Reseña. Los oficios, de Sara Gallardo
Sara Gallardo es, a estas alturas, una escritora indiscutida dentro del canon de la literatura argentina. La autora del preciosismo poético de Eisejuaz –su libro más personal–, de novelas como Los galgos, los galgos o Enero fue también una mujer que durante años escribió columnas para diferentes diarios y revistas. Lucía de Leone, investigadora de Conicet, viene haciendo un trabajo de hormiga. En Macaneos (Winograd, 2015) compiló las columnas de Confirmado y ahora en Los oficios (Excursiones) ofrece las que escribió para Atlántida, la nacion y Claudia entre fines de los años 60 y su muerte en 1988.
El libro se abre con dos entrevistas –una de Reina Roffé y otra de Esteban Peicovich–, una suerte de pequeña autobiografía donde Gallardo habla de una vocación que no se insinúa sino que es, en sus palabras, una certeza, y se cierra con "Homenajes y necrológicas". En estas crónicas están los hijos, los viajes –"eso de viajar con hijos es el sistema ideal para conservar la soledad", dice, "ellos nunca hablan o preguntan cosas molestas" –, el pulso de una época y la urgencia de quien, lejos de la "burbuja Gallardo" como se refiere a su familia patricia, escribe para pagar las cuentas. Cada crónica dibuja el perfil de una escritora que supo interpretar el presente sin perder el estilo que la consagró en sus ficciones.
Excursiones suele poner en diálogo escritores y artistas. Nunca más acertado el arte de tapa y las dos postales de Verónica Romano que acompañan los textos. La escultura del búho y el cisne de cuello partido hacen honor a una prosa bella y rigurosa. Gallardo logra la proeza de hamacarse entre lo erudito y lo banal; leerla es tomar una clase acelerada de crónica.
Los oficios, Sara Gallardo, Excursiones, 273, páginas, $450