Reseña: La resistencia, de Julián Fuks
¿Es hereditario el exilio? La pregunta resuena detrás de La resistencia, novela con que Julián Fuks (San Pablo, 1981) ganó los prestigiosos premios Jabuti y Saramago, en Brasil y Portugal. El escritor brasileño, hijo de argentinos, se sumerge en el territorio fértil de la autoficción para indagar sobre el origen de su hermano mayor, hijo adoptado por sus padres poco antes de que escaparan de la última dictadura militar en la Argentina para radicarse en San Pablo.
La historia vuelve al punto de partida, en las calles Junín y Peña, en Buenos Aires. Sebastián –¿o Julián?– regresa al departamento que habitó su familia y observa las escenas de ese pasado que no alcanza a comprender. En ese gesto anida una doble sorpresa: pone en primer plano, por un lado, la ausencia y su eco; por otro, descubre una voz que aún no había sido modulada en la prolífica literatura sobre la dictadura: el trauma espectral de la generación que padeció de lejos las consecuencias de la violencia. En el duelo entre los fragmentos de la memoria familiar y la mirada crítica de un hijo, aparecen múltiples pasados. El narrador parece mirar todos ellos con cierta distancia y consigue que, a pesar de sus diferencias, se vean igual de verosímiles.
En las historias de búsqueda la trama suele moverse alrededor de las revelaciones: Fuks las evita. La imaginación ilumina lo que la experiencia mantenía oculto y desdibuja los trazos de su biografía. De ese modo, entre los pliegues del relato irrumpen los fantasmas colectivos. El efecto es inquietante porque las escenas parecen haber formado parte también del pasado individual de cada lector.
La resistencia
Por Julián Fuks
Random House. Trad.: J. Fuks184 páginas$ 299