerle frente al Coronavirus en tiempo y forma.
¿Cuál es la situación argentina en particular frente a este flagelo que nos está alterando fuertemente nuestras vidas?
El gobierno nacional nos trasmitió hace algunas semanas, las escasas probabilidades de que el virus ingresara el país. Conforme crecían las ansiedades, los medios se hicieron eco de una multitud de ciudadanos desorientados, cada vez más atemorizados, frente a un comportamiento despiadado del virus en otras latitudes. Así, el tema pasó ligeramente de la agenda mediática a la pública, y el último jueves 12 de marzo, a través de un decreto presidencial, el presidente Alberto Fernández tomó firmemente cartas sobre el asunto y nos informó sobre las directivas necesarias para poder lograr controlar el virus, y sobre una serie de prohibiciones necesarias, para evitar mayores contagios y controlar que la curva ascendente del virus no se desbande y colapse nuestro sistema de salud.
El domingo último se conocieron nuevas determinaciones conciliadas entre Alberto Fernández, especialistas de la salud, y altos referentes de las fuerzas políticas opositoras. Así, nos informó el presidente sobre la suspensión de clases en los niveles primario y secundario, nos comunicó sobre la contundente decisión de haber cerrado las fronteras de la Argentina, nos reiteró sobre la suspensión de todo tipo de espectáculos que impliquen concentración de personas, ofreció un tratamiento especial para las personas mayores de 65 años, para que puedan realizar todo tipo de trámites sin tener que padecer grandes aglomeraciones, y nos comunicó que seguirán sumándose nuevas medidas en torno a las actividades que implican una amplia circulación humana, entre otras medidas de emergencia que seguirán sumándose minuto a minuto.
Además de las cifras de casos notificados y de muertes en el país hay muchos casos sospechosos que esperan aún sus resultados, y se presiente que gran cantidad de personas pueden ser portadoras asintomáticas del virus o estar en el período de incubación, y si esto pasa, la cantidad de infectados escalaría rápidamente, arrojando un número muy superior de personas infectadas.
¿Existe un dato alentador para encarar a este virus con la mayor de las potencialidades? Sí. Existe, como nunca antes, una dirigencia política que se ha puesto a la altura de las espinosas circunstancias y que ha decidido enterrar a la "grieta" y poner en alto una única bandera, la de la República Argentina. Así han comunicado desde el gobierno nacional y desde las diferentes fuerzas opositoras, que en esta etapa, oficialismo y oposición se encuentran absolutamente "hermanados", y así, el último miércoles 18 de marzo se han reunido dirigentes de todas las fuerzas políticas para aportar ideas, organizar un trabajo conjunto y sumar potencialidades a como dé lugar.
¿Existe confusión o desorientación sobre el comportamiento que tomará nuestro sistema de salud en el momento que más vamos a necesitar que nos responda? Sí. Y por eso, los ciudadanos estamos esperando encarecidamente, que las autoridades máximas que dirigen la salud pública y la privada, actúen con la responsabilidad, celeridad y humanismo necesarios frente a un flagelo sanitario de escala monumental.
¿Existe un dato desalentador para encarar a este virus con la mayor de las potencialidades? También. Existe, como venía existiendo, un enorme porcentaje de la ciudadanía argentina que sigue sin comprender que cuidarnos es cuidar a los demás y que si los demás se cuidan nos cuidan a nosotros, que como sociedad funcionamos en red, y que, frente a una pandemia, la solidaridad puede hacer la diferencia entre vivir o morir. Así, respetar las indicaciones que nos ordenan y nos seguirán ordenando, para poder hacerle frente a este virus que crece a pasos agigantados, es un imperativo de vida.
Alberto Fernández finalmente declaró lo que todos esperábamos, el aislamiento obligatorio hasta el 31 de marzo, tras notar como dijo el presidente que "... seguimos teniendo el problema de gente que no entiende que no se puede circular en las calles". Así desde el primer minuto del viernes 20 de marzo, un decreto presidencial con el aval de todos los gobernadores y fuerzas opositoras, dispone ser inflexibles con todos aquellos que no respeten la cuarentena total ordenada (quienes se verán sometidos a sanciones del código penal si violan las normas establecidas).
Si garantizar la seguridad y la vida de los ciudadanos es el rol más importante del Estado, y los ciudadanos parecen no comprender que cuidarnos entre todos es vital, dicha medida puede ser la clave para obligarnos a hacer lo que corresponde, si queremos ganarle la pulseada a este virus que crece descomunalmente
Politóloga y Profesora (UBA)