Reseña: Las maldiciones, de Claudia Piñeiro
Suspenso, misterio y política argentina
Durante cinco años Román Sabaté -el protagonista de Las maldiciones, la nueva novela de Claudia Piñeiro- trabajó para Fernando Rovira, líder de un partido político denominado Pragma y candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Un día abandona a su jefe y se lleva con él a Joaquín, el hijo de Rovira, que tiene apenas tres años.
El libro se ocupa de contar por qué Román toma esa decisión. Este muchacho, que no llega a los treinta, vino de Santa Fe y entró en Pragma casi de casualidad, luego de presentarse junto con un amigo a una entrevista en las oficinas de esa organización que apuesta a la "excelencia". Rovira, "un emprendedor inmobiliario de la zona norte del Gran Buenos Aires" que arrasó en las elecciones de intendente, es enemigo de la "vieja política que pone palos en la rueda a los que queremos trabajar por este país". Carece de "militancia previa" y de "condicionamientos ideológicos". Su eslogan es "lo importante es el hacer, para hacer un país mejor" y entre sus proyectos principales se halla la división de la provincia de Buenos Aires antes de las próximas elecciones.
El comienzo de Las maldiciones instala una sensación de suspenso y misterio que se demora en ser profundizado, porque antes debe exponerse un abundante caudal de información para la comprensión del argumento.
Luego de un "Pragma training" de dos semanas en una estancia, Román pasa a integrar el Grupo de Amigos de Pragma (GAP) y se le encomienda el puesto de personal trainer de Rovira. En realidad, este cargo excede el mero trabajo de entrenar físicamente a su jefe cada mañana e implica desempeñarse como "su secretario más privado", alguien de su extrema confianza.
Otro elemento que proyecta un enigma atractivo es el conocimiento inicial de que Lucrecia Bonara, la esposa de Rovira, fue asesinada un año antes de que Sabaté dejara Pragma y se llevara al hijo del matrimonio. Este crimen -nunca esclarecido del todo y atribuido supuestamente "a mafias que se oponían a la división de la provincia de Buenos Aires"- adquiere un matiz más perturbador cuando más adelante se revela quién es el verdadero padre del niño.
Román y Joaquín viajan a San Nicolás y se refugian en la casa de Adolfo, tío del joven. Adolfo es un veterano dirigente radical que idolatra a Raúl Alfonsín y encarna una visión idealizada de la "vieja política". Su figura sirve para remarcar la oposición entre ideología y pragmatismo, honestidad y corrupción, militancia y oportunismo.
Irene, una "bruja" especialista en equilibrar la energía y que resulta ser la madre de Rovira, le añade un toque de esoterismo a la intriga. La periodista Valentina Sureda (la "China"), que se hace amiga de Sabaté, aporta otro personaje secundario importante. Esta movilera de un programa de noticias le propone a una editorial escribir un libro titulado La maldición de Alsina sobre "la imposibilidad real e histórica para cualquiera que haya sido gobernador de la provincia de Buenos Aires de llegar a ser presidente de la República Argentina". A este tema -bastante independiente del núcleo central del argumento- se le dedican varios capítulos que hablan de la fundación de La Plata e incluyen unas entrevistas a Ricardo Alfonsín y a Eduardo Duhalde.
La novela va ganando ímpetu sin apuro, a medida que muestra cómo los principios éticos entran en conflicto con los intereses más mezquinos cuando éstos son estimulados por la ambición de poder. La cuestión de un dilema moral que deben enfrentar los personajes juega un papel significativo, al igual que en Las grietas de Jara. También, como en otras obras (Las viudas de los jueves, Elena sabe), la autora orienta la narración en torno a un tema de actualidad y combina la intriga con la observación social.
En Las maldiciones, Piñeiro acude a un par de vueltas de tuerca algo desmesuradas para intensificar el suspenso y subrayar las argucias manipuladoras de Rovira. Si la aplicación de este recurso consolida o debilita el propósito de la trama, dependerá del gusto del lector. Lo cierto es que debe lidiar con las dificultades que supone desarrollar un thriller político en un país como la Argentina de los últimos años, donde la realidad en ese terreno suele superar a las ficciones.
LAS MALDICIONES
Por Claudia Piñeiro
Alfaguara. 319 páginas. $ 339