Reseña: Luz azul, de Beatriz Vignoli
Los poemas de Beatriz Vignoli (Rosario, 1965) se mueven con soltura entre el impulso lírico y la recta sujeción a los objetos. Los tonos, los temas y las referencias pueden remitir tanto al mundo letrado, los avatares de la historia o la cultura de masas como a los íntimos pliegues de la subjetividad. Esas perspectivas, que se reflejan en la casi decena de libros que publicó, hacen de la poesía de la autora uno de los proyectos más sólidos dentro del panorama de su generación.
Cada poema de Luz azul es un núcleo de sentido que, al sucederse, va dando forma a una escala mayor. La serie se convierte en lo que anuncia la cita del inicio, que explica el progresivo cambio en los tonos de la luz –hasta llegar al azul– en una prueba nuclear. Reverberación de una idea subyacente: la asechanza de una catástrofe inminente en armonía con destellos de belleza, más allá del dominio de la razón. Destrucción sin rastros de melancolía, como puede leerse en los versos de "Alba cobalto", un breve poema sobre Verdún en 1915: "El corresponsal contó un metro por muerto./ Y sin embargo el alma, la decimonónica todavía/ entre tanta carne trozada incomestible/ valsea su vaivén".
Bajo esa mirada implacable sobre lo real del mundo, emergen, para nombrarlo, versos que esplenden con sus variaciones rítmicas, su prosodia, el hallazgo de una imagen perfecta, como ocurre en "Oda al alfarero Winkler": "Su padre lo nombró como quien trae el pan./ Pone a rotar la tierra el alfarero/ y un útero le nace;/ no supo la materia que contenía vacío/ hasta que empezó a girar entre sus manos".
Luz azul
Por Beatriz Vignoli
Bajo la Luna. 50 páginas / $ 230