Reseña. Me acuerdo y otros autorretratos, de Joe Brainard
Si se preguntara quién escribió ese libro-concepto llamado Me acuerdo, es posible que alguien de inmediato conteste que fue Georges Perec, y pronto empiece a describir cómo la mecánica de recordar cientos de minucias personales terminaban por dibujar el retrato de una generación. Sin embargo, una línea sintética pero muy clara del escritor francés señalaba que "el título, la forma y, en cierto modo, el espíritu de estos textos se inspiran en los I Remember de Joe Brainard".
El primer Me acuerdo que publicó Brainard es de 1970 (Perec recién daría a conocer el suyo en 1978) y tenía apenas 32 páginas. El segundo (More I Remember, 1975) llegaba a 70. El tercero y definitivo (o cuarto, según dictamina Paul Auster en el prólogo de Me acuerdo y otros autorretratos) es de 1975. Esta edición en castellano no solo reúne más de mil de esos recuerdos (unas 150 páginas), sino también gran parte del tomo Collected Writings de Joe Brainard que apareció en la Library of America.
Brainard (1942-1994) nació en Salem, Arkansas, pero casi de inmediato se mudó con su familia a Tulsa, Oklahoma. Más tarde se trasladó a la gran ciudad, y formó parte de la "escuela de Nueva York" con Ted Berrigan, Anselm Hollo y otros. Fue a la vez una usina creativa (realizaba historietas, inauguraba docenas de muestras) y un ser con continuas dudas, pero lleno de energía.
Al menos es lo que se desprende no solo del bloque de Me acuerdo sino de la mayoría de los textos incluidos. Recorrerlos es una experiencia insólita porque el arte de Brainard conecta con la cultura pop y Andy Warhol, con los beatniks y el personaje de Periquita, con el humor y la plástica (sus dibujos de flores son leves y bellos), y con la definición de la individualidad en tiempos en que ser homosexual era bastante más complejo que hoy. El tema aparece una y otra vez desde la perspectiva más simple (las poses, la ropa, las "caras", la pareja y otros amores), hasta consideraciones más sutiles y psicológicas. Se creía tímido, pero estuvo muy en contacto con su época. Viajó mucho por todo Estados Unidos. El tono es casi siempre personal, privado; con frecuencia hace reír. Por supuesto se autorretrató, y es uno de esos dibujos, "Portrait of Me", el que ilustra la tapa del volumen.
Una sección que se destaca es "La vía amigable". La ironía es entre serena y desopilante: "En Tokio me picó el bicho de la costura". "¡Qué hermoso día de primavera ha sido! Fui al cementerio donde está enterrada mi madre y había tantas pequeñas ardillas que apenas podía manejar sin golpear a alguna". Un "Cuaderno del cigarrillo" defiende con palabras y dibujos la pasión de echar humo.
Es imposible exagerar la influencia directa o indirecta de Brainard. Su Me acuerdo arma un perfil mucho más personal que generacional (opinión frecuente sobre el de Perec). Pero como es un niño, un muchacho y al fin un hombre estadounidense, y como la cultura popular del país del Norte ha tenido una influencia fortísima a partir de los años 50 en el mundo, el lector tiende a identificarse con mayor facilidad que con su doble francés.
A partir de 1981, a despecho de las opiniones ajenas, Brainard se mostró cada vez más disconforme con su producción artística y literaria. Se dedicó a diseñar tapas de libros, a alguna exposición, a lecturas incontables, algunos viajes (a Venecia, a Hawai) con su compañero Kenward Elmslie. Además de con Perec, se lo puede relacionar con otro autor francés: Édouard Levé (el de Autorretrato y Suicidio). A Brainard lo mató el VIH alrededor de los 52 años; a Perec el cáncer, a los 45; Levé se quitó la vida a los 42. Los tres se fueron temprano, pero cada uno supo dejar a su modo una marca indeleble y nítida de sí mismos, y del mundo que los rodeaba.
Me acuerdo y otros autorretratos, Joe Brainard, Eterna Cadencia. Trad.: Ariel Dilon. 381 páginas / $ 450