Reseña: Mac y su contratiempo, de Enrique Vila-Matas
La nueva novela de Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) dispone una vez más su recorrido por los vaivenes de un escritor –Mac, que a los sesenta años acaba de retirarse de la construcción para iniciarse en la escritura– dispuesto a crear una historia basada en la falsificación y la repetición.
“Aunque los asuntos del mundo me llevaron pronto por derroteros inesperados y nunca he escrito nada con intención literaria hasta hoy, siempre he sido un apasionado de la lectura”, se presenta el narrador de una historia en la que el ocio y los designios de “la falsa astróloga” Peggy Day marcan el rumbo de cada página. Primero lector de poesía y más tarde de relatos, “aficionado a las formas breves y adorador de los cuentos”, el primer detalle es que Mac no simpatiza con las novelas “porque son, como decía Barthes, una forma de muerte: convierten la vida en destino”.
Por supuesto, quienes conozcan a Vila-Matas saben que la ironía concentrada en un escritor imaginario cuyas palabras sólo logran avanzar mientras se hunden en la marea de sus propios preceptos es el punto de partida y de llegada habitual para el despliegue de una inteligencia y un humor concentrados como un rayo láser sobre las paradojas de la forma literaria. En ese sentido, como parte de un linaje que incluye ensayos como El viajero más lento o novelas como El mal de Montano, Mac y su contratiempo es otra noble pieza de esa “literatura portátil” diseñada por Vila-Matas durante más de cuatro décadas de trabajo.
En esta ocasión, acosado por la certeza de que “escribir es dejar de ser escritor” y de que, como decía Nathalie Sarraute, “escribir es tratar de saber qué escribiríamos si escribiéramos”, Mac decide esquivar los géneros más obvios y escribir un diario. El problema es que pronto va a descubrir que “la alegría del que se sabe inédito y está celebrando el arranque de un diario de aprendizaje” no es suficiente para seguir. ¿Y si su diario, entonces, pudiera canalizar “una vieja ilusión por falsificar” y se convirtiera en una pieza literaria calculadamente “póstuma e inacabada”? No un libro “último e interrumpido” como los que se publican tras la muerte inesperada del autor, reflexiona Mac, sino un libro que pareciera inacabado aunque estuviera terminado. En otras palabras, “un falso libro póstumo”. Decidido por este plan, será sin embargo su relación ambigua con el escritor barcelonés Ander Sánchez la que lo hará reconsiderar el rumbo de nuevo. Porque, ¿y si el diario que acaba de empezar pudiera servirle, en cambio, para repetir cada uno de los cuentos de Walter y su contratiempo, el primero (y ya olvidado) libro de Sánchez?
Mac y su contratiempo avanza así hacia lo más profundo del universo literario de Vila-Matas, a tal punto que entre las referencias a diversos artistas de la repetición parece tener lugar un fugaz instante borgeano en el que Mac, obsesionado por la estética de la redundancia, funciona casi como un crítico tácito de la obra de Vila-Matas, acaso el más esmerado cultor de la paradoja de que “lo excepcional de encontrar una voz propia acaba resultando un problema, pues contiene en sí misma el germen que tarde o temprano llevará al escritor a repetirse fatalmente”.
Salpicados con epígrafes de Hemingway, Borges, Poe y Cheever, mientras tanto los cuentos fantasmales de Sánchez amenazan con convertir a Mac no sólo en un paranoico –como cuando descubre a su esposa Carmen entre los “pasajes incongruentes” del libro– sino también en un escritor atrapado en un ciclo permanente de relecturas y reescrituras. Desde ya, lejos de entregarse al regodeo romántico o idealizado de los dramas de la creación, Vila-Matas insiste en señalar que es precisamente ahí, en ese núcleo que obliga a retornar de manera inevitable a lo mismo, donde está la única literatura que vale la pena escribir. Creador de sus libros, de sus lectores y de su tradición, tal vez el paso más interesante de Vila-Matas en Mac y su contratiempo haya sido el de haber creado ahora también a sus propios críticos.
MAC Y SU CONTRATIEMPO
Por Enrique Vila-Matas
Seix Barral. 303 págs., $ 499