Reseña: Pasado mañana, de Luis Chitarroni
Lo genial de Luis Chitarroni (Buenos Aires, 1958) –salvando la inigualable exuberancia de su prosa– probablemente sea esa suerte de intervalo cromático donde pone a operar la intuición de lectura. Esa sospecha advenediza que llega a la conciencia de un lector y que no ofrece ninguna garantía salvo su certeza. Porque la asociación libre de Chitarroni, su rosa náutica, cuando escribe sus lecturas –y miradas, y escuchas–, sus referencias literarias y artísticas, es siempre un homenaje a la originalidad, pero sobre todo a la improvisación. En su variada y no tan extensa obra, Pasado Mañana, una antología de textos críticos y misceláneas realizada con buen gusto por el crítico español Ignacio Echevarría, acaso sea la mejor muestra de esa capacidad, de ese talento, de esa gracia.
"Es cierto que el talento literario resulta algo verdaderamente indescifrable para gran parte de la gente relacionada con el negocio del libro", ha dicho en una entrevista hace poco Chitarroni, para enfatizar después con un grito de "¡sobre todo!" que, lejos del sobresalto, le daba un cariz compasivo y humorístico a la aseveración. En todos los textos del autor de El carapálida hay siempre ese tipo de humor, una insidia tierna, una crítica idiosincrática y generosa a la vez, como cuando glosando Cosmos, de Witold Gombrowicz, dice: "En un escritor de sus características, se sospecha la travesura o la estafa. Ambas están presentes."
También Pasado mañana refleja la erudición, que si bien puede funcionar como un disuasivo o una hipnosis, es clave en su poética. Por ejemplo, Chitarroni cierra el libro escribiendo sobre los naufragios en la literatura. Las referencias literarias son tantas que es imperativo seguirlas o rechazarlas. Por el segundo camino –y dejando el primero como reserva, como carta marcada– aparece el propósito de su estilo: leerlo todo como si leyéramos por primera vez, leerlo todo para recuperar la inocencia de lectura, aun cuando demos con páginas de Sir Thomas Browne, Muriel Spark o David Viñas.
Después de pasar un momento de salud delicado y tras su neurótica o artera postergación editorial, Chitarroni publicó varios libros juntos, Breve historia argentina de la literatura latinoamericana (a partir de Borges), los cuentos de La noche politeísta y Pasado mañana, en los que coincide y se vuelve notable "el fantasma borgeano". Es lógico. Costaría encontrar en la segunda mitad del siglo XX un escritor-lector a la altura de Borges fuera de Chitarroni. Pero él escuchó además a Tim Buckley, leyó con fervor a Allen Ginsberg y descubrió a Gustavo Ferreyra, lo que por muchos motivos puede considerarse una ventaja.
PASADO MAÑANA
Luis Chitarroni
Universidad Diego Portales
288 págs.
$ 1890