Reseña: Truman Capote, de Liliane Kerjan
¿Qué decide a un biógrafo a escribir sobre la vida de un determinado personaje? ¿La poca estima personal, como pareciera ser, por ejemplo, el caso de Anthony Burgess, que produjo la que quizá sea la mejor biografía de Ernest Hemingway?
¿O la más franca de las admiraciones y el detalle de haber conocido al biografiado, aunque más no sea efímeramente? La doctora en Letras Liliane Kerjan (Francia, 1940), autora de Truman Capote, tuvo la oportunidad de que el autor de Música para camaleones le firmara un ejemplar, después de hacer una larga fila, y de que reaccionara ante el nombre mágico: “Su rostro se iluminó con una expresión de afecto al oír nombrar a Francia, se detuvo, se distendió con un aire feliz y cómplice, hizo el ademán de dar un abrazo y firmó, sin poner el lugar ni la fecha, sin florituras, en medio de la primera página en blanco”.
No es la primera vez que Kerjan escribe sobre autores estadounidenses. Además de ser presidenta del Instituto Franco-Norteamericano de Rennes, ha estudiado en Estados Unidos, fue Fullbright Professor en la Universidad de California en San Diego, y ha investigado y escrito sobre Edward Albee, Arthur Miller, Francis Scott Fitzgerald y Tennessee Williams. No es de extrañar, entonces, que haya querido emprender también la tarea de abarcar una vida como la de Truman Capote (1924-1984) a pesar de la existencia ya de ese masterpiece de biografía, la de Gerald Clarke, Capote: A Biography (1988).
Kerjan sale bien parada del desafío. Su libro es didáctico y puntilloso, ideal para los que quieran conocer al detalle una vida tan rica en peripecias, viajes, amores y amistades, y que, por sobre todo, dejó obras fundamentales para la literatura contemporánea. Compuesto por un prólogo, cuatro partes (“En estado puro: la inocencia perturbada”; “En estado puro: las fiestas y los crímenes”; “Mezclas tóxicas” y “Puntuación final”) divididas en varios capítulos; un “Epílogo en punto y coma”, y una prolija “Cronología” más una “Filmografía selecta” y cuatro páginas de fotos blanco y negro de Truman y amigos, el libro está escandido además –un mérito no menor– por fragmentos de textos de Capote que van dando una idea al lector de cómo “Tru” fue encarando su relación con sus personajes, los literarios y los de la vida real, y, principalmente, con su concepción de la literatura.
Desde el nacimiento en Nueva Orleans, como Truman Streckfus Persons, la relación con dos padres demasiado jóvenes e inmaduros (Arch Persons y Lillie Mae), la adopción del apellido de su padrastro, Joseph García Capote, las largas temporadas con su familia materna en Alabama (tema que dio origen recientemente a una novela juvenil, True y Nelle, sobre su amistad desde la infancia con Nelle Harper Lee, la autora de Matar a un ruiseñor) hasta su mudanza a Nueva York, las primeras publicaciones en revistas como Harper’s Bazaar y Mademoiselle, los primeros libros, los viajes, los amores, las amistades famosas (que TC reunió, en 1966, en el famoso Baile en Negro y Blanco para 500 invitados, en el Hotel Plaza de Manhattan), nada queda afuera, aunque se destaquen tres hitos fundamentales: las publicaciones de Desayuno en Tiffany’s (1958), A sangre fría (1966), libro con el que Capote inaugura el “nuevo periodismo” y se consagra definitivamente, y Música para camaleones (1980), antecedido por la publicación de los “escandalosos” capítulos, en Esquire, del prometido libro Plegarias atendidas (novela aparecida póstumamente en 1980).
Escrito con una prosa clara y rápida, el Truman Capote de Kerjan es, también, una lectura hecha desde Francia, lo que la enriquece doblemente, y aporta una visión diferente de la hecha por autores como J. M. G. Le Clézio o críticos como Didier Jacob, quizá más desapasionada pero igualmente admirativa de una obra y de un autor únicos e ineludibles.
Truman Capote
Por Liliane Kerjan
El ateneo. Trad.: S. Kot. 256 págs., $ 290