Reseña: Todo lo que una ciudad oculta
Sobre Los ríos perdidos de Londres, de Iain Sinclair
Existe una fotografía del Archivo General de la Nación (Noticias Gráficas, número de inventario 890) en la que, luego de una maniobra desafortunada, un colectivo de la línea 53 termina incrustado en un arroyo. El epígrafe consigna que se trata de la esquina de García del Río y Cramer; promediaban los años treinta y como podría pasar hoy, decenas de vecinos de Saavedra se arremolinaron curiosos alrededor del vehículo. Lo llamativo, lo revelador, es la presencia a cielo abierto del Medrano, que como el resto de los arroyos de Buenos Aires corre desde hace décadas entubado, invisibilizado bajo el hormigón y el asfalto.
Como casi todas las grandes ciudades, en su proceso de expansión y modernización, al mismo tiempo que fue absorbiendo las localidades vecinas, volviéndolas parte de un único tejido urbano, Londres barrió bajo la alfombra durante la época victoriana buena parte de los ríos que surcaban su topografía, salvo el Támesis y algún que otro canal. Sin embargo ahí están, corriendo varios metros bajo sus calles, parques y edificios el Walbrook, el Fleet, el Tyburn, el Westboun, el Effra, el Neckinger, el Hackney: cursos de agua que durante miles de años influenciaron la vida humana como fuentes de vida y de destrucción, como medio de transporte, como frontera.
¿Y hoy? ¿Es posible auscultar su fluir bajo la mole de la gran urbe? “Los ríos siguen, aun entubados y ocultos, fluyendo a través de nuestros sueños, dictando el compás de nuestros movimientos y de nuestro ánimo,” escribe Iain Sinclair en este volumen que reúne dos textos, “Los ríos perdidos de Londres” y “El sublime topográfico”, originalmente concebidos como conferencias.
Nacido en Gales en 1943, hasta hace unos años la obra de Sinclair era prácticamente desconocida en español, salvo por la traducción a mediados de la década pasada de su novela White Chappel, trazos rojos. En 2015 la editorial española Alpha Decay publicó la selección de ensayos La ciudad de las desapariciones, a la que ahora se suma Los ríos perdidos de Londres, que por su brevedad y agudeza oficia como una puerta de entrada ideal para una obra que alterna entre el ensayo, la ficción y la poesía, y que también incluye incursiones audiovisuales en el ámbito del documental.
Entre los títulos más destacados de Sinclair figuran London Orbital, concebido a partir de caminatas alrededor de la autopista M25 (“Empecé a pensar que el verdadero río de la Londres contemporánea no era el Támesis sino la autopista que la rodea”), y su ensayo sobre la especulación inmobiliaria y la transformación urbana que trajeron aparejadas las recientes Olimpíadas en la capital inglesa (Ghost Milk).
Como si la tradición literaria también fuera ella misma un curso de agua, Sinclair elabora una genealogía que comienza con el filósofo y místico sueco Emanuel Swedenborg, pasa por clásicos como William Blake, Dickens, Stevenson, Conrad y De Quincey, y termina desembocando en poetas modernistas tardíos como Bill Griffiths y Allen Fisher. “El tiempo vuelve en capas, es plural, mientras que el espacio es singular”, escribe Sinclair, proporcionando una llave para acceder a su obra, que puede ser leída en serie con la de escritores como el alemán W. G. Sebald (Austerlitz, Los anillos de Saturno) o el Claudio Magris de El Danubio.
No hace falta ser un baqueano londinense ni un lector versado en la literatura británica para disfrutar el libro de Sinclair –aunque claramente ayuda y potencia la lectura– porque los textos terminan desencadenando un efecto potente, tal vez uno de lo más preciados de la literatura: ver con otros ojos, descubrir nuevas capas de tiempos y sentidos en los espacios que nos rodean. Así, por ejemplo, después de leer Los ríos perdidos es posible transitar por Buenos Aires conscientes de que abajo del pavimento corren ríos que de alguna forma u otra todavía ejercen una influencia sobre nosotros. Ríos que sentimos, como diría Sinclair, aunque ya no veamos.
LOS RÍOS PERDIDOS DE LONDRES
Por Iain Sinclair
Fiordo
Trad.: E. Scott, 208 páginas, $ 230